Mar 10.05.2011

EL PAíS  › EN EL MARCO DEL JUICIO POR EL ROBO DE BEBéS, EL CARDENAL TENDRá QUE DAR TESTIMONIO

Cita para Bergoglio en la Justicia

El Tribunal Oral hizo lugar al pedido de la querella y citó al cardenal primado de la Argentina para que declare lo que sabe sobre la apropiación de hijos de desaparecidos nacidos durante el cautiverio de sus madres. Bergoglio ya testimonió en la causa ESMA.

› Por Adrián Pérez

El cardenal Jorge Bergoglio se encuentra más cerca de rendir cuentas ante la Justicia por el Plan Sistemático de Apropiación de Menores que se instauró durante la dictadura militar –y que comenzó a juzgarse a fines de febrero en Comodoro Py– después de que el Tribunal Oral Federal 6 hiciera lugar al pedido formulado por el fiscal Martín Niklison y el abogado Alejo Ramos Padilla para que sea citado a declarar como testigo en relación al caso Barati-De la Cuadra. Así lo determinaron los jueces durante la audiencia de ayer, en el marco de la causa contra Jorge Rafael Videla y Reynaldo Benito Bignone por el robo de bebés. El tribunal dispuso que se le envíe un oficio al cardenal para que exprese si desea declarar. Por un recurso del Código Procesal Penal, Bergoglio podría hacer uso del artículo 250 que establece un “tratamiento especial” para “altos dignatarios de la Iglesia”. Según la importancia que el juez atribuya a su testimonio y el lugar en que se encuentren, esa prerrogativa determina que los funcionarios podrán declarar “en su residencia oficial, donde el juez se trasladará, o por un informe escrito”. No obstante, el artículo 250 también señala que los testigos pueden renunciar a ese tratamiento especial.

“Es un privilegio en función del credo que no puede ser aceptado”, dijo el abogado Alan Iud, quien patrocina en el juicio a Abuelas de Plaza de Mayo. De ese modo, los querellantes se opusieron a que el cardenal hiciera uso de tal prerrogativa y solicitaron que Bergoglio acudiera a la audiencia para “garantizar la publicidad de su declaración”, así como también para responder a las preguntas de las partes. Iud remarcó, además, que se trata de “un privilegio” que “no puede considerarse válido” ante “una Constitución que reconoce que el Estado es laico”.

El pedido para que Bergoglio se presente a declarar se vincula con el testimonio de Estela de la Cuadra, quien presentó una serie de cartas que su padre le había enviado al ahora cardenal –por entonces jefe de los jesuitas– para que intercediera en la búsqueda de su hija desaparecida y de su nieta, nacida en cautiverio durante la dictadura. Tal como informó Página/12, el lunes de la semana pasada De la Cuadra le preguntó al Tribunal: “¿Cómo es que Bergoglio dice que hace sólo diez años sabe del robo de bebés?” “¿Por qué no lo citan? ¿No amerita que diga qué pasó con Ana de la Cuadra?”, insistió la hija de Alicia “Licha” De la Cuadra, primera presidenta de Abuelas.

Además de sobrevivientes que estuvieron detenidos en el Pozo de Banfield, ayer se escuchó el testimonio de Carlos D’Elía Pallares, nieto que recuperó su identidad en 1995, a los 17 años. Carlos es hijo de Yolanda Ghelfi y Julio D’Elía Pallares. En Uruguay, su padre militaba en el Grupo de Acción (GAU), estudiaba Economía y era presidente del centro de estudiantes. La dictadura lo detuvo por su participación, pero fue liberado. Eso precipitó el exilio de la joven pareja, que viajó en la Semana Santa de 1974 a Buenos Aires, con la intención de regresar cuando las cosas se calmaran.

En la madrugada del 22 de diciembre de 1977, ambos fueron secuestrados en San Fernando –en un departamento ubicado en la calle 9 de Julio que habían comenzado a pagar con un crédito– por una patota de la Brigada 3 de la policía de la provincia de Buenos Aires que había coordinado el operativo con militares uruguayos. Yolanda estaba embarazada de ocho meses. Según testigos, fueron torturados en la comisaría que se encontraba a metros de la casa y luego trasladados al Centro de Operaciones Tácticas I (COTI) de Martínez, que funcionaba al mando de Ramón Camps, por entonces jefe de la Policía Bonaerense, donde “llevaban a todos los uruguayos en aquel momento”.

