Dom 20.11.2011

EL PAíS • SUBNOTA

La madre de Tomás, acompañada por psicólogos las 24 horas

› Por Emilio Ruchansky

Desde Lincoln

La madre de Tomás regresó en las primeras horas de ayer a Lincoln, tras el velatorio y el entierro de su hijo en Timote, partido de Carlos Tejedor. En el trayecto, Susana Leonor Santillán le comentó a Guillermo, su hermano, la acuciante situación económica que le espera, sin la pensión que recibía por Tomás ni el dinero que su ex, ahora preso, le debía pasar por el bebé de ambos. El trabajo que tiene en el restaurante de un hotel céntrico no le alcanza, dice su hermano, “porque no va todos los días, es sólo una changa”. Le faltó poco para terminar la secundaria en Timote. “Dejó cuando lo tuvo a Tomás”, asegura. Susana tiene 28 años.

Cuando llegaron, pasaron por la casa donde ella alquila un cuarto, sobre la calle 25 de Mayo, cerca del centro, e hicieron una mudanza. La municipalidad rentó un departamento, donde vivirá con una amiga que ella eligió: una moza del restaurante. “La llevamos a otro lado para sacarle un montón de cosas de la cabeza”, dice su hermano. Cerca suyo, en turnos rotativos de ocho horas, hay psicólogos de distintos organismos municipales especializados que la acompañan, quienes seguirán su estado en estos primeros días.

Su futuro, por el momento, está en Lincoln. Al menos eso le aseguró a su familia en Timote, donde escasean las fuentes laborales. “La ausencia, ese problema, lo va a seguir teniendo aunque se vaya al fin del mundo”, comenta Guillermo. En Lincoln no se habla de otra cosa. Ayer, por ejemplo, cuando cesó la lluvia, tres señores debatían sobre el significado de la palabra psicópata. Uno, muy seguro, les decía que era “alguien que te podía matar como a un perro porque para empezar no siente pena, ni siquiera por los perros”.

Estaban sentados en un bar, frente a la plaza principal, que ocupa dos cuadras y no tiene calesita ni juegos para los niños ni un arenero. Sí hay una placa en memoria del agrimensor Telmaco González, quien cumplió con un decreto de Dardo Rocha, de 1865, y una década después “fundó el mojón del centro geográfico”. Más tarde, del otro lado de la plaza, dos de los tres señores asistieron puntuales a la misa, tras la campanada de las 20. La iglesia está muy concurrida y de a ratos, como un mantra, los fieles cantan: “El Señor es mi pastor, nada me puede faltar”.

Aunque el pueblo esté de luto, los jóvenes no se privan de pasear en auto escuchando música a un volumen considerable. Es sábado y el desfile de autos y camionetas de alta gama no cesa. No se sabe qué deshizo la marcha convocada para pedir justicia por Tomás para ayer a las 19. Influyeron la lluvia y el viento, también la rapidez de los tiempos judiciales. Frente a la casa donde vivía Tomás todavía se ve un llamativo cartel pegado: “Se busca a Melina”. Abajo hay una foto de una joven y se ofrece un sandwich de jamón y queso de recompensa. Los colgaron sus familiares para festejar el cumple de 15 de la joven.

Nota madre

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