EL PAíS › CRISTINA CAAMAñO, SECRETARIA DE SEGURIDAD OPERATIVA Y EX FISCAL DEL CASO FERREYRA
“Nosotros nos enteramos una hora después del hecho, cosa que no debió suceder”, dijo sobre el asesinato del joven militante del Partido Obrero. Aseguró que durante la investigación “nunca” recibió “ningún mensaje del Gobierno”.
Estuvo en el Poder Judicial por veinte años: empezó como meritoria, fue secretaria y luego fiscal. Dejó tribunales cuando Nilda Garré la convocó para acompañarla en el Ministerio de Seguridad. Su última causa fue la investigación sobre el asesinato de Mariano Ferreyra. “Para mí es un crimen que está relacionado con el peor sindicalismo. Fue por un espacio de poder”, dijo Cristina Caamaño en el programa Inimputables, de Radio América, entrevistada por Irina Hauser y Romina Mangel. “La política del Gobierno es minimizar el delito, con más presencia policial, capacitación”, agregó sobre su actual gestión como secretaria de Seguridad Operativa.
–¿Cómo la convocó Nilda Garré?
–Me llamó un lunes a la mañana y me dijo si podía pasar por su despacho en Defensa. Fue el lunes siguiente a la creación del Ministerio de Seguridad. Yo no entendía, llamo al procurador y me dice: “Bueno, andá, debe querer saber de la policía, porque en el caso de Mariano Ferreyra separaste a la policía”. Yo fui y, la verdad, pensé que me iba a decir algo como “¿Cómo ves la policía, qué pensás de que...?”. La verdad es que ahora, conociéndola, es prácticamente imposible. Es como que Nilda sabe, aunque no haya estado ahí. Tiene manejo de la situación. Además venía de Defensa, así que ya venía de tener manejo con las Fuerzas. ¿Me iba a venir a preguntar justo a mí? Ingenuamente fui pensando en eso. Y me propuso acompañarla. Le dije que necesitaba pensarlo porque entré en shock, sobre todo porque yo estaba con la causa de Mariano Ferreyra y me parecía mal irme dejando esa causa, por más que después vino un fiscal que por suerte es fantástico. Antes de contestarle, hice consultas con gente allegada y uno de ellos fue Pablo Ferreyra, porque no quería que lo tome como...
–Como que colgaba la causa.
–Como que me ascienden para... Pablo me dijo que le parecía fantástico. Y cuando me llama Nilda al día siguiente...
–Parece que hay cierta fascinación con alguien que no conocía y empezó a trabajar hace menos de un año
–Sí, sí. Igualmente tiene un carácter fuerte...
–Sí, se dice.
–Pero tiene todo otro lado que es fantástico. No es que se enoja porque sí, o quiere hacer tal cosa porque sí. Y además escucha a todo el mundo, lee absolutamente todo lo que le pasamos, lee todo lo que le manda la gente. Lee y lo escribe.
–¿Y qué línea de trabajo le propone seguir que le hace decir que sí?
–Ella decidió por mí. Yo nunca pude decir “sí” finalmente, porque cuando me llamó al día siguiente me dijo: “La Presidenta está recontenta con tu designación y quiere conocerte”. Igualmente yo iba a decir que sí, pero nunca me dio a tiempo a decirle. Te dice “la Presidenta te quiere conocer”. Listo, ya estás. El ministerio no estaba creado. Había que hacer todo y es lo que estamos haciendo hace diez meses.
–¿En qué momento se dio cuenta de que el crimen de Mariano Ferreyra no era un homicidio común?
–Creo que varios días después. Igual, nada fue común ese día, porque nosotros nos enteramos una hora después del hecho, cosa que no debió suceder. Nosotros, en la Fiscalía, cerca de las 14, en un escritorio comíamos todos juntos. Y estábamos de turno, así que estábamos comiendo y hablando de cosas de trabajo. Cuando suena el teléfono, ya eran las 14.45, me dicen: “Hay despelote en la 30, cerca del Riachuelo”. Cuelgo y le digo a Mariano, mi secretario: “¿Vos trajiste el auto para ir?”. Y me dice: “No, vine sin el auto”. Le digo: “¿Vamos o no vamos?”. Menos mal que fuimos. Ya había pasado una hora y ya había terminado todo. Llegamos a las 15.45, porque tuvimos una hora de viaje.
