Dom 25.05.2003

EL PAíS  › LA ERA K
UNA ENCUESTA MUESTRA LO QUE LA GENTE ESPERA DEL NUEVO GOBIERNO Y LA IMAGEN DE KIRCHNER

La prioridad es el empleo y la asistencia social

Las expectativas son positivas y la imagen del nuevo presidente genera optimismo. El tema excluyente es, como para los dos últimos gobiernos, la desocupación y la pésima situación social. Lo que dicen de las privatizadas y de la deuda externa.

› Por Raúl Kollmann

Néstor Kirchner asume en un marco de buenas expectativas que se basan, no en que la gente le reconozca grandes dotes personales, sino en que se piensa que puede haber gobernabilidad e innovación política. Esto le abre un crédito inicial, pero el flamante primer mandatario afronta una agenda de temas que son casi los mismos que se plantearon al inicio de los mandatos de Fernando de la Rúa y Eduardo Duhalde: en primer lugar, y como problema excluyente, la desocupación. Todo lo demás es secundario. Pero también la gente opina, está atenta y vigilante, en otras cuestiones que considera de máxima importancia: la deuda externa y las empresas privatizadas. En ambos, el ciudadano medio cree que el gobierno debe tomar el toro por las astas, pero no cediendo a las presiones. Debe negociar la deuda, con quitas y bajas en las tasas de interés: ni mantener el default por tiempo indeterminado ni pagar mansamente. En el terreno de las privatizadas, también cree que debe haber negociación, pero considera ilegítimo cualquier aumento de tarifas.
Las conclusiones surgen de una encuesta realizada especialmente por la consultora Opinión Pública, Servicios y Mercados (OPSM), que lidera Enrique Zuleta Puceiro. En total se entrevistaron a 800 personas por teléfono en el marco de un estudio que se llama Monitor de Tendencias Económicas y Sociales. Los encuestados fueron de todo el país y se respetaron las proporciones por edad, sexo y nivel económico-social. La coordinación estuvo a cargo de Isidro Adúriz y Julián Lisa.
El ambiente de optimismo surge de un trabajo realizado por la consultora Rouvier y Asociados que confirma los estudios que tienen casi todos los encuestadores: el 70 por ciento recibe al Presidente con buena onda, optimismo, mientras que el 14 está pesimista y el 10 por ciento no se inclina ni por una postura ni por la otra. Se trata de un respaldo muy diferente, por ejemplo, al que tenía De la Rúa, ya que al radical se lo conocía mucho y había bastantes expectativas sobre su capacidad de gestión y transparencia.
“Es cierto que Kirchner parte de un nivel de consenso importante -sostiene Zuleta–, que deviene de un cierto optimismo porque la gente ve que el sistema político se destrabó: no se quería lo que la gente consideraba una regresión, o sea el triunfo de Carlos Menem, y tampoco los problemas de gobernabilidad que hubieran traído las victorias de Ricardo López Murphy o Elisa Carrió. Ambos eran, y siguen siendo, bien vistos, pero los encuestados siempre consideraron que iban a tener problemas para gobernar, como los tuvo la Alianza. Con Kirchner juega el hecho de que sea peronista y que ello divide la posibilidad de que el peronismo actúe en forma conspirativa, como lo hizo con el gobierno de De la Rúa..
Paralelamente a este razonamiento, en las últimas semanas empezó a aparecer la idea de que Kirchner protagoniza cierta innovación política y que tiene independencia de criterios. La innovación aparece reflejada en un gabinete más joven, con menos carteras ocupadas por hombres tradicionales, un discurso diferente al de los últimos años y un estilo más llano que se le ve tanto al Presidente como a su esposa. Y la independencia de criterio se esbozó, según Zuleta, ya en tres cuestiones: “en el discurso inicial, que levantó mucha polvareda, del día en que renunció Menem, en el armado del gabinete y en el rechazo a los indultos”.
El gran problema que afronta Kirchner es que las grandes cuestiones que la gente quiere que resuelva son huesos duros de roer: “el tema del empleo es hegemónico. No se puede hablar ni de educación, salud, crecimiento o lo que sea si en el centro no está el empleo. Recién cuando de la lista se saca el empleo (ver cuadro), empieza a aparecer una agenda más tradicional que abarca los problemas de seguridad, salud o educación. De manera que allí está la madre de todas las batallas”, señaló Zuleta. Las otras cuestiones que están en el centro del debate son la deuda externa y las privatizadas. “Hoy en día, no existe en la sociedad una postura ideológica, sino un análisis complejo de las cuestiones concretas. Por ejemplo, la política de flotación respecto del dólar tiene adhesión. Hace un año eso era impensable: a los ciudadanos los convencía la idea de anclar el dólar o una nueva convertibilidad. Hoy, en cambio, aceptan la libre flotación: ven continuidad en Lavagna y, además, el ministro tiene una fuerte imagen positiva”, explica el consultor.
La deuda externa es, sin duda, uno de los temas más candentes. Ahí se complementan las siguientes visiones:
u Se cree que las exigencias de los acreedores no son muy legítimas.
u Hay rechazo a la idea de no pagar y mantener el default (sólo la apoya el 3,7 por ciento).
u El concepto central es pagar únicamente en la medida en que vaya mejorando la situación o si hay quitas importantes.
u Todo se podría resumir en que hay que negociar, negociar con dureza.
En el tema de las privatizadas también asoma una postura similar.
u Dos de cada tres personas lo consideran un problema urgente, o sea que el Gobierno le debe prestar atención.
u Hay un manifiesto rechazo a cualquier aumento de tarifas (ocho de cada diez personas) e incluso los encuestados están en una posición tan dura que dicen que prefieren no modificar las tarifas y resignar algo la calidad del servicio.
El mandato parece ser el mismo: negociar con dureza.
“Es cierto que el problema de la seguridad aparece como un tema importante –concluye Zuleta–, pero la gente lo ve no sólo como una cuestión de criminalidad sino de ausencia y crisis del Estado, ausencia de políticas. No se le pide al ministro Gustavo Beliz o al fiscal Quantín que solucionen todo, sino que el Estado y Kirchner se hagan cargo de las cuestiones, ya sea la inseguridad, la educación, la salud, la vejez. En todos esos temas el Estado no aparece y así lo perciben en cualquier nivel socioeconómico. No hay política, no hay respuestas. Los programas de pobreza, no sólo se los ve como programas de solidaridad o filantropía, sino que se pretende que haya una sensación de control, de orientación hacia el trabajo y que exista un gobierno que se ocupa de ello. Creo que el mensaje es que el que tiene que tener política es Kirchner, haciéndose cargo de las cosas con una mezcla de coherencia, gente eficiente, cero internismo, cero corrupción y mucha innovación política. La gente espera un buen gobierno, no sólo que metan presos a los secuestradores de Florencia Macri.”

Subnotas

(Versión para móviles / versión de escritorio)

© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina
Versión para móviles / versión de escritorio | RSS rss
Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux