“Les decimos que dejen ese partido conservador que es hoy el radicalismo oficial y vengan a formar parte de este proyecto, a ser parte de la historia.” Con esa amplia convocatoria, el subsecretario general de la Presidencia, Gustavo López, llamó a todos los radicales progresistas a sumarse al partido de la Concertación-Forja, que va camino a obtener en los próximos meses la personería como partido nacional. Alentados por el contundente triunfo de Cristina Fernández, los radicales K volvieron a salir en busca de aquel proyecto amplio que supo ser la “transversalidad” en los albores del gobierno de Néstor Kirchner, la Concertación Plural después y que hoy denominan simplemente “kirchnerismo”.

Para el dirigente radical la crisis de la UCR “se veía venir” y que independientemente de quien quede en la conducción, “va a seguir siendo un partido con políticas conservadoras”.

–¿Cómo analiza la situación de la Unión Cívica Radical después de la elección?

–Esta crisis del radicalismo ya se veía venir. El que hizo el mejor diagnóstico fue Moreau. Esta no es una crisis de caras ni de dirigentes, sino una crisis de ideas. ¿A quién representa hoy el radicalismo? Nació como partido de masas con Yrigoyen, después representó a la clase media con Balbín y volvió a ser un partido de masas nuevamente con Raúl Alfonsín. Ahora ya no representa ni a las mayorías populares ni a la clase media. El radicalismo se convirtió en un partido conservador como le ocurrió en la década del ’30. En los últimos años fue a la deriva respondiendo al interés de las corporaciones.

–¿Y ninguno de los que hoy se mencionan como posibles candidatos a presidir el Comité Nacional –Mario Barletta, Juan Manuel Casella o Sandra Rioboó– representarían un cambio en ese sentido?

–No, porque no se lo están planteando. Ninguno hizo un mea culpa y dijo: tendríamos que haber votado la ley de medios porque siempre propusimos cambiarla o la reestatización de los fondos de jubilaciones. Se están peleando dentro del margen del 10 por ciento de los votos, pasándose facturas entre ellos. Con todo respeto, pero nosotros hemos decidido no formar parte de eso hace cuatro años. Y no denostamos a Raúl Alfonsín, al contrario, lo reinterpretamos y lo reivindicamos. Néstor Kirchner les ganó la pulseada a las corporaciones, Alfonsín lo intentó los primeros dos años de su gobierno y perdió. Es lo que nosotros hubiéramos querido hacer. Entonces, cuando Ricardo Alfonsín presenta el programa agropecuario en la Sociedad Rural, es claro que estamos en partidos políticos diferentes y también en veredas políticas diferentes.

–¿Considera que es el fin del bipartidismo como plantearon algunos analistas?

–La experiencia que tenemos es que en el interior del país, no en Capital, ni el Gran Buenos Aires o Rosario, todavía sigue siendo un Boca-River. Concertación-Forja es una alternativa para los radicales progresistas, que no pueden pasar del radicalismo al peronismo, pero sí del radicalismo a Forja para hacer una alianza con el Frente para la Victoria. Nosotros creemos que hay dos grandes veredas, una vereda nacional y popular, por un lado, y una vereda conservadora o neoliberal, por el otro. El radicalismo oficial está en esa vereda, y nosotros formamos parte de la otra sin perder de vista nuestros orígenes. Les decimos que dejen ese partido conservador que es hoy el radicalismo oficial y vengan a formar parte de este proyecto, a ser parte de la historia.

–¿Cuál es el futuro de ese espacio teniendo en cuenta que la transversalidad y la Concertación Plural fracasaron?

–Con la Concertación-Forja hemos logrado, en dos años, constituir el partido en seis distritos. Estamos constituyendo un partido político a nivel nacional. Estamos avanzando e interpelando a los radicales progresistas. El kirchnerismo excede al movimiento peronista. Las banderas históricas levantadas por el radicalismo, por el peronismo, el socialismo y el cooperativismo están sintetizados en este espacio. Por eso decimos que nosotros somos una opción diferente.