EL PAíS › EL BARRA JULIO CAPELLA DECLARO QUE APUNTABA CON UNA REPLICA
El hombre que fue filmado el primer día de violencia en el Indoamericano disparando con un arma dijo ayer ante el juez que era de plástico. Argumentó que lo hizo “para asustar” y sostuvo que él mismo tenía “miedo”. Las relaciones de los barras y el Sutecba.
› Por Gustavo Veiga
“Salir a asustar te protege más, en ésta la era de la boludez.”
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Julio Carlos Capella ratificó ayer la teoría de la inofensiva pistola de juguete ante el juez de Instrucción Eliseo Otero. La empuñó con el brazo extendido porque se encontró, como él mismo dijo, en “una verdadera batalla, tiraban bombas molotov y estábamos con mucho miedo”. Así declaró el barrabrava de Huracán que además trabaja en Sutecba, el mayoritario gremio de los empleados del gobierno porteño. Se sabe, el hombre que apuntó una y otra vez hacia el interior del Parque Indoamericano ocupado, no actuó solo, ni lo hizo en defensa del espacio público. Es apenas la cara más visible y el torso desnudo más expuesto –como se lo observa en decenas de imágenes– de un sindicato con intereses inmobiliarios en la zona de Villa Soldati. Su presencia en el escenario donde hubo tres muertos no es ociosa.
Alejandro Pastore, también del Sutecba, sembró pánico en el parque acomodándose un arma en la cintura, como se lo vio en varias fotografías. Los dos forman parte de la patota sindical que se nutre de pesados de diferentes hinchadas, todas con predicamento en el sur postergado de la ciudad: Boca, Huracán, Nueva Chicago y Social Español, básicamente. En varias dependencias del gobierno porteño, la mimetización de barras como mano de obra disponible para la burocracia es moneda corriente. La descripción también se ajusta a lo que pasa en UPCN, otro de los gremios, aunque con menor presencia, entre los estatales porteños. Han solido apelar a sus servicios para moler a palos a militantes de ATE.
La primera pista que ofreció Capella para discernir qué motivación tenía para enfrentar a los ocupas del Parque fue demasiado obvia. Un pantalón jogging rojo con el escudito de Huracán. El arma en su mano derecha completaba el cuadro. Ergo, se trataba de un barrabrava. Con el paso de los días quedó claro que no lo guiaba el aggro, un término inglés que los hooligans utilizan para definir la adrenalina que les provoca la violencia. Lo movía la defensa de un complejo de torres ubicadas frente al Indoamericano que levantó Sutecba con fondos del IVC. Su argumento ante el juez Otero fue que lo hizo “en defensa propia, para defender a su familia”. Su tío, como informó el periodista Horacio Verbitsky en la edición del domingo, es Jorge Luis Capella, conchabado en la Dirección Nacional de Migraciones desde enero de 2003, cuando Miguel Angel Toma y Cristian Ritondo eran ministro del Interior y subsecretario de Estado, respectivamente. Una tía del pistolero de juguete es “La Negra” Capella, puntera macrista de Villa Lugano. Que sea hijo de Carlos Capella, masajista del plantel profesional de Boca Juniors, agrega un dato de color, como que quien afirma haberse defendido con un juguete contra cócteles molotov está casado con la hermana de los dos jefes de la barra de Huracán, Pablo y Claudio Respinis.
Capella, según su abogado Rodrigo González, no tiene antecedentes penales. Muchos, en su doble condición de barrabrava y pesado de un gremio, no los tienen. “Se acercó una persona que me dice tomá, tomá, y me quería dar lo que parecía ser un arma. Le dije que no y esta persona me respondió ‘no seas boludo que es para asustar, no es de verdad’. Lo que queríamos era evitar que nos agredieran y se metieran a los edificios”, sostuvo en la indagatoria que le tomó Otero. Parece la coartada perfecta.
Uno o varios de los edificios, en efecto, lo construyó la mutual 23 de Mayo, vinculada al Sutecba, un gremio que no afilia trabajadores contratados. La sede mutualista se encuentra en la Legislatura porteña donde un histórico barrabrava de Boca, Santiago “El Gitano” Lancry, trabaja en el área de seguridad. Lo hace desde que ingresó al ex Concejo Deliberante por su relación con el político radical Carlos Bello. El ex lugarteniente de José Barrita, alias “El Abuelo” y líder de la Doce hasta mediados de los años ’90, es un hombre del sindicato, pero no de la zona de Soldati y Lugano, como los hermanos Rafael y Fernando Di Zeo. Vive en La Boca, donde regentea una agencia de remises.
“Sutecba está muy ligado a la Doce y a la barra de Nueva Chicago”, dicen trabajadores de la Legislatura que conocen estos detalles futboleros entre los estatales porteños. A uno de los tres sectores en que se divide la pesada del club de Mataderos, Los Perales (cuyo nombre deviene del barrio vecino al estadio), se lo vincula con Ritondo, uno de los alfiles de Mauricio Macri. La libre asociación de ideas a veces lleva con ligereza hacia pistas que vinculan a los barrabravas con algunos políticos. No siempre es así. Pero en los hechos del Parque, la asociación es real. No tanto por quienes lo ocuparon movidos por la miseria y las falsas promesas de titulación de tierras. El vínculo que resultó más evidente quedó al descubierto en la periferia del predio, en sus bordes, entre quienes lo atacaron a tiros y piedras. Capella, Pastore y los demás individuos que aparecen en posición intimidatoria en diversas fotografías no se presentaron allí movidos por el miedo. Los barrabravas con respaldo político o sindical suelen moverse a sus anchas gracias a la impunidad que les otorga esa cobertura. En el Indoamericano se mostraron a cara descubierta, como lo hacen siempre.
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