EL PAíS › LA HISTORIA DETRAS DE LA PURGA MILITAR CON QUE KIRCHNER ESTRENA MANDATO
La casa se reserva el derecho de admisión
Por un lado es una limpieza de cualquier complicidad con la represión. Por otro, dar lugar a una generación más pareja con la del gabinete. Siempre, es algo que el ministro Pampuro no se esperaba. “No habrá ascensos para los implicados”, dicen en el entorno de Kirchner.
Por Nora Veiras
“Al final, nos aplicaron el ‘que se vayan todos’ a nosotros”, repetía ayer un alto jefe del Ejército que no podía reaccionar ante la purga que aplicará el nuevo presidente Néstor Kirchner a la cúpula de las Fuerzas Armadas. A contramano de los deseos de su designado ministro de Defensa, el duhaldista José Pampuro, el Presidente decidió el pase a retiro de 27 generales, 13 almirantes y 12 brigadieres. En otros términos, descabezará al 75 por ciento del generalato y al cincuenta por ciento de la conducción de la Armada y la Fuerza Aérea. “Es una decisión del Presidente, sustentada en la idea de generar renovación en todos los ámbitos, y ha elegido a hombres que le brindan confianza, de su generación”, explicaban cerca de Pampuro. “Indudablemente Kirchner se jugó al disciplinamiento político y marcó la cancha fuerte, de entrada”, repetían los hombres del Presidente a sabiendas también de que los uniformados no tienen margen más que para acatar al poder político. El corte generacional es un dato decisivo porque “no se le va a dar un pliego de ascenso a ningún militar comprometido en la represión”, abundaban en el bunker del santacruceño.
Hoy se realizará en el Edificio Libertador el tradicional chocolate por el 25 de mayo y entre los militares especulaban con que será el primer momento de reunión para hablar sobre este “mazazo”. Las cúpulas de las fuerzas estaban confiadas en que se produciría una “renovación natural” con los ascensos de fin de año. “Ya pasamos cinco presidentes, lo mejor sería que nos dejen hasta diciembre y asuma algún general de división”, razonaba el jueves un coronel de diálogo frecuente con Pampuro. Ese había sido el deseo que los uniformados hicieron trascender a través de los medios y el esquema que había bendecido el designado en Defensa. Ese mismo jueves, a última hora, Pampuro tuvo, en términos diplomáticos, un intercambio de ideas con Kirchner al comprobar que el tratamiento consistía en amputar. El hasta ayer secretario general de la Presidencia, amigo personal de Eduardo Duhalde, había oficiado de interlocutor con los militares más allá de la función de ministro de Horacio Jaunarena.
El propio Pampuro fue el encargado de informarles a los tenientes generales Juan Carlos Mugnolo (Estado Mayor Conjunto) y Ricardo Brinzoni (Ejército), al almirante Joaquín Stella (Armada) y al brigadier general Walter Barbero (Fuerza Aérea) que tendrían que pasar a retiro en forma inmediata junto con la plana mayor de cada una de las fuerzas. Con el rostro demudado por el desconcierto, los militares escucharon rápidamente el nombre de sus reemplazantes. Al frente del Ejército será ascendido el general de brigada Roberto Bendini, comandante de la Brigada Mecanizada XI de Río Gallegos; en la Fuerza Aérea reemplazará a Barbero el brigadier Carlos Rohde, actual jefe de Planificación, y en la Armada asumirá el contraalmirante Jorge Godoy, comandante del Area Naval Austral. El jueves próximo, el Ejército conmemora el 193º aniversario de su creación con una ceremonia en el Colegio Militar. Para entonces, el nuevo gobierno no sabe si ya se habrá hecho efectivo el recambio.
“No entendemos esto de privilegiar el conocimiento personal, que todos sean del sur. En otra época se decía que el que tiene los ‘fierros’ tiene que ser leal... pero ahora, más manifestaciones de seriedad y de arraigo a las leyes que las que mostramos nosotros...”, repetía un cuadro medio que machacaba sobre “la pérdida que significa para la fuerza, la pérdida de una generación de gerentes de primer nivel”, equiparando al Ejército con una empresa. “Hay siete generales de división, ¿no tenía ninguno de esos para poner? Al designarlo lo ponen al general Bendini en una situación terrible, como partícipe necesario de un daño innecesario a la institución”, despotricaba el uniformado.
