EL PAíS › OPINIóN
› Por Carlos Pisoni *
En el año 1998 el CELS me convocó para la realización de un libro biográfico sobre el torturador Luis Abelardo Patti. El Centro de Documentación de dicho organismo contaba con una vasta cantidad de información acerca de este ex policía que ya era públicamente famoso.
Finalmente en 1999 el libro salió a la luz bajo el nombre de Patti: Manual del buen torturador. Corrían tiempos de gloria para este personaje, que terminaba su gestión como intendente de Escobar y se lanzaba como candidato a gobernador por la provincia de Buenos Aires. Si algo delineó la historia de este represor es su profunda ligazón a la historia de los últimos 35 años de nuestro país, con un rasgo característico fundamental sin el cual no hubiera sido el que es: la impunidad.
El prontuario de Patti está signado por la impunidad: desde los secuestros y desapariciones durante la dictadura militar, pasando por los asesinatos de los militantes Pereyra Rossi y Cambia-sso, siguiendo por los casos de tormentos y gatillo fácil en democracia, continuando con su participación nefasta en hechos resonantes como el caso María Soledad o la defensa en el ataque al cuartel de La Tablada y hasta su paso por la política dentro de la Ucedé, posteriormente en el menemismo y en el duhaldismo, hechos que lo llevaron a ocupar cargos ejecutivos y hasta electivos, obteniendo en su mejor momento casi 500 mil votos en la provincia.
La pregunta que siempre me hice es la misma: “¿Cómo pueden haberlo votado?”. La respuesta también fue la misma: porque hubo un poder político y una Justicia cómplice que lo amparaban. Porque había impunidad. El año 2003 y la posterior anulación de las leyes del olvido marcaron un punto de inflexión. Pero el diputado torturador contaba con fueros que impedían su juzgamiento. Con su desafuero comenzó su caída. Fue el entonces ex presidente Néstor Kirchner el artífice de su final: ordenó a todos sus legisladores impugnar a los represores que se presentasen para cargos electivos. Y así fue. (Un analista podrá después decir si parte de ese 3 por ciento de votos pattistas no terminaron después transformándose en los que definieron al ganador de la contienda electoral en provincia de Buenos Aires en detrimento del ex presidente.) Y quizás, ese todo o nada, fue una de las mejores enseñanzas que nos dejó Néstor: ir hasta el final. Hoy jueves 14 de abril, después de tanta lucha y tanto camino recorrido, llega su sentencia. Y vamos a ganar. Va a ganar la democracia. No dudamos que en la sala que presiden los jueces integrantes del tribunal de San Martín sólo retumbarán dos palabras para Patti y demás genocidas: prisión perpetua. Estamos convencidos de que así será. Y vendrá entonces el momento de festejar. De abrazarse, de llorar. De levantar la copa por todos nuestros 30 mil desaparecidos. Por Gastón Goncálvez, Guillermo y Luis Damico, Diego Muniz Barreto, Carlos Souto, Juan José Fernández, Osvaldo Ariosti y por todas las víctimas del genocida Patti. Por los familiares, sobrevivientes y abogados, y por todos aquellos que hicieron posible llegar hasta aquí.
* Coautor del libro Patti: Manual del buen torturador. Integrante de la agrupación H.I.J.O.S.
La lectura de la sentencia contra Patti, Reynaldo Bignone y otros tres represores se acompañará hoy con un acto y recital de Los Auténticos Decadentes, en Sáenz Peña 4151, José León Suárez, a las 17.
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