Lun 28.04.2003

EL PAíS  › OPINION

¡Viniste, papá!

› Por Luis Bruschtein

En una escuela municipal, la maestra preguntó a los chicos si sabían quién era el presidente. La mayoría no sabía; algunos dijeron “Bush” y un grupo importante dijo “Menem”. Algunos pensaban que había dos presidentes. “¿Y a quién votarían el domingo?”: “A Menem”. Un usuario más o menos habitual de la oficina le preguntó al funcionario público por quién iba a votar. “Por el presidente” afirmó. “Pero si Duhalde no se presenta como candidato”, insistió el hombre, algo confundido. “¿Qué Duhalde?”: “Menem”, contestó el funcionario dando a entender con cierto desdén que el riojano es el único que reúne los atributos de tal posición. Un taxista insistía con la misma idea: “¿Vio que al único que le siguen diciendo señor presidente es al turco?, a ninguno de los otros los llaman así”.
El carnicero fue más allá: “Usted vio que después del desastre se decía que el dólar se iba a disparar, que iba a llegar a diez pesos, que se venía otra vez la hiperinflación, un desastre. ¿Por qué no pasó eso, eh? ¿Se acuerda de que Menem viajó a Estados Unidos? Bueno, ahí se reunió con Bush y arregló todo con los norteamericanos y entonces el dólar se quedó quieto”. El mismo Menem, cuando el dólar bajaba sin cesar y pasó la barrera de los tres pesos, explicó que los mercados se habían calmado porque tenían las encuestas reales que lo daban como ganador en la primera vuelta, sin necesidad de ballottage.
Los chiquitos del jardín de infantes, el funcionario público, el taxista y el carnicero tienen algo en común. Para ellos, los contenidos, los programas, la situación general del país no tienen peso en relación con el imaginario profundo que echó raíces durante los años ‘90. Los atributos del poder se condensaron en una persona, se hicieron sinónimos y además inevitables, igual que el lugar de un padre en el imaginario de un niño que no puede concebir ese lugar para otra persona.
A muchos sorprendió el anuncio de la paternidad en medio de la campaña. “Cuando nacen, los niños vienen con el pan debajo del brazo, y éste, además del pan, trae el bastón presidencial bajo el brazo”, dijo el riojano en su discurso en River al cerrar la campaña. Se sacó fotos con un par de escarpines para la tapa de la revista Caras y agregó que el bebé Menem viene con pan para todos los argentinos.
Pero el eje del discurso del futuro papá fue la represión: “Vamos a impregnar las calles con las Fuerzas Armadas”, dijo también en River. Y propuso usar como cárceles los regimientos que no se usan, bajar la edad de inimputabilidad y advirtió a los movimientos piqueteros que aplicará mano dura. Se trata de un padre severo.
Es posible que la estrategia menemista fuera tratar de ocupar ese lugar en el imaginario de un sector de los argentinos, lo suficientemente importante como para permitirle ganar esta primera vuelta. Más allá de los esfuerzos del menemismo, resulta claro que encontró también campo propicio para hacerlo.
Es extraño, porque la imagen familiar de Menem no es lo que podría definirse como ejemplar. De hecho, su núcleo familiar terminó destruido durante su paso por el poder: su esposa y los hijos fueron desalojados por la policía menemista de la quinta de Olivos; el hijo falleció en un accidente que su madre asegura que no fue tal sino una venganza por cuestiones políticas del padre; la hija no le habla y finalmente contrajo matrimonio con una mujer que tiene la mitad de su edad.
Pese a todo, el ganador de la primera vuelta supo instalarse en ese lugar del imaginario de un amplio sector de los argentinos. Puede ser a pesar de, o a causa de. Porque es posible que en un lugar no tan profundo ésa sea la imagen paterna para muchos, una imagen de poder que tiene más de severa que de protectora.
En la colección de referencias sobre el voto menemista hubo otra que no tiene que ver con esta cuestión: la empleada doméstica de un departamento de Barrio Norte le preguntó a la portera por quién iba a votar. “Por Menem”, fue la respuesta. Las objeciones de la mujer fueron claras:”¿Estás loca? Con Menem, todos los de acá (por los vecinos del edificio) se quedan sin trabajo y vos adónde vas a ir”.

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