EL PAíS › OPINION
› Por Estela Chardon *
La incorporación de las técnicas de reproducción asistida (TRA) como una de las formas que la sociedad tiene para formar una familia es un paso importantísimo del proyecto de reforma del Código Civil, al igual que el reconocimiento de la voluntad procreacional como determinante del vínculo filiatorio. Las diversas técnicas de fertilización han modificado los modelos familiares que –desde hace ya muchos años– se han ido transformando y dando lugar a nuevas configuraciones familiares. En nuestro país nacen niños por estas técnicas desde hace más de 25 años; es una realidad que exige, por parte del Estado, la implementación de un marco legal para su aplicación.
Si bien la reforma del Código es un comienzo que valoramos, lo que terminará de dar forma a dicho marco será una ley promulgada por el Congreso Nacional. Esperamos que sea este gobierno, a través de iniciativas del Poder Ejecutivo y/o mediante su representación mayoritaria en el Congreso, el que sea capaz de incorporar una mirada diferente sobre estas técnicas, que contemple la necesidad de respetar el derecho constitucional a la identidad de todos los nacidos por TRA que empleen gametas de terceros, es decir en los casos de donación de semen o de ovodonación. Actualmente en nuestro país estas prácticas no respetan dicho derecho porque la donación se realiza anónimamente. Esto implica una clara violación al derecho de las personas nacidas de acceder a información básica para la constitución de su identidad.
Si una persona nacida por donación de gametas, una vez alcanzada la mayoría de edad desea por cualquier motivo acceder a los datos del donante, sólo podría ejercer su derecho a hacerlo si en la ley de fertilización asistida se contempla la creación de un Registro de Donantes donde se resguarde la información y se controle la cantidad de nacidos del mismo donante, para evitar aberraciones como que el mismo donante haya contribuido al nacimiento de más de 150 niños, lo que ha ocurrido recientemente en Estados Unidos.
¿Por qué muchas personas insisten en mantener la donación anónima? Porque dicen que, si no lo es, habrá menos donantes. Desde Concebir, y como madre de dos hijas nacidas por ovodonación, les digo: si un donante no se siente capaz de conocer a la persona nacida de sus gametas, entonces mejor que no done: no está preparado para hacerlo.
En muchos países del mundo ya se ha eliminado la donación anónima como consecuencia de los múltiples reclamos de los nacidos por donación que debieron recurrir, como en el caso de Canadá, a largas demandas legales que incluso llegaron a la Corte Suprema de Justicia de ese país, donde finalmente lograron este reconocimiento incluido en la Convención de los Derechos del Niño.
En Argentina, donde tanto hemos luchado por el respeto a los derechos humanos, donde el derecho a la identidad es un valor de máxima jerarquía y una conquista histórica que nos enorgullece, esto debería estar fuera de discusión.
Si los derechos humanos han sido siempre prioridad para este gobierno; si la mayoría de los argentinos vemos con horror los abusos realizados; si es posible educar y apoyar a los donantes para que comprendan el significado y las consecuencias de su donación; si es posible criar hijos felices aunque no se esté vinculado genéticamente a ellos (como ocurre en la adopción); y es posible respetar y proteger el derecho a la identidad de los nacidos creando un registro al que puedan acceder siendo mayores: ¿por qué no lo hacemos?
* Asociación Concebir.
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