Bendini tiene 52 años, una hija trabajando para el Banco Mundial en Estados Unidos. Entre amigos se define como peronista y en Santa Cruz es un interlocutor habitual de todo el kirchnerismo. Algunos mediosdestacaron su vínculo con el designado ministro de Planificación Federal, Julio De Vido, como decisivo para su ascenso, pero en rigor los lazos son amplios en todo el entorno del nuevo presidente. El general viajó ayer desde Santa Cruz a Buenos Aires y todavía no había hablado directamente con Kirchner. Eso sí, sus amigos dicen que se mostraba ajeno a cualquier preocupación dentro de la fuerza por su designación. “Es una cuestión generacional, si todo el gabinete tiene un promedio de 50 años, ¿por qué no va a pasar lo mismo en las Fuerzas Armadas? Las corporaciones no pueden quedar al margen”, explicaban en el kirchnerismo.
El gesto de autoridad de Kirchner ha sido reivindicado por distintos sectores (ver aparte) y para muchos anticipa un cambio de actitud con respecto a lo que ha sucedido desde que Ricardo López Murphy ocupó la cartera de Defensa durante el gobierno de la Alianza. El economista les habilitó una línea política que los uniformados empezaron a usar para operar en defensa de sus intereses. La garantía para que se mantenga en pie la impunidad consagrada por las leyes de Punto Final y Obediencia Debida es quizás el tema en que más claramente operaron ante el Poder Judicial y político. La cúpula de las Fuerzas Armadas esperaba que la Corte Suprema de Justicia ratificara la constitucionalidad de esas normas antes del cambio de gobierno. “Nos siguen exponiendo a una sangría, a que nuestros hombres tengan que seguir desfilando por los Tribunales. Pueden sacar causas de cualquier juzgado. Hay que cerrar esa etapa. Nosotros también tenemos nuestros madres y nuestros muertos”, era el argumento desempolvado en algunos despachos militares.
El descabezamiento de las Fuerzas Armadas puede ser leído como una decisión estratégica a futuro. Si la Corte Suprema rechazara la constitucionalidad de las leyes, el gesto de autoridad de Kirchner sepultaría por anticipado cualquier conato de reclamo. Por otro lado, ya dentro de las fuerzas no quedarían hombres comprometidos con la represión ilegal. El actual jefe del Ejército, Ricardo Brinzoni, ha sido denunciado por el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) porque ocupaba la secretaría de la intervención del Chaco cuando se produjo la masacre de Margarita Belén. La Justicia lo imputó en esa causa. En caso de que la Corte fallara por la constitucionalidad de las leyes de impunidad –tal como lo anticipan algunas versiones que dan cuenta de que cinco de los nueve jueces suscriben esa postura—, los organismos de Derechos Humanos ya anticiparon que apelarán a la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Cidh) y, en ese caso, será el Gobierno el que tendrá que decidir qué actitud tomar ante delitos de lesa humanidad que no prescriben.
Justamente, el tema de una autocrítica sobre el terrorismo de Estado, sostenida sólo de la boca para afuera por parte de las cúpulas, es otro de los motivos de la purga. “Con esta medida, empiezan otras Fuerzas Armadas sin resabios de la historia de los ‘70”, explican en el círculo del Presidente. Pero, al mismo tiempo, algunos uniformados advierten que “más allá del corte queda pendiente la definición de una política de defensa, si no esto se puede agotar en una política de personal”, ironizan.
La trascendencia de la decisión tomada por Kirchner –”es el comandante en jefe de las Fuerzas Armadas y va ejercer como tal”, repiten en su entorno— abre un interrogante sobre la capacidad de conducción del designado ministro de Defensa. Pampuro rápidamente se cuadró y señaló que hacía propia la purga impuesta por el Presidente, pero es claro que no era esa la política con la que hubiera querido debutar en un terreno que sólo conoce por sus buenas relaciones personales con los actuales jefes de las fuerzas. Tendrá el trabajo extra de construir su autoridad como interlocutor.
En el kirchnerismo están exultantes. No quieren provocar ninguna situación de tensión, pero cuentan a su favor con que en la reunión con los gobernadores y algunos ministros, nadie criticó la decisión dedescabezar a las cúpulas militares. Es más, un gobernador mostró su agrado por el cambio en la Armada porque “Stella jugó abiertamente para López Murphy”. El almirante se había convertido en anfitrión habitual de dos intelectuales que se acercaron al economista liberal, Santiago Kovadloff y Marcos Aguinis. Es indudable que a partir de hoy se abre una nueva etapa también en relación con las Fuerzas Armadas y su subordinación al poder político.