–¿Qué encontraron al llegar?
–Encontramos un patrullero con tres o cuatro policías y estaba la Unidad Criminalística todavía, así que había más policías andando, caminando, salvo los que estaban mirando el piso buscando algún tipo de prueba. Algunos estaban recostados sobre el patrullero. Estaban mirando lo que estaban haciendo los otros. Cuando llegamos, me acuerdo porque la policía justamente va por el delito de abandono, uno de los policías se me acerca. “Doctora, ¿qué tal? Qué sé yo. Menos mal que no fuimos nosotros.” Entonces yo le digo: “Omitir también es delito”. Eso fue una premonición. No hacer nada teniendo posición de garante. La policía estaba ahí por algo: no es que llegó y ya se había ido. Estaban y estaban en el terraplén.
–¿Cómo define el asesinato de Ferreyra? ¿Un crimen de qué tipo?
–Para mí es un crimen que está relacionado con el peor sindicalismo. Fue por un espacio de poder, fue para no tener en cuenta a gente que estaba trabajando, que querían entrar a trabajar. Fue para decir: “Muchachos, váyanse de acá y no jodan más”.
–¿Cómo se llega a José Pedraza (el líder de la Unión Ferroviaria), que no estaba ahí?
–Pedraza no estaba ahí, pero estaba al tanto de todo. Nosotros lo que pudimos reconstruir, y la doctora Wilma López hizo un trabajo espectacular, fue a través de escuchas. Lo que se pudo reconstruir fue un entramado donde estaban todo el tiempo en contacto con Pedraza. Ni siquiera porque hablaban directo con Pedraza, hablaban con el Gallego Fernández (el segundo en el gremio), que estaba al lado de Pedraza, porque estaban en una actividad de la Unión Ferroviaria.
–Pedraza es una figura controvertida, que en los últimos tiempos era afín al Gobierno. ¿Esto trajo problemas en la investigación?
–Para nada. Desde el primer momento, y esto lo debo decir, fueron varios los funcionarios que me llamaron para decir: “Pedí lo que necesites”.
–¿Le molesta cuando se habla con suspicacia acerca de la autonomía de este tipo de investigaciones?
–Nunca me presionaron para que haga algo diferente. A mí jamás me llamó el procurador para decirme: “Mirá, con esta causa...” Nunca tuve ningún tipo de presión. Tal vez, años ha, cuando era secretaria y tuve otra causa había un juez que llamaba y quería bajarle un poco el nivel. Pero la realidad es que yo nunca me sentí presionada y siempre trabajé con total libertad. A mí nunca me apretaron. De hecho, cuando me amenazaron, me amenazó uno de los que están detenidos, los amigos de un detenido, que quisieron meterse en la Fiscalía una noche que yo estaba sola trabajando. Nunca recibí ningún mensaje del Gobierno, todo lo contrario. El día que yo conocí a la Presidenta me preguntó por la causa y me dijo qué terrible todo lo que había pasado. Nadie en el Gobierno me presionó por la causa, por más que haya estado Pedraza.
–En esa conversación con la Presidenta, ¿hubo alguna alusión a cómo le había impactado esto a Néstor Kirchner?
–La Presidenta dijo: “La bala que mató a Mariano rozó el corazón de Néstor”. Fortísimo.
–¿Cuál es la política de seguridad del Gobierno?
–La política del Gobierno es minimizar el delito. Justamente, con más presencia policial, capacitación. El ministerio cree que hay dos objetivos: uno, la articulación de las fuerzas entre sí. Que la Gendarmería colabore con la policía en caso de que sea necesario, que no sean compartimientos estancos. Y además, la articulación de las fuerzas de seguridad con la ciudadanía.
–¿Qué están haciendo para controlar la propia corrupción policial y eliminarla?
–Estamos investigando cada uno de los hechos que nos denuncian. Tenemos un mecanismo que es del ministerio, que va por afuera de lo que se llama Asuntos Internos, que es de la Policía Federal. El ministerio investiga por su lado cada una de las denuncias que se hacen y a partir de ahí se toman las medidas que corresponden.
–¿Cuesta más este cargo por ser mujer?
–Creo que para los hombres cuesta más que haya mujeres en estos cargos, no para las mujeres. Me da lo mismo cómo me miren.
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