Una vez en Martínez, cinco detenidos uruguayos, entre los que se encontraba D’Elía Pallares, fueron devueltos a ese país por militares también uruguayos. “Es un hecho que ese traslado existió –aseguró Carlos–. Por la posición que ocupaba en el GAU, es casi seguro que lo llevaron a Uruguay. El testimonio de Luis Taub confirma haber visto a mi papá, en el COTI Martínez, a fines del ’77.” Taub también se presentó ayer ante los jueces del TOF 6. En su declaración, aseguró que estuvo por segunda vez en el Pozo de Banfield entre el 27 de diciembre de 1977 y el 1° de febrero de 1978, cuando lo enviaron a la cárcel de Devoto. Pasó la Navidad en el COTI Martínez. “Los uruguayos fueron torturados y luego trasladados al Pozo de Banfield. Ahí vi al cura (Christian) Von Wernich”, recordó.

También dijo que en el Pozo de Banfield había dos mujeres embarazadas. “Estaba en un grupo donde una chica tuvo un bebé a fines del ’77 o principios del ’78.” Lo recuerda porque, después del parto, lo enviaron a limpiar su celda varias veces. En el silencio del encierro, escuchó el llanto de un bebé. “Por lo que supe, se lo quitaron enseguida”, señaló. Durante la audiencia aseguró que la custodia del Pozo de Banfield estaba a cargo de la policía provincial. “Aunque no lo vi, sé que estuvo (Ramón) Camps.” Taub cree que el jefe de la policía pasó por el centro clandestino en dos oportunidades y que Jorge Bergés atendía los partos.

Diego Barreda regresaba de trabajar como albañil en Ensenada cuando el 14 de julio de 1978 lo secuestraron cerca de su casa. Había trabajado en el Astillero Río Santiago, pero lo despidieron durante la dictadura. En el Pozo de Banfield se le caía la piel por efecto de la picana. El apoyo de sus compañeros lo tranquilizaba, especialmente el de María. “Ella estaba embarazada y tenía el ‘privilegio’ de juntar un tarro donde hacíamos nuestras necesidades –afirmó el hombre de pelo largo y canas–. Nos higienizábamos con un trapito que ella colgaba para que se secara, en cien días nos bañamos una sola vez.”

Cuando llegó al Pozo de Banfield, al hombre de profundos ojos verdes le quitaron el mameluco y los zapatos de trabajo. Con una cobija con la que se cubría, María le cosió un chaleco para que se abrigara. En 1979, ese chaleco pasó a manos de las Madres de Plaza de Mayo. Al igual que Taub, Barreda también escuchó llantos durante su detención. “En un determinado momento tuvimos la certeza de que había nacido”, dijo. Por sus cálculos, el nacimiento se produjo entre el 10 y el 20 de septiembre de 1978. La mujer que ayer recordó Barreda es María Asunción Artigas Milo, compañera de Alfredo Moyano y madre de Victoria Moyano Artigas.

Sin saber que su padre se había volcado por esa carrera, Carlos D’Elía Pallares se recibió de economista. “Mi segundo nombre es Rodolfo y a mí nunca me gustó ese nombre”, sostuvo. Con el tiempo supo que sus padres (el marino Carlos De Luccia y Marta Leiro, su mujer) eligieron ese nombre por Rodolfo Aníbal Campos, subjefe de la policía de Camps. Carlos consideró que Campos hizo la gestión para que ellos pudieran tener ese hijo que deseaban. La pareja viajó hacia el sur del conurbano bonaerense una mañana de 1978. En una esquina una persona se acercó a su auto y dejó en los brazos de Leira un bebé envuelto en papel de diario, con manchas de sangre. “¡Martita! ¿qué hacés acá?”, le preguntó el emisario. Ese hombre era Jorge Bergés, quien había firmado la partida de nacimiento y atendió a Yolanda en el Pozo de Banfield.

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