Dom 29.07.2012

EL PAíS  › OPINION

Vientos, mareas, ciclos

Respuestas oficiales a la coyuntura, cercanas o posibles. Las de siempre: jubilaciones, Asignación Universal por Hijo, salario mínimo, vital y móvil. El desendeudamiento, otra política constante. Medidas anticíclicas made in 2012: programa de viviendas, obras públicas, créditos para inversión. La gestión de las nuevas movidas, desafíos y expectativas.

› Por Mario Wainfeld

Agosto será el mes de los Juegos Olímpicos, también empezará el campeonato de fútbol. La teleplatea (“la gente”) tendrá con qué entretenerse, pero nada la distraerá de sus intereses y necesidades ni frenará sus demandas. En un año difícil, el Gobierno va acentuando el intervencionismo económico, que siempre fue su tendencia. En el mes próximo o antes de que llegue la primavera se concretarán medidas que forman parte del acervo kirchnerista y se irá viendo la suerte de un grupo reciente de movidas anticíclicas, made in Argentina 2012. De ese conjunto dependerá el devenir del crecimiento, el mercado interno y el empleo, pilares del “modelo”.

El desendeudamiento externo es una política constante que tendrá un hito en la semana que empieza mañana, cuando se salden los Boden 2012. Serán más de 2200 millones de dólares, que se cancelarán con reservas del Banco Central. El esfuerzo fiscal es inmenso, sobre todo porque en el actual contexto es ilusorio imaginar que la mayor parte de esos billetes verdes busque otro destino que el consabido “colchón”. Las reservas mermarán, entonces, y será entre arduo e imposible restaurarlas en los próximos meses. De cualquier forma, bastarán para mantener la iniciativa contra la “patria devaluacionista”. La contrapartida, virtuosa y consistente con la praxis de nueve años, es el achicamiento de la relación entre PBI y deuda externa al mejor nivel desde 2003. O por decirlo de otro modo, al mejor (lejos) desde la restauración democrática. Con ese oxígeno el horizonte inmediato estará más aliviado, en términos financieros y, last but not least, de autodeterminación económica.

Las restricciones, en buena hora reguladas, a la compra de dólares con fines de atesoramiento y el afán de “desdolarizar” el mercado inmobiliario comulgan con ese paradigma. La soberanía política bien entendida se defiende con caja robusta, los dólares son sustanciales. La aplicación rústica de la, de por sí peliaguda, transición deja tendales de damnificados, acaso una mayor previsión se podía haber minimizado el impacto. Sin reconocer verbalmente errores, que los hubo y hay, el Gobierno los repara parcialmente: va adecuando las operatorias para viajes y la de las remesas de los trabajadores que migraron de países vecinos. Son retoques fundamentales. La estilización deberá ir llegando respecto de las importaciones de insumos básicos para la industria, que no se pueden suprimir de un plumazo, ni ser objeto de medidas ecuménicas. La sintonía fina debe signar la etapa, el discurso público lo señala... la praxis no siempre acompaña.

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Caja de herramientas: En la caja de herramientas clásica espera su turno el aumento a los jubilados, con fecha y coeficiente estipulados por ley. Será en septiembre, aunque acaso la presidenta Cristina Fernández de Kirchner adelante el respectivo anuncio si el porcentaje es razonable. No alcanzará la marca de marzo (17,5 por ciento), pero en la Casa Rosada se espera que el acumulado anual iguale o supere la media de las paritarias, que ronda el 24 o 25 por ciento anual.

La Asignación Universal por Hijo (AUH) se puso en vigencia por decreto. Fue una respuesta hábil a la coyuntura que se puso en práctica, pero que ahora podría mejorarse cualitativamente dándole rango de ley. La importancia del derecho lo amerita o hasta requiere, la correlación de fuerzas parlamentarias lo viabiliza.

Según el no especialmente original criterio de este cronista, sería deseable que se estableciera un mecanismo de actualización semestral, similar en concepto, pero no forzosamente idéntico al de las jubilaciones. Lo que es innegable y acuciante, como apuntó el consultor Artemio López días atrás en Página/12, es poner al día el monto de la AUH, que está anclado desde septiembre de 2011 y queda carcomido por la inflación.

El salario mínimo vital y móvil, que fue acordado en agosto de 2011, también será actualizado. La usual convocatoria al Consejo Nacional del Empleo, la Productividad y el Salario Mínimo Vital y Móvil se complejiza por la disputa entre “las dos CGT”. El Gobierno debe decidir qué hacer con Hugo Moyano. Desde la óptica del líder camionero, su silla en el Consejo está garantizada por doble vía. Primero y principal, porque ha sido reelecto en la CGT. Y porque, en el peor de los casos, su mandato fue prorrogado por el Ministerio de Trabajo mientras se sustancian los trámites de impugnación del congreso de Ferro. En el oficialismo hay menos certidumbres y precisiones. Hay quien entiende que, en la nebulosa legal, habría que admitir la presencia de las dos CGT. Y hay quien piensa en la posibilidad de argüir que, al armar una Central no reconocida y paralela, Moyano quedaría afuera por propia voluntad.

A los ojos de este cronista, sería muy desprolijo en la incertidumbre actual prescindir de Moyano. Desde luego, si Moyano participara, el trámite podría ser tormentoso y servir de tribuna al líder camionero, lo que no solaza al Gobierno, por decirlo con un eufemismo.

En cualquier supuesto, la idea oficial es un trámite veloz sin fecha determinada aún. Procuraría la aprobación de los sectores afines de la CGT y la CTA, descontando el rechazo enérgico de las centrales opositoras.

El aumento, es norma, se encripta hasta el final, pero es casi inexorable que sea similar a la media de las convenciones colectivas. Puesto en guarismos redondos, más del 20 por ciento y menos del 30 por ciento sobre los actuales 2300 pesos. O sea, en el orden de los 550 pesos, dejando a salvo que el kirchnerismo siempre se guarda la decisión final.

Las jubilaciones, la AUH, los incrementos salariales son rutinas de mediados de año, instrumentos habituales. Las medidas anticíclicas que se desgranarán en los párrafos que vienen fungen de réplica al desafío de la coyuntura: nadie puede aseverar hoy día si terminará siendo más o menos dura que la de 2009. El poder político del kirchnerismo es más firme que entonces, medido en legitimidad electoral reciente y representación en el Congreso Nacional.

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Contra el viento de proa: Antonio Caló, secretario general de la UOM y todavía aspirante a la titularidad de la CGT, resaltó la existencia de la inflación. El mensaje apunta a instalar que no habrá un gremialismo pasivo y, tal vez, a anticipar un escenario que preocupa al Gobierno. Es la perspectiva de reclamos masivos de reapertura de las paritarias en el último trimestre del año, si la percepción compartida es que la inflación se devoró los aumentos. La falta de indicadores confiables torna gaseosos y subjetivos esos cálculos, una responsabilidad derivada de la torpeza oficial en el Indec. La inflación sigue siendo un problema que el Gobierno conoce, pero que no asume en público. Ningún índice es creíble, ni los oficiales ni los dibujos que propone la oposición parlamentaria, la incertidumbre magnifica un problema real.

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El empleo, día a día: La evolución del empleo es seguida de modo más orgánico por el Gobierno. A despecho de los remilgos del kirchnerismo ante las reuniones de Gabinete, hay encuentros regulares entre varios ministros y secretarios. Economía, Trabajo, Industria son de la partida y, como no podía ser de otro modo, el mega y multisecretario Guillermo Moreno.

Los datos de actividad son seguidos día a día. Los índices van más despacio que la realidad, recién se van conociendo los de mayo. El arsenal de herramientas que manejó Trabajo con destreza en 2009 se mantiene. Por ahora, el Programa Repro, que paga salarios a personal de empresas en problemas para evitar despidos o suspensiones, mantiene su marca de 2011, alrededor de 29.000 trabajadores. Es un número manejable, se teme con buenos fundamentos que crezca. Por ahora, no hay despidos masivos, sino suspensión de horas extras o discontinuación de contratos precarios. Son dos situaciones muy diversas: la primera afecta a ramas aventajadas del sistema productivo, la segunda, a los laburantes más desprotegidos en materia de estabilidad, remuneraciones y cobertura extra salarial.

La apuesta oficial es que el segundo semestre sea más desahogado, una vez desembolsado el toquito de dólares del Boden, ingresos por retenciones a la soja y reactivación de Brasil mediante. Se espera a Dios rogando porque un par de esas variables son exógenas. Y con el mazo dando porque hay acciones muy potentes direccionadas a promover obra pública, inversión y generación de trabajo. Las más vistosas y fundacionales son el programa de viviendas Pro.Cre.Ar., el programa de créditos a la inversión impuesto por el Banco Central a la banca privada y un par de proyectos de construcción ligados a la actividad ferroviaria (renovación del FFCC Sarmiento y soterramientos entre ellas).

La obra pública es, entonces, un eje fundante. Se ha ralentado mucho en provincias (no sólo en Buenos Aires) y municipios. También a nivel nacional, tema que se discurre en las revividas reuniones entre el ministro de Planificación Julio de Vido y los intendentes bonaerenses. Los cónclaves tienen otros ingredientes políticos, por lo pronto “armar” la provincia en el marco del distanciamiento con el gobernador Daniel Scioli. El menú se completa con algunas medidas que afectan la recolección de basura, inimaginables cuando Moyano era aliado del Gobierno. Eran reclamos de los intendentes que el gobierno nacional frenaba, en otro contexto.

Volvamos al núcleo. Todas las acciones vinculadas con el ferrocarril son obra pública, pongámosle convencional, mano de obra intensiva por definición.

El plan de viviendas Pro.Cre.Ar. es más novedoso y con múltiples pretensiones. Abarca dos subsistemas: edificación de barrios en tierras públicas afectadas a ese fin y construcción de viviendas para ciudadanos propietarios de terrenos. Esta última es la que viene articulándose con más velocidad, por las dificultades burocráticas de la otra. Se sortearon más de 11.000 créditos y empezaron a gestionarse más de 10.000. El afán del Gobierno es que los créditos empiecen a pagarse en cuestión de noventa días (fines de octubre) e ir promoviendo otros sorteos. Entre ellos, todo lo indica, seguirán predominando los “terrenitos”, aunque es forzoso dar respuesta a los ciudadanos que respondieron a la otra convocatoria. Si se mira el calendario, da la impresión de que el período más dinámico, así sea muy buena la implementación, sucederá en 2013. De cualquier forma, se hacen cálculos tentativos más inminentes en la Rosada, en Trabajo y en zonas de influencia. Se supone, con buena lógica, que los beneficiarios que reciban plata pondrán manos a la obra a toda velocidad. Y se proyecta que cada casa puede requerir cuatro trabajadores. Multiplicados por miles es una hipótesis estimulante. Habrá que ver.

Los créditos del Banco Central, primera traducción social fáctica de la reforma de la Carta Orgánica, van venciendo las resistencias del sector financiero, chúcaro a todo esfuerzo o compromiso. La titular del Central Mercedes Marcó del Pont les explicó a los popes de los bancos que la movida no tiene retorno. Y la Presidenta les dio un par de rapapolvos en público. Hoy y aquí, en el Central y en Olivos cunde el optimismo, que se aderezará con pressing y control. La percepción dominante en el Gobierno es que los bancos se cargarán las pilas y que los créditos se irán poniendo en marcha. La implementación de cualquier normativa inédita insume sus plazos, lo cierto es que los créditos deben estar asignados antes de fin de año. De nuevo, lo que es menos certero es que sus efectos, que serán posteriores, se hagan sentir en 2012. Pero la magnitud de los desembolsos alienta esperanzas firmes en un porvenir no tan remoto.

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Mejor estar acá: Lo epocal: una crisis machaza parida en Europa, conducida (es un modo de decir) por una dirigencia política obstinada en medidas antipopulares y recesivas de pálpito. En este Sur, rara contingencia histórica, los países emergentes están mejor parados en materia económica. La política, asimismo, pinta mejor. Los dos más grandes de este Sur están regidos por gobiernos diferentes, pero que concuerdan en objetivos estratégicos, en tener alta legitimidad, revalidada por partida doble en las urnas.

En la Argentina, el Gobierno repite sus mejores reflejos y flaquea en flancos tradicionalmente débiles. En promedio, acentúa la intervención estatal, enfatiza su obsesión por el mercado interno, el desendeudamiento y el empleo. Las nuevas movidas no se agotan ni se plasman en los anuncios: deben pasar por la prueba ácida de la gestión y la respuesta social.

En Europa, la suerte está echada. Acá, la partida se está jugando. Seguro que es mejor esperar la resolución en este confín del mundo.

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