Dom 06.02.2011

EL PAíS  › OPINION

La fiesta del Chivo

› Por Mario Wainfeld

Una elección es una carrera en varias etapas. En Santa Fe una valiosa tradición estatuye primarias abiertas y simultáneas. El pronunciamiento del congreso peronista de ayer (ver nota central) no define una competencia participativa y escalonada, aunque significa un avance del Frente para la Victoria (FpV), un revés para Carlos Reutemann y Jorge Obeid, una llamada de atención para el socialismo local y sus eventuales aliados. Para la Casa Rosada lo de ayer fue un logro. También para el diputado Agustín Rossi, que viene bregando por hacer avanzar el kirchnerismo en su terruño.

El cónclave se puso bajo la advocación de Néstor Kirchner, por moción del sector que conduce el Chivo Rossi. Fue un primer paso simbólico, que coronó con cánticos y aplausos dedicados al ex presidente. El producido más importante, claro, son las dos decisiones. La primera, que era condición ineludible de Rossi para sumar a sus congresales, fue el apoyo a la Presidenta. La segunda (en orden de enunciación, al menos), la unidad del justicialismo, que irá bajo la insignia del Frente “Santa Fe para todos” (o sea, ni del PJ ni del FpV).

El aval a Cristina Fernández de Kirchner, leído con atención, es bastante lavado. Dice lo que dice a regañadientes..., pero lo dice. Entre compañeros peronistas las promesas a futuro (compromiso en la elección nacional ulterior a la provincial) distan de ser, exactamente, un pacto de sangre. Pero la aseveración está y el “pago diferido” será más factible en proporción directa a cómo le esté yendo a la candidata en octubre. Es lo máximo que se podía lograr. Por ahora, la intención de voto de la Presidenta en Santa Fe constela muy arriba, a años luz de sus rivales.

La unidad de las facciones peronistas es algo más sólido y de consecuencias inminentes. Irán a la primaria y el que salga ungido será un competidor muy desafiante para el oficialismo provincial socialista.

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El gobernador Hermes Binner conserva imagen positiva muy alta. Su reputación sigue elevada pero tiene vedada la reelección. Su armado interno está muy trabado, tanto con sus compañeros socialistas como con sus aliados radicales. Empecemos por el rodeo propio: Binner no pudo lograr consenso para su candidato, compañero de toda su carrera, a la sazón ministro, Antonio Bonfatti. El senador Rubén Giustiniani aspira a la gobernación. El intendente de Rosario, Miguel Lifschitz, tercia con menos chances.

La mala onda entre el senador y el gobernador es añeja. Se exacerbó e hizo estridente en estos meses. Giustiniani alega, con razón, tener mejor intención de voto que Bonfatti (mucho menos conocido). Exhibe su buen desempeño en 2009, cuando fue, de todos modos, vencido por el senador Carlos Reutemann. Binner explica a quien quiera oírlo que el referente provincial es él (otra verdad irrefutable), que su presencia en la campaña traccionó hacia arriba a Giustiniani y que puede lograr lo mismo con su favorito. Es decir, que el voto socialista acompañará a quien designe, si él se involucra a fondo en la campaña. En público señala que si Giustiniani gana el socialismo perderá su única banca en el Senado. Más en privado, despotrica contra el egoísmo y cierto ethos destructivo de “Rubén”.

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Los radicales también intentan condicionar a Binner. Su mayor osadía es proponer, como contrapartida por la candidatura de Binner a vicepresidente con la UCR, que un boina blanca sea candidato a gobernador santafesino de la coalición. Sería el intendente de la capital provincial, Mario Barletta. Hasta ese punto, Binner concuerda con Giustiniani y Lifschitz: los correligionarios no pasarán. Pero la discusión está muy empastada, las críticas cruzadas resuenan inusualmente estentóreas. Y la unidad no está sellada, aunque todo indica que los socios están compelidos a forjarla, como condición de supervivencia y competitividad.

La resolución orgánica de los peronistas los encuentra mal parados, tienen tiempo y necesidad de reaccionar.

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La unidad es una pésima nueva para Carlos Reutemann, quien, fiel a sí mismo, se abstuvo de intervenir en este trance. Fue el corolario de una semana bastante penosa para él. Los medios opositores instalaron que Mauricio Macri le ofreció acompañarlo como vicepresidente en su fórmula. Ya sería un bajón para Lole, quien se describe como presidenciable. El cartero respectivo pasó dos veces por su puerta, en 2003 y 2009. Lo dejó alejarse, no pregunten cómo ni por qué. El segundo lugar es una devaluación, para colmo los macristas desmintieron la oferta.

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El desenlace de ayer recorrió un camino largo y dialéctico. Rossi siempre fue un opositor acérrimo al reutemismo, al que enfrentó “por afuera” en 2009. En el gobierno nacional se quería un peronismo unido, para acumular votos locales y, sobre todo, para potenciar la candidatura presidencial. El operador Juan Carlos Mazzón intentó persuadir al ex gobernador Obeid y a Rossi a unirse en una fórmula conjunta en ese orden. La sugerencia del Chueco Mazzón fue rechazada por los dos destinatarios. En el devenir, Mazzón le transmitió al Turco Obeid el desagrado de la Casa Rosada y su aval a la postulación de Rossi por su lado. Obeid renunció a su candidatura aduciendo que no quería ser factor de discordia dentro del peronismo. No hay por qué dudar de su palabra, pero también habrán incidido el mensaje del gobierno nacional y las encuestas que le negaban toda chance si había otro postulante peronista. Esos mismos factores hacen improbable que retracte su renuncia y se reenganche como en el chinchón, ahora que la discordia cesó. Improbable, jamás imposible.

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Las listas cierran el 21 de febrero, las primarias son en mayo, en junio las elecciones provinciales. De momento, los potenciales candidatos a la interna de Santa Fe para todos serían Rossi, el ex canciller Rafael Bielsa, el intendente de Rafaela Omar Perotti y Ricardo Spinozzi. Este, senador provincial y presidente del PJ local, lleva los colores del reutemismo. En la Casa Rosada consideran propios a Rossi y Bielsa. A Perotti lo describen (en un giro poco kirchnerista) como “potable”. Rossi y Bielsa aseguran que no hay chances de unificar personería, a menos que sea el otro quien se baje. A título de intuición más que de información, es imaginable que Mazzón hará un par de movidas para evitar la dispersión kirchnerista.

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En la Casa Rosada hubo satisfacción. Juan Manuel Abal Medina y Mazzón se la transmitieron a Rossi. En el equipo de éste cundía el optimismo, de cara a la primaria y aun a la provincial. Los pingos se verán en la cancha y falta mucho para recorrer. Esto asumido, la decisión de ayer apuntala las perspectivas de la Presidenta en Santa Fe. Cambia drásticamente el escenario provincial tan adverso para el FpV en 2009. Premia la militante lucha de Rossi, que no quiso prosternarse ante el reutemismo y supo encuadrarse cuando su proyecto conjugó con el de la Casa Rosada.

Para sus contrincantes, fue un mal día, en especial para los peronistas disidentes. Para las huestes de Binner, un desafío. También hay una señal hacia el peronismo cordobés, que deshoja la margarita acerca de qué hacer con el FpV. Cada provincia es un mundo, pero el efecto demostración también existe.

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