EL PAíS › LA CONVENCIóN NACIONAL DE LA UCR SE TRANSFORMó EN UNA CATARSIS COLECTIVA DE REPROCHES
Leopoldo Moreau se trenzó con Gerardo Morales. Las barras juveniles reprocharon el acuerdo Alfonsín-De Narváez. El fallido candidato presidencial ensayó una autocrítica. A la madrugada seguían deliberando y suspendieron la segunda jornada.
› Por Sebastian Abrevaya
Literalmente, los bandos históricos del radicalismo se trenzaron ayer en una batalla política como hace muchos años no sucedía. La Convención Nacional, que debía iniciar el debate de la reforma de la Carta Orgánica, terminó por convertirse en un escenario de agresiones, cruces verbales y hasta el revoleo de botellazos y tortitas de ricota. Los históricos dirigentes Luis “Changui” Cáceres y Leopoldo Moreau lanzaron la primera piedra con críticas demoledoras a la conducción del partido en los últimos diez años, encarnada por los alfonsinistas Gerardo Morales, Angel Rozas y el propio Ricardo Alfonsín. En simultáneo y al grito de “renovación”, una gran columna de jóvenes radicales irrumpió con una bandera gigante hecha de las boletas del 23 de octubre –con los nombres de Alfonsín y Francisco de Narváez– y la histórica consigna Nunca Más. El alfonsinismo se defendió de las acusaciones, justificó sus decisiones y en reiteradas oportunidades tuvieron que separar a varios de los convencionales para que la violencia no pasase a mayores, entre otros a los propios Morales y Moreau.
La Convención de la UCR se fue caldeando de a poco. Un grupo de jóvenes le dedicaban cantitos a los dirigentes al ingresar al Centro Asturiano en la localidad de Vicente López. “Olé olé, olé olé olá, con la derecha no pactamos nunca más”, le gritaron a Sanz y al intendente Ramón Mestre cuando llegaron juntos. Pero la situación subió varios tonos cuando Cáceres hacía uso de la palabra y la Juventud Radical, la Franja Morada y la Organización de Trabajadores Radicales decidieron copar la Convención. Además del cartel con el Nunca Más, otra bandera gigante llevaba la consigna: “Es la renovación, estúpido”. “Miren miren qué locura, miren miren qué emoción, el partido centenario está pidiendo a gritos la renovación”, cantaron hasta tapar las voces del orador y del presidente de la Convención, Hipólito Solari Yrigoyen.
“Queremos que devuelvan a la UCR por la senda de la socialdemocracia y el progresismo”, disparó Nahuel Ibazeta, titular de la Juventud, quienes finalmente lograron imponerse en el uso de la palabra. Después de los jóvenes y los estudiantes, llegó el momento más fuerte.
Moreau largó una catarata de cuestionamientos que tenía atragantados hace mucho tiempo: “Hace diez años los alfonsinistas perdimos la conducción en manos de una renovación boba que terminó abjurando de los principios de la UCR”, sentenció. Tal como publicó Página/12 el domingo, Moreau insistió con sus críticas a la actitud de la UCR por su voto en contra de la estatización de las AFJP, de la ley de ADN, la ley de medios y las retenciones. “Cómo es posible que por hacer antikirchnerismo bobo le dimos la espalda a nuestra historia”, remató. Además, propuso que para salir de la “crisis” radical es necesario crear una comisión amplia integrada por todos los sectores, ya que ningún dirigente “tiene la espalda tan ancha” como para sacar al partido adelante. “Me dicen que quieren hacer renunciar a los delegados por Santa Fe. Va a venir ese hombre con los papeles flojos”, remató Moreau en relación a la maniobra política para habilitar a Mario Barletta como futuro presidente del Comité Nacional.
Inmediatamente fue el turno de Morales. “Esta renovación boba se hizo cargo del partido después del 2 por ciento”, arrancó el jujeño y ex presidente del Comité Nacional. Como un rayo, Moreau se levantó y se le fue al humo. “Jujeño hijo de puta, ¿quién te crees que sos? ¿El dueño del partido?”, lo apuró antes de que los separaran. Mientras, la Juventud le gritaba: “Hijo de puta, hijo de puta” a Morales, desde la platea el alfonsinismo replicaba al grito de “Alfonsín, Alfonsín”. “Callate la boca, puto”, le gritaba a Moreau el diputado alfonsinista Juan Pedro Tunessi. Sin largar el micrófono, el senador se subió al escenario y siguió hablando. Desde las vallas le tiraron botellazos y parte de las viandas que habían recibido. “Recién me parecía estar en una convención de La Cámpora y no de la UCR”, le replicó el jujeño que se reivindicó parte de “una generación que no se caga”. Con una crudeza inhabitual, defendió el acuerdo con De Narváez: “Jugamos plata o mierda. Y salió plata. Pero con vocación de poder. Nunca se puso en riesgo la ideología radical”.
Luego subió al escenario Alfonsín y pidió “respeto”. La juventud no paraba de abuchearlo por su acuerdo con De Narváez en la provincia de Buenos Aires y por haberlos relegado de las listas. “Me hacen acordar a cuando los autoritarios no lo dejaban hablar a Alfonsín en la Sociedad Rural”, les espetó. Del otro lado levantaban en alto decenas de boletas rojas con su cara y los nombres de los peronistas José Scioli, Francisco de Narváez y Osvaldo Mércuri. “Algunos de los que ahora silban estaban acompañando a los que querían un acuerdo con Macri”, les recriminó el bonaerense, en relación a quienes apoyaron a Sanz y a Julio Cobos.
Inmediatamente, Alfonsín enumeró los motivos de aquel pacto. Dijo que no podían ganar las elecciones ni forzar una segunda vuelta sólo con el socialismo y el GEN; que fue una decisión táctica que obligó a Macri a declinar su candidatura. “Asumo las consecuencias, fue un error, pero el error no fue una desviación ideológica. Los errores se asumen, los errores se pagan y los errores se reparan. Seguiré trabajando y recorriendo el país”.
Después de esta enardecida catarsis colectiva, la Convención se calmó un poco. Todo indicaba que se aprobaría a la madrugada la necesidad de reformar la Carta Orgánica y de convocar a una nueva reunión para analizarla. La jornada prevista para hoy fue levantada. Con un día, al parecer, fue suficiente.
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