Lun 28.04.2003

EL PAíS  › RODRIGUEZ SAA DENUNCIO FRAUDE EN LA PRIMERA ELECCION QUE PIERDE

Al Adolfo se le desdibujó la sonrisa

› Por Martín Piqué

“Las informaciones que tenemos demuestran categóricamente que estamos ante los primeros pasos de la orquestación de un fraude”, acusó Alberto Rodríguez Saá, el hermano. Con tono imperativo, sin permitir las repreguntas, el candidato a gobernador reveló la sorpresa y la furia que circulaban en el entorno del puntano. Los números que mostraban los “medios nacionales”, la ruptura de la veda electoral y los sondeos de boca de urna habían irritado los nervios de allegados, colaboradores y del propio candidato. “Lo que está saliendo en los medios es absolutamente mentiroso, y es el prolegómeno de un fraude”, agregó el hermano, en su rol de vocero público para las malas. Era la segunda vez que pronunciaba la palabra “fraude”. Pero el tono acusatorio se fue disipando con el paso de las horas. La gobernadora Alicia Lemme se limitó a dar los porcentajes que Rodríguez Saá había logrado en su provincia: 89,15 por ciento de los votos, contra 3,85 por ciento del segundo, que fue Ricardo López Murphy, y 3,09 de Elisa Carrió. La tensión se desbordó a la medianoche: el Adolfo sólo agradeció a su gente desde el balcón mientras los periodistas miraban y eran insultados por los manifestantes.
Los datos iban llegando, pero el candidato se mantenía en silencio, ensimismado en su círculo más íntimo. Estaba encerrado en el despacho de la gobernación, ese que conoce tan bien –lo ocupó durante 18 años–, acompañado por su hermano Alberto, su hermana menor Zulema, sus hijos Santiago y Adolfito, la gobernadora Lemme y la senadora nacional por San Luis, Liliana Negre de Alonso. Hasta las siete y media de la tarde, Alberto, de camisa negra, había aparecido tres veces en el salón blanco del edificio provincial, preparado ayer como centro de prensa y cómputos. Cada vez que apareció, lo hizo con una pila de papeles desordenados y gestos inflamados para con algunos movileros. “Estamos ganando. Somos muy optimistas”, dijo la segunda vez. Pero adentro de la oficina de Lemme, el candidato y sus allegados observaban cuatro televisores en simultáneo. Y el clima empezaba a ser cauto, más realista.
A las nueve y media, un operador y miembro del comando superior del Movimiento Nacional y Popular (MNyP), resumía el clima que se vivía cerca del “Adolfo”. “Para nosotros esto todavía no es una tendencia, aunque sí son números significativos”, respondió ante una pregunta de Página/12. “¿A quién votarían si se confirma el ballottage entre Menem y Kirchner?”, repreguntó este diario. “Lo deberíamos hablar en la reunión del martes en el comando. Pero si quiere saber lea los 125 puntos”, contestó el dirigente. El texto con las medidas de Rodríguez Saá tiene un claro perfil productivista, con cierto fundamento neokeynesiano y una constante apelación a lo nacional. En principio, se parece más al discurso que postula Kirchner que a las propuestas ortodoxas de Menem. Si la tendencia se concreta finalmente en las urnas, la definición sobre la segunda vuelta será vital para “el Adolfo”. El puntano, seguramente, intentará mantener unida a su fuerza, y para eso ésta debería actuar en forma colectiva el 18 de mayo.
Claro que ésa no será una cuestión fácil para Rodríguez Saá, que agrupó junto a sí a una heterogénea base política. Una alianza con Kirchner, por caso, implicaría un acercamiento a Eduardo Duhalde, con quien el puntano tiene un encono histórico. Y además complicaría la campaña del ex carapintada Aldo Rico, un rival directo del duhaldismo en la provincia de Buenos Aires. Dilemas difíciles de resolver, que comenzaron a aparecer en escena a medida que llegaban los números del escrutinio. A esa hora, el propio Rodríguez Saá ya estaba en la gobernación. Ocho horas antes, en cambio, la sensación que transmitía el candidato era muy diferente. Pura sonrisa, había llegado caminando a su lugar de votación, la mesa cuatro dela Universidad Nacional de San Luis. Aunque todos esperaban que apareciera en un auto de vidrios polarizados, él quiso diferenciarse y dar la nota. A las doce del mediodía, caminó seis cuadras junto a su hermano Alberto desde su bunker de la FISAL. Sólo interrumpió su sonrisa para criticar al gobierno nacional. Horas después denunciaría fraude hasta que su vice, Posse admitió la derrota.

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