El Senado y Diputados, sesionando en paralelo. Consenso contra los fondos buitre, conflicto para todo lo demás. Divisiones de la oposición, internas y de conjunto. La re-re, un buen re-rebusque. El voto a los 16, gran avance y pequeños escándalos. Las cuentas del oficialismo. Las leyes que vienen.
› Por Mario Wainfeld
Los hechos son simultáneos y (como predica el filósofo holista Pancho Ibáñez) todo tiene que ver con todo. Pero es forzoso jerarquizarlos en el análisis, tanto como a la hora de la acción política. Digamos, entonces, que lo principal que sucede en el Congreso es la productividad del Frente para la Victoria (FpV), que hace valer la mayoría que le concedió el pueblo-ciudadano. Ha dictado leyes de largo alcance y muy valorables, como la expropiación de YPF, la reforma de la Carta Orgánica del Banco Central y el reconocimiento del derecho a voto a los menores de más de 16 años. Tiene en carpeta otros aportes encomiables, como la reforma al mercado de capitales, que espera tratar en Diputados el 21 de este mes. Y la reforma a los Códigos Civil y Comercