EL PAíS
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La profecía que no fue
Por Ricardo Romero*
Como un mago sacando un “conejo de la galera”, los encuestólogos nos presentaban al ex ministro de Economía del gobierno de De la Rúa como el probable candidato a disputar el ballottage, generando una inducción hacia una profecía autocumplida o, en última instancia, encubriéndose en un error estadístico. Pero, ¿estaba López Murphy en la 2º vuelta? Lo cierto es que los gurúes electorales instalaron mediáticamente esa probabilidad. Es claro que la derecha siempre tuvo un piso histórico del 10%, del cual parte el autodenominado “Perro Buldog”, y que restando partes de votos radicales y neoliberales que estaban con Lilita o Menem hacían verosímil la afirmación, pero sin embargo, había algo que no se evaluó y dejaba claro la imposibilidad de este diagnóstico.
Los encuestadores partían de la idea de un ciudadano “libre” que llega a una elección, racional o no, siguiendo un objetivo determinado. Esta imagen es vista risueñamente por un puntero provincial o municipal. Así es que, en las provincias donde se perfilan apoyos gubernamentales, se cristalizaron tendencias hacia los candidatos bajo el entramado de las relaciones clientelísticas, marcando la base electoral de los mismos, como en San Luis, Santa Cruz, La Rioja o según cómo juegue cada provincia. Esto dejó la contienda real en los centros urbanos en que se priorizan clivajes sociales e ideológicos, y de donde salen las encuestas. Es aquí donde se van a dirimir los aparatos partidarios. Por eso, podía ser que la intención de voto marcase la presencia de López Murphy, pero: ¿realmente podía competir con estas estructuras?
No pienso que “Talibán del Mercado” haya sido una víctima desprotegida de las redes del sistema político. Lo que quiero subrayar es un tema central para la ciencia política: para llegar al gobierno hay que tener poder. O sea, fuerza social organizada que permita garantizar la viabilidad del proyecto político y fiscalizar su concretización. En este aspecto, López Murphy tenía un largo trayecto a recorrer, so pena de convertirse en un Collor de Melo. Valga recordar que Collor también (subrayo el también) fue una creación mediática ante la crisis del PMDB y el PDS en Brasil.
Lamentablemente, en la Argentina lo que falta no es un Collor sino un Lula con aptitud para competir.
Como fuera, el domingo pasado quedó postergada la ilusión política del establishment de poner un economista de derecha en el gobierno. Creo que el 18 de mayo el destino del país marcará la confrontación entre dos proyectos reales de poder, donde Argentina buscará su destino.
* Politólogo de la UBA.