EL PAíS › OPINION
› Por Agustín Rossi *
Los que impulsan la implementación de la Boleta Unica pretenden facilitar lo que la ley vigente prohíbe: que algunos candidatos presidenciales se bajen dejando en pie sus listas de diputados y senadores. Medios gráficos preavisaban este intento incluso antes de las primarias. Esto demuestra que la oposición no pretende ningún salto de calidad institucional con la Boleta Unica. Sólo se busca generar un escenario favorable para las elecciones de octubre ante el pésimo resultado de las primarias.
Es absolutamente desafortunado que algunos dirigentes políticos estén planteando, en medio de un cronograma electoral ya fijado con determinadas reglas de juego, la modificación del sistema electoral para introducir la Boleta Unica. ¿Se imaginan la reacción de medios y dirigentes opositores si lo hubiera intentado el oficialismo?
Las primarias y las generales son dos etapas de un único e inescindible proceso electoral: el 14 de agosto seleccionamos candidatos y el 23 de octubre definiremos quiénes ocuparán los cargos en disputa. Como dijo el gobernador de Santa Fe, Hermes Binner, cuando vetó un artículo de la ley de Boleta Unica, que establecía su utilización a partir de las elecciones generales dejando para las primarias el tradicional sistema de papeleta electoral, es claramente “inconveniente utilizar un sistema para votar en las elecciones primarias y otro en comicios generales”.
La Boleta Unica potencia las individualidades y menoscaba la construcción colectiva. Valoriza más a los candidatos conocidos y taquilleros que a los forjados a partir de la militancia y el compromiso político duradero. Un ciudadano común, honesto, con trayectoria militante y prestigio profesional nunca podría ser candidato con la Boleta Unica si no tiene “visibilidad” pública. Además, no se elimina la “sábana”: detrás del “nombre conocido” se ocultan otros absolutamente desconocidos o impresentables ante la sociedad.
El sistema de Boleta Unica concentra la atención en los procesos de selección y elección de cargos ejecutivos poniendo en un segundo nivel la de cargos legislativos. En las elecciones generales de Santa Fe hubo casi 300 mil votos blancos y nulos para la categoría “diputado provincial” y sólo 120 mil para la categoría “gobernador”. En Córdoba hubo 87 mil votos blancos y nulos para “gobernador” y casi 375 mil para “legisladores provinciales” por distrito único. La enorme cantidad de votos blancos y nulos en las categorías legislativas no sólo desdibujan los resultados electorales sino que afectan seriamente la legitimidad de quienes resultan electos para ocupar esos cargos.
Una lista de candidatos no es una sumatoria de individualidades unificadas con un nombre y un logo partidario: implica una visión de la realidad y una propuesta política integral y compartida por quienes pretenden ejercer los diversos cargos, desde la Presidencia de la Nación hasta los concejales municipales. La Boleta Unica transforma las elecciones en la mera selección de nombres propios deshilvanados y desprovistos de la más mínima coherencia ideológica y programática.
Finalmente, una pregunta: los argentinos que desean que Cristina sea Presidenta por otro período ¿no desean que cuente con diputados y senadores nacionales que ayuden a la ejecución de su plan de gobierno en un marco de gobernabilidad? El intento de la oposición por transformar las elecciones presidenciales en meras “legislativas” a través de la Boleta Unica es otra demostración de su incapacidad para interpretar los verdaderos deseos del pueblo argentino expresado en las urnas.
* Presidente del bloque de diputados nacionales del Frente para la Victoria.
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