EL PAíS › REPORTAJE AL INTENDENTE DE LINCOLN
Reticente hasta que la Justicia hable, Jorge Abel Fernández admite que para él el caso está resuelto, pero que hubo cómplices todavía por descubrir. El problema de contener a las víctimas y a un pueblo entero.
› Por Emilio Ruchansky
Desde Lincoln
Para Jorge Abel Fernández, intendente reelecto del partido de Lincoln, el crimen de Tomás Dameno Santillán está resuelto. Pronto, dice, aparecerán más pruebas que implicarían rotundamente a Adalberto Cuello, ex pareja de la madre del niño de nueve años. El mandatario, de extracción peronista, sabe mucho más de lo que puede contar y lo aclara a cada rato. Sin embargo, viene alertando desde el día en que apareció el cuerpo sobre la posibilidad de que el principal sospechoso tenga uno o más cómplices. “A la madre le estamos brindando toda la ayuda para salir del shock emocional de la coyuntura, después veremos qué precisa para pasar lo peor, el duelo”, aseguró.
–Usted dijo hace poco que conoce a Cuello, pero sobre todo a su familia.
–A él lo conocía de vista, le llevo diez años, son dos colegios secundarios, hay una distancia. Pero conozco a la familia, que es grande, toda gente de trabajo, por lo general siempre han sido constructores. Es una actividad que inspira confianza como para que la gente los deje entrar en las casas. Fito, el tío, está casado con una señora con la que me crié toda la vida. Y al papá de Adalberto también lo conozco y al otro tío, incluso al primo: fue concejal por la Unión Cívica Radical.
–¿Cómo le cayó la noticia?
–Me cayó con mucha dureza, imagínese, fue muy violento. Aunque uno tenga un agujero en la vida (se refiere a la muerte de un hijo en un accidente) y lo puede ir llevando, es un asesinato de una criatura. Tiene un doble efecto, el del asesinato y el de la criatura.
–¿Se cruzó con ellos en estos días? Ellos dicen que es inocente.
–Me encontré a Fito y a uno de sus hijos, y los saludé. Al margen de cualquier circunstancia, la que tiene que dar el veredicto es la Justicia y el fiscal hizo un trabajo muy prudente, y muy coordinado, para poder encontrar el cuerpo de la criatura. Después me parece que siempre hay que ponerse en el lugar del otro y mirar el lugar del otro. Este muchacho Cuello nunca dejará de ser Cuello y para los Cuello es parte de su familia y a veces uno no puede diferenciar.
–Para usted el hecho está esclarecido.
–Para mí sí, no puedo decir cosas que tienen que decir la fiscalía y la Justicia. Pero sí. Conozco pruebas que no puedo mencionar.
–¿Qué opina de las criticas del Foro de Seguridad local al accionar de la policía linqueña?
–Son las discusiones que yo tenía con el doctor (León) Arslanian, sobre quienes integraban los Foros. La cosa pasa por ahí. Los Foros tienen que existir, la cercanía entre la policía y la comunidad tiene que estar, pero no se puede poner a cualquiera. Fíjese cuál es el grado de responsabilidad de algunos hombres del Foro, que ponen una soga a modo de horca. Para algo está la Justicia. En este caso, se actuó de forma coordinada, con claridad y con agilidad y se ha esclarecido el hecho. Ahora hay que esperar el tiempo, justo y necesario, para establecer una condena. Tres o cuatro personas pidieron que se echara a la cúpula policial, el resto no. Es el grado de madurez que tiene la sociedad linqueña, que en medio rastrillaje, donde se hicieron dos mil puerta a puerta, todos les abrieron a la policía, cosa que no es fácil.
–La fiscalía pidió custodiar las casas de los Cuello, ¿en su opinión hay ánimo de linchamiento?
–Creería que no, que no va a pasar. Si no se hubiera resuelto y hubiese crecido la presión podría haber ocurrido algo de eso. No voy negar que no hay una consternación profunda y una bronca contraída enorme en toda la sociedad argentina, no sólo la linqueña.
–Usted estuvo donde encontraron el cuerpo. ¿Cómo se llegó a él?
–Lo encontró Defensa Civil y no fue intuición. Habría un cierto olor que emanaba el cuerpo, por la descomposición, después de 48 horas. Entraron dentro de un montecito a ver si estaba oculto algo. Me llamó la atención, producto de pensar después y ahora estoy convencido de que lo han tenido guardado en otro lugar y lo han llevado ahí. La ley natural establece que cuando vos tenés un cuerpo extraño en un monte, los primeros que aparecen son los chimangos y los caranchos y no los vi rondando, me parece, es una intuición. De la misma manera, sostengo que alguien más lo tuvo que ver cuando lo levantaron cerca del colegio, y si subió a un auto, lo hizo sin que mediara fuerza, con alguien de sus afectos. Yo hablé con el papá y me dijo: “Mi hijo sabía con quién subía”.
–¿Cree que hay un cómplice? Ya lo viene dando a entender.
–Sí, es una intuición mía. Ojalá me equivoque.
–Fue al velatorio.
–Fui al sepelio, no es fácil acercarse a alguien que perdió al ser más querido. Hablé con el padre, un día antes de que aparezca el cuerpo, al otro día cuando vino a reconocerlo, lo tomé del brazo y le dije “fuerza”, es todo lo que podía decir. Lo vi después en el velorio. Y no me acerqué. Respeto los momentos de dolor y el duelo. Fue algo chiquito porque Timote es chiquito, si hubiera sido acá, hubiera venido la escuela entera y son muchos familiares y mucha gente. Pero hay que respetar la decisión de la familia. Si lo hicieron allá, bárbaro.
–¿Y la gente de Lincoln? ¿Qué percibe después de estos días?
–La gente está consternada, pero la vida continúa y la gente, es obvio, en estas primeras instancias todos tomarán más recaudos, pero no en todas las familias existe un psicópata. O alguien que te amenaza que te va a matar un chico. Esta es un poco la realidad.
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