ESPECTáCULOS › FABIO MOSQUITO SANCINETO Y OSQUI GUZMAN ENCABEZAN DOS JORNADAS SOBRE EL VALOR DE LA IMPROVISACION
“El acto del teatro debe ser siempre algo vivo”
En el ámbito del Centro Cultural San Martín, con entrada gratuita, habrá una serie de espectáculos, debates y talleres sobre una especialidad que cada vez tiene mayor cantidad de adeptos, sobre todo entre los jóvenes.
Por Hilda Cabrera
La improvisación es un arte. Esta afirmación tiene por estos días un sello institucional. El acontecimiento es que dos reconocidos actores, cultores y teóricos de la improvisación como técnica de las artes escénicas alternativas, Fabio Mosquito Sancineto y Osqui Guzmán, desarrollarán mañana lunes y el martes una serie de talleres, espectáculos y debates en la Sala C del Centro Cultural San Martín, organizados por la comisión del patrimonio histórico cultural de la ciudad (CPPHC). Las jornadas se completarán con el aporte del Grupo Stereotipos, que presentará su obra Stereotipos en el piso-café concert de improvisaciones. El acceso para el público será gratuito y la mesa redonda y debate será coordinada por la investigadora, docente y ensayista teatral Beatriz Trastoy.
En diálogo con Página/12, Mosquito y Osqui se refieren al juego de la improvisación como si se tratara de un asunto biológico. “El arte del teatro no es repetirse en cada función sino mostrar algo vivo. Lo otro es como ir a misa, participar de un ritual donde el actor encarna a un personaje en función de sí mismo y no del público”, apunta Guzmán, quien se inició en el teatro callejero y apostó al match de improvisación a partir de 1992. Cuatro años después fundó el grupo Sucesos Argentinos, del que luego se separó. Trabajó al mismo tiempo en obras de formato más convencional, como El pasajero del barco del sol, Los indios estaban cabreros y El puente y junto a los grupos La Banda de la Risa y Los Macocos. Se lo puede ver además en una obra en cartel, El grito pelado, en el Teatro de la Ribera.
De modo que para este actor la convocatoria a estas jornadas no es tan sorprendente como para Sancineto, carismático artista del teatro alternativo, creador entre otros eventos de Las Fiestas Mayas e intérprete de películas nacionales, entre otras de los realizadores Ciro Cappellari, Jorge Polaco y Bebe Kamín. Fue en la misma sala del CMS (de Sarmiento 1551) donde enriqueció su técnica siendo alumno de un seminario dictado por una personalidad extranjera y donde ahora –subraya– se “convierte en patrimonio cultural” por su trabajo. “Todo lo que es novedad te blanquea”, observa, aun cuando no se niega a participar de programas organizados por instituciones ni de obras más tradicionales, siempre y cuando pueda convertir su tarea en una expresión artística alternativa. No está tan seguro de que hoy los márgenes sean más difusos. A veces “es cuestión de hipocresía”, asunto que ha destacado siempre: “En otra época con dolor, ahora no; ya es algo de todos los días”, sostiene.
–¿Qué aportan las técnicas de improvisación?
–Osqui Guzmán: Vitalidad. Es un regreso a la esencia del teatro. La diferencia entre un taller de improvisación dentro del teatro tradicional y nuestra práctica es que en aquél, este método se utiliza como instrumento de búsqueda, mientras en nuestro caso es un encuentro. No improvisamos en función del tema del conflicto ni pautamos algo con anterioridad. El grupo, como conjunto, va armando lo que quiere contar. La intención es revitalizar lo imprevisible del drama humano, porque en la improvisación las historias son siempre muy pasionales y deben ser generadas de modo continuo. Nuestro mayor compromiso es generar un espectáculo vivo.
–Mosquito Sancineto: Alguien me dijo una vez que yo me había armado una trinchera con mi trabajo. Fue bueno escuchar aquello, porque vivo la improvisación como una forma de resistencia. Aun cuando algunos me dieron la espalda, yo seguí adelante con lo mío. Aprendí del fracaso y el riesgo. Ahora, mi proyecto es armar una obra con elementos tomados del cine argentino, de algunos autores nacionales y de la literatura gauchesca. Algo parecido al teatro leído que presentamos el año pasado. Sostener unas hojas en blanco y empezar a inventar todo el texto. El público podrá elegir qué final quiere, si lo desea melancólico o injusto o “a todo trapo”. Pensamos estrenarla el 12 de junio en el Teatro Concert (de Corrientes y Libertad), si es que podemos terminar de instalar las luces que necesitamos. Iríamos los jueves a las 23 y sería un homenaje a algunas divas y famosas del cine argentino de la década del 40, como Zully Moreno y Tita Merello. El melodrama va a ser modernizado por un plus erótico. Esas películas acartonadas, y algunas bastante hipócritas, de la época son muy interesantes. Muestran cómo somos todavía. Me gusta trabajar con el glamour y llevar al público a una zona de fantasía, donde se encuentre relajado y pueda disfrutar.
–O.G.: El match de improvisación es una alternativa dentro del teatro. No es algo novedoso. La originalidad la aportan los artistas. Estos deben tener un conocimiento amplio sobre distintas disciplinas, sobre mimo, canto, poesía... y haber transitado zonas convencionales del teatro.
–¿Qué preguntas esperan del público?
–M.S.: No las imagino. Yo voy a mostrar cómo se estructura una improvisación, cómo se eligen los actores-jugadores, cómo se inserta la música... Llevar el taller al campo profesional, porque la improvisación exige disciplina.
–O.G.: Históricamente, se la trató de manera despectiva, y también hoy se la subestima. En este trabajo se plantean grandes diferencias, lo que genera a veces rupturas muy profundas. Sucede que uno encuentra más de un camino, y tiene que elegir. De todas formas, el encuentro es más común en el teatro contemporáneo que en el tradicional.
–¿Creen que pueden transmitir al alumno esa libertad artística que desean para sus propios trabajos?
–O.G.: Sí, y los alumnos nos lo manifiestan en las primeras clases. El trabajo de improvisación comienza con la aceptación de toda propuesta. El alumno llega con un “no” estructural. Ante la duda, dice no. A medida que el trabajo avanza, empieza a liberarse con unos sí algo sutiles. Nunca es un sí total, sino la paulatina aceptación de lo que va sucediendo en cada momento. Toma conciencia de sus estadios y entonces es libre para decir sí o no.
–M.S.: Deja atrás los prejuicios que le vienen del contexto y los que elaboró él mismo. En la improvisación uno debe aceptarse a sí mismo tal cual es, y aceptar al otro. Se es libre para crear, pero con disciplina. Esto es respetar lo que se va armando en escena y “escuchar” al público, entender qué pide. Mi experiencia es la de poder ser un chico mientras improviso. Encontré el lugar justo para no crecer.