EL PAíS › EL JEFE DE GOBIERNO FORMALIZó SU DECISIóN DE ABANDONAR LA CARRERA PRESIDENCIAL Y PRESENTARSE A LA REELECCIóN
El jefe de Gobierno intentó presentar su candidatura en la Ciudad como un aporte desinteresado al país y aseguró que el PRO “va a tener una propuesta en octubre a nivel nacional”, aunque no dio pistas de cuál sería.
› Por Werner Pertot
En el centro de una explosión de colores, globos, jóvenes que cantaban, Mauricio Macri sonrió como para disimular que estaba abandonando sus aspiraciones presidenciales. El acto que le organizaron en un club de barrio de Villa Pueyrredón tenía la impronta de Jaime Durán Barba: había rock, cumbia, reggaeton, juventud y poco discurso. Fuera de esa estética quedaban los choripanes que repartían en un patio anexo, lejos de las cámaras. El jefe de Gobierno intentó presentar su decisión como un aporte desinteresado al país: “Luego de una profunda reflexión, siento que desde el mejor lugar que puedo hacer el aporte es desde la Ciudad”, resaltó el líder de PRO. También aseguró que el PRO “va a tener una propuesta en octubre a nivel nacional”, aunque en su entorno no tienen ninguna pista de cuál podría ser. Tras su fracasada convocatoria, les insistió al resto de los opositores que se unan. Y, como broche, ensayó unos pasitos con Juliana Awada al ritmo de Gilda. Como para recordar la victoria de 2007.
Dos veces amenazó con ser candidato a presidente. Dos veces se bajó. El 2011 recuerda como espejo a 2007, cuando también postergó una competencia presidencial en pos de ir por la Ciudad. En ese momento, Néstor Kirchner se ocupó de gastarlo desde su atril: “Estaba estudiando para presidente... y se fue a marzo”, dijo. Ayer lo reemplazó una pluralidad de adversarios que le facturaron a Macri la decisión de bajarse (ver aparte).
Macri eligió un acto rodeado de jóvenes, en lugar de una conferencia de prensa con preguntas molestas (una podría haber sido: ¿por qué se bajó si sostiene que “el kirchnerismo está terminado”?). Nada de eso: una “fiesta partidaria” con la música a todo volumen y los jóvenes PRO saltando y bailando pogo. Fue en el club cultural y deportivo “17 de Agosto”, de Villa Pueyrredón. Desde la entrada, podían verse media docena de globos gigantes color amarillo, prenunciado la fiesta macrista.
Adentro, en la cancha de básquet donde fue el acto, otros tantos globos gigantes se distinguían entre un mar de globos multicolores, con una cara sonriente. Las chicas PRO, con remeras de turbante, pasaban repartiéndolos al igual que las remeras de color amarillo, celeste, verde y rojo. Con una roja haciendo juego con su pelo, el ministro de Espacio Público, Diego Santilli, llegó sonriendo y se saludó con su contendiente para acompañar a Macri en la fórmula: María Eugenia Vidal, que lucía radiante con una remera amarilla. El tercero en discordia es Hernán Lombardi. El jefe de Gobierno no dio pistas ayer de a quién elegirá.
El líder de PRO había pedido que no hubiera banderas de los dirigentes, por lo que los únicos carteles eran los multicolores que ahora dicen: “Vos sos bienvenido”, pero también “Mauricio en la Ciudad”. La música empezó temprano –sonaban Los Cadillac con “Matador”– mientras en un patio servían choripanes y gaseosas a los jóvenes macristas. Muchos de clase media para arriba –la mayoría llegaron y se fueron en sus propios autos– y muchas cabelleras rubias. “Yo vivo en Parque Avellaneda y soy morocha”, se quejó de esta descripción una militante PRO de pelo planchado y ojos azules.
Desde la tarima, el legislador Fernando de Andreis pidió a los concurrentes que siguieran hacia el fondo, que hay lugar. El ministro de Salud, Jorge Lemus, miraba desde un costado con rostro adusto y la remera de colores apoyada apenas sobre la espalda. La legisladora Victoria Morales Gorleri mostraba una bufanda multicolor que hacía juego con las zapatillas de Oscar Zago. La diputada Pinky Satragno apareció con una boina negra enorme, guantes negros de terciopelo y anteojos oscuros. Se sentó lejos de la multitud y bastante cerca de Gabriela Michetti, que hizo su entrada empujada por Guillermo Montenegro y se ubicó en una platea, para resguardarse de los jóvenes que ya saltaban y hacían pogo.
“Arde la Ciudad”, la canción de La Mancha de Rolando que el PRO usó en 2007 cuando obtuvo la victoria, empezó a sonar y los jóvenes PRO, algunos con peinados flogger, saltaron y gritaron a más no poder. “Empiecen a bailar. ¡Arriba! ¡Dale!”, los arengó De Andreis.
–Borombombom, borombombom, para Mauriiiiciiioooo, la reeleccióooon –corearon cuando entró Macri, sonriente.
Desde la tarima, donde estuvo solo, el jefe de Gobierno pateó algunos globos, recibió una remera amarilla que le tiraron y la descartó –no estaría en el guión que se la pusiera– e intentó arrancar con un chiste: “Acá me siento como mi amigo Bono, que me prestó el escenario. Al final, vamos a cantar una canción de U2 todos juntos”. Hubo un silbido generalizado. “Parece ayer cuando arrancamos con el desafío de hacer política de otra manera”, comenzó Macri pero los cánticos lo taparon. Esperó unos segundos con una sonrisa ausente. “No me van a dejar arrancar, ¿no? Quiero cuidar la emoción y no me dejan”, refunfuñó.
Luego hizo una reseña de su gestión que fue tan escueta como edulcorada: “Fueron tres años y medio maravillosos. Gobernar la Ciudad ha sido un gran orgullo para mí”, contó Macri, que lo comparó con dirigir Boca Juniors o con el hijo que está esperando. “Ha habido momentos duros y difíciles”, sostuvo, sin especificar si se refería al procesamiento por las escuchas ilegales o a cuando tuvo que echar a Abel Posse del Ministerio de Educación por sus críticas a los juicios a los represores.
No hubo, en su discurso, ninguna explicación de por qué abandonaba la candidatura a presidente. En cambio, intentó presentar su reelección como un aporte a la contienda nacional. “En la Ciudad de Buenos Aires se están dando las discusiones que hacen al futuro del país”, aseguró. “Lo que hacemos en la Ciudad tiene importancia para el país, de acá podemos dar un ejemplo distinto, podemos construir una argentina en paz, con amor y unidad”, ensayó otra justificación. “Acordate que hablar poco es PRO”, dictaría cátedra luego Horacio Rodríguez Larreta.
Macri les dedicó un párrafo a los opositores que no respondieron a su convocatoria de unidad (es decir: a todos). “Les pido que se sumen a buscar coincidencias. Nos une mucho más de lo que nos separa. No nos tenemos que dejar llevar a la cultura de la división y el enfrentamiento”, planteó. “Yo tomé una decisión de vida: quiero ser un instrumento concreto al servicio de la unidad nacional”, se engalanó.
A los heridos en su partido por la decisión de no competir en la elección nacional les hizo algunas promesas: dijo que iba a seguir trabajando “en la provincia de Buenos Aires, en Entre Ríos, con Miguel (Del Sel) y Osvaldo (Salomón)”. También dijo que va a “trabajar para tener una propuesta en octubre a nivel nacional”.
De fondo, empezó a sonar Gilda con “No me arrepiento de este amor”, que promete ser el hit de la campaña por la reelección. Macri ensayó un pasito de costado y luego hizo subir a Awada, toda de negro, y bailaron juntos. En 2007 le había tocado bailar con Michetti, que ayer cantaba Gilda, despeinada, desde la platea. Santilli se lanzó sobre la multitud y saltó abrazado a los jóvenes en un pogo frenético. Montenegro revoleaba una remera desde la platea. Macri se despidió, se bajó de la tarima y se perdió entre los globos de colores, algunos ya pinchados.
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