Sáb 17.05.2003

EL PAíS  › KIRCHNERISTAS Y ARISTAS DIALOGAN

Lilita puso los límites

El vicegobernador de Mendoza, González Gaviola, se encontró con el
ex candidato a vice del ARI, Gustavo Gutiérrez, para ofrecerle que se sumen al gobierno de Kirchner. Carrió rechaza posibles acuerdos.

› Por José Natanson

El kirchnerista vicegobernador de Mendoza, Juan González Gaviola, conversó con el ex candidato a vice del ARI, Gustavo Gutiérrez, sobre la posibilidad de que seguidores de Elisa Carrió ocupen cargos en el nuevo gobierno. Este fue, hasta ahora, el único contacto concreto entre el ARI y un hombre cercano al presidente electo. Carrió, sin embargo, fue terminante. “Al que agarra algo lo expulso”, dijo la chaqueña el jueves pasado, en una reunión de la mesa directiva de su partido en la que algunos dirigentes cuestionaron su decisión.
El frepasista González Gaviola asumió como vicegobernador de Mendoza en 1999 gracias a la Alianza con el radicalismo. Enfrentado desde siempre al otro sector del Frepaso local, que lideraba Alberto Flamarique, González Gaviola abandonó el partido de Chacho Alvarez para formar su propia fuerza, el Frente por Mendoza. A mediados del año pasado se acercó a Kirchner y se convirtió en su referente provincial. El 29 de setiembre, Kirchner aprovechó un seminario de “equipos y programas de gobierno” en el Hotel Panamericano para presentar en sociedad a su flamante aliado, que disertó sobre “los desafíos de la política”.
En Mendoza, González Gaviola conversó con Gutiérrez, a quien conoce desde siempre. Le propuso explorar “un acuerdo de gobernabilidad amplio” para que dirigentes cercanos a Carrió asuman como funcionarios de la nueva administración. Fuentes del ARI aseguraron que el diputado demócrata agradeció el interés, aunque agregó que la chaqueña se opondría de forma terminante al desembarco de alguno de los suyos en el nuevo gabinete .
El ofrecimiento de González Gaviola no es casual. El vicegobernador integra, junto a dirigentes como Rafael Bielsa o Jorge Sigal, el grupo de seguidores de Kirchner que no milita en el PJ y que busca por todos los medios balancear el peso de la estructura duhaldista en el nuevo gobierno. Consciente de que debe buena parte de su triunfo a Duhalde, Kirchner quiere evitar que el poderoso aparato bonaerense condicione su futura gestión.
Designar dirigentes de otras fuerzas políticas es un modo elegante de neutralizar la influencia de Duhalde. Los radicales están prácticamente descartados, por su probada ineptitud gestionaria y su irrelevancia electoral. Ricardo López Murphy quizás pueda aportar más en términos de imagen, pero sus convicciones programáticas lo ubican bastante lejos de Kirchner. Queda el ARI que, además de cierta cercanía ideológica con el nuevo presidente, podría ofrecer el prestigio de una fuerza nueva, limpia y con muchos votos.
Por eso, además de la charla entre González Gaviola y Gutiérrez, en el ARI escucharon versiones que indicaban que Kirchner se comunicaría con Carrió o algunos de sus operadores para tentarlos con cargos en el gabinete. Ayer, el diputado Eduardo Macaluse desmintió en forma terminante una versión que lo mencionaba como futuro ministro de Educación. “No me ofrecieron nada y, si fuera así, tampoco aceptaría”, sostuvo.
La desmentida sintoniza con la línea oficial del ARI, expresada por Carrió en la reunión partidaria del jueves. “Vamos a analizar las iniciativas parlamentarias una por una, y en cada caso vamos a decidir. No vamos a obstaculizar, pero tampoco vamos apoyarlo ciegamente y mucho menos a cogobernar. Al que agarra algo lo expulso”, dijo la líder del ARI.
No todos estuvieron de acuerdo. Mario Cafiero, que renunció a la candidatura a gobernador del ARI con críticas a Carrió, encabezó el sábado pasado un plenario de la línea interna que lidera para expresar su apoyo a Kirchner. En la reunión del jueves, Cafiero cuestionó la decisión de la chaqueña. “Al menos podríamos sentarnos a conversar una agenda”, protestó.
Rafael “Balito” Romá es, junto a Graciela Ocaña, el dirigente de mayor confianza política de Carrió. José Vitar tiene también una excelente relación con la diputada. Aunque no criticaron la posición, que comparten en lo esencial, sí objetaron el tono terminante utilizado por Carrió. Ninguno de los tres, ni siquiera Cafiero, defendió el reclamo de espacios en el nuevo gobierno. No hubo una discusión a los gritos ni un debate de varias horas. Fueron, simplemente, diferencias de criterio a la hora de pensar cómo se parará el ARI frente al futuro gobierno. “Ellos vienen del peronismo y tienen otro enfoque: creen que hay que esperar antes de hacer una oposición fuerte, que hay que tener en cuenta la resistencia que ya está generando Kirchner en el establishment. Lilita tiene miedo de que cualquier gesto de acercamiento se lea como una claudicación, que la identidad del ARI se diluya en el PJ”, sintetiza un dirigente que participó de la reunión pero permaneció al margen del debate.

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