EL PAíS › EI PAPA ASCENDIó A ANTONIO MARINO, VOCERO DEL RECHAZO AL MATRIMONIO IGUALITARIO
Apadrinado por el arzobispo de La Plata, Héctor Aguer, su adjunto copó micrófonos definiendo “la patología” de la homosexualidad y argumentando que “consumen más psicofármacos y tienen más tendencia al suicidio”. Fue nombrado obispo de Mar del Plata.
› Por Washington Uranga
Antonio Marino (69 años), hasta el momento obispo auxiliar de La Plata, fue designado ayer por el Papa como obispo de Mar del Plata, una sede que en la actualidad se encontraba vacante a raíz del nombramiento del antiguo titular de esa jurisdicción eclesiástica, Juan Puiggari, como arzobispo de Paraná. El nuevo obispo marplatense es un hombre claramente identificado dentro de la corriente más conservadora de la jerarquía católica, directo colaborador del arzobispo platense Héctor Aguer. Fue precisamente el arzobispo de La Plata quien lo impulsó dentro del Episcopado al cargo de presidente de la Comisión ad hoc para el Seguimiento Legislativo, un grupo cuya principal labor fue la de expresar las posiciones de la Iglesia en contra de la reforma del Código Civil que habilitó el matrimonio entre personas del mismo sexo.
En el nombramiento de Marino en Mar del Plata pueden leerse varios mensajes de parte del Vaticano, que sigue manteniendo –más allá de la cordialidad de las formalidades– una relación tensa con el gobierno argentino. En primer lugar se refuerza el respaldo del gobierno central de la Iglesia a quien fuera una de las caras visibles de la “cruzada” contra el matrimonio entre personas del mismo sexo. Marino fue uno de los voceros, consideró la homosexualidad como una “patología”, dijo que las “personas que practican la homosexualidad padecen más ansiedad, tienen más tendencia al suicidio y consumen con más frecuencia estupefacientes” (ver nota aoparte). Todo ello mientras aseguraba que la Iglesia Católica tiene “una verdadera preocupación pastoral por las personas de tendencia homosexual”.
Con el nombramiento de Marino en Mar del Plata, el ultraconservador arzobispo de La Plata, Héctor Aguer, posiciona uno de sus hombres de mayor confianza en su carrera por ganar espacios institucionales dentro de la Conferencia Episcopal, en un año que se cerrará con elecciones en el Episcopado para determinar quién sucederá al cardenal Jorge Bergoglio en la presidencia del organismo. Aguer fue quien en su momento promovió el nombramiento episcopal de Marino en el 2003 y quien, por decisión del nuevo obispo, lo consagró como tal en la catedral platense el 31 de mayo de ese año.
Marino es doctor en Teología dogmática, graduado en 1978 en la Universidad Gregoriana de Roma y, además de ejercer la docencia en la Universidad Católica Argentina, ha publicado varios libros con temas religiosos y morales. El último de ellos, aparecido este mismo año, lleva por título Varón y mujer los creó. En torno al bien inalterable del matrimonio y la familia. La defensa de la familia según la concepción ortodoxa católica es una de las especialidades de Marino y se estima que su promoción a obispo titular de una diócesis es también una forma de darle respaldo para futuras tareas vinculadas con previsibles debates legislativos en relación con las iniciativas sobre despenalización del aborto. Entre 1991 y 2003, por resolución del entonces cardenal Antonio Quarracino, el ahora obispo de Mar del Plata se desempeñó como censor arquidiocesano de Buenos Aires y en ese mismo período fue asesor espiritual del seminario metropolitano.
El anuncio del nombramiento de Antonio Marino como obispo de Mar del Plata fue hecho ayer en Buenos Aires por el nuncio Adriano Bernardini, mientras en Roma se difundía en forma simultánea por los canales de prensa del Vaticano.
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