En el medio del debate sobre el matrimonio igualitario, la Agencia Informativa Católica Argentina (AICA) difundió un artículo en el que el obispo Antonio Marino aseguraba que existen “diversos estudios” según los cuales “las personas que practican la homosexualidad padecen de más ansiedad, tienen más tendencia al suicidio y consumen con más frecuencia estupefacientes”. La nota que divulgó ese medio de comunicación de la Iglesia Católica reproducía aseveraciones que de inmediato se ganaron la atención de todos los medios. Por ejemplo, que para Marino la fidelidad “en las uniones homosexuales es muy difícil” porque “las personas que las integran tienen hasta ocho parejas por año y hasta 500 en toda la vida”, o que las parejas homosexuales “son treinta veces más violentas que las heterosexuales”. Ante el revuelo que causó, la jerarquía eclesiástica debió salir a apagar el incendio. El asesor del obispo, Guillermo Cartasso, aseguró que Marino “jamás había hecho esas declaraciones” sino que se trataba “de estudios realizados en una publicación universitaria” y no de su autoría. Por su parte, la propia agencia de la Iglesia Católica argumentó que había habido “un error del periodista”, que editó los datos de la publicación académica “sin el entrecomillado respectivo”. Ciertas o no esas afirmaciones, el obispo ha definido a la homosexualidad como “una patología” en otras intervenciones públicas mientras lideró la campaña contra el casamiento igualitario. En mayo de 2010, en un panel en la Universidad Católica que integró en su calidad de presidente de la Comisión Episcopal de Seguimiento Legislativo, el ahora obispo de Mar del Plata se quejó de la existencia de “una campaña para instalar en los medios este tema (el del casamiento entre dos personas de un mismo sexo) como algo natural como el agua o normal como la heterosexualidad” cuando en realidad, sostuvo, “se está alterando el sustento mismo de la vida en sociedad”.