EL PAíS
› EL GOBIERNO INSISTE, DEBE EVITARSE LA GUERRA
De vuelta la no intervención
Ruckau explicó que “el dictador iraquí” mintió a la ONU, pero aclaró que debe desarmarse a Irak evitando la guerra. La postura implica desandar la tradición implantada durante la década menemista.
El gobierno argentino insistió en la necesidad de evitar la guerra en la solución del conflicto entre Estados Unidos e Irak. Como respuesta a la exposición del secretario de Estado norteamericano, Colin Powell, ante la ONU, el canciller Carlos Ruckauf aceptó que había quedado demostrado que “el dictador iraquí” Saddam Hussein les había mentido a las Naciones Unidas, pero insistió en que “el camino para desarmar a Irak debe ser evitando la guerra”. Con esta actitud, el gobierno de Eduardo Duhalde recuperó el principio de no intervención en conflictos en los que no están en juego los intereses nacionales. Esa había sido la postura histórica de la diplomacia argentina, perdida durante la década menemista y el breve mandato de Fernando de la Rúa.
Desde Montevideo, en donde participa de una reunión de cancilleres del Mercosur, Ruckauf emitió un breve comunicado para dejar en claro que la época del alineamiento automático con los Estados Unidos terminó. El comunicado expresó que el informe de Powell “demuestra que el dictador iraquí no sólo ha atacado a su pueblo y sus vecinos, sino que también le ha mentido a las Naciones Unidos”. Pero, agregaba, Argentina “sigue sosteniendo” que en este caso la salida no pasa por la guerra.
El jueves pasado, Ruckauf y su segundo Martín Redrado adelantaron la posición argentina en un viaje a Washington donde se entrevistaron con el secretario general de la ONU, Kofi Annan. Allí, le adelantaron que no se enviarían tropas en caso de conflicto bélico pero, al mismo tiempo, colocaron a disposición del organismo internacional un largo listado de especialistas de las Fuerzas Armadas que podían ser convocados si necesitaban ayuda de tipo humanitaria. Los funcionarios argentinos dejaron en claro que sólo acompañarán las acciones contra Irak que sean adoptadas dentro del Consejo de Seguridad de la ONU.
Contrariamente a lo que algunos podían esperar, en Estados Unidos nadie se preocupó demasiado. Según contó Redrado, ninguno de los hombres del gobierno de George Bush con los que se entrevistó la semana pasada le pidió un cambio de posición o que Argentina apoye una acción unilateral de la Casa Blanca.
Tampoco se mostró muy preocupado el propio Bush en el diálogo telefónico que mantuvo con Duhalde el fin de semana pasado. El contacto fue breve -duró 15 minutos– y tenía como objeto celebrar la firma del acuerdo con el FMI, pero era inevitable que el tema Irak se colara en algún momento. Bush bajó línea: le explicó a Duhalde que si bien Estados Unidos quería evitar tomar acciones unilaterales, los demás países debían considerar que Saddam Hussein significaba una amenaza para la paz mundial. “Nuestra postura es buscar una salida no cruenta”, le explicó Duhalde. Bush igual agradeció la voluntad argentina de enviar ayuda humanitaria.
La postura del gobierno de Duhalde difiere de la adoptada por Carlos Menem en 1990, cuando involucró al país en la Guerra del Golfo enviando dos fragatas misilísticas y 450 marinos. Fue el puntapié inicial de la política de “relaciones carnales” y, como la oposición en el Congreso no quería saber nada, Menem tomó la decisión por decreto. Con todo, a diferencia de lo que sucede en esta segunda guerra contra Irak, en aquella ocasión el enfrentamiento fue avalado por la ONU. Luego de aquella decisión de Menem ocurrieron los atentados a la Embajada de Israel y a la AMIA, en 1992 y 1994, respectivamente, que dejaron un saldo de 115 muertos y más de 200 heridos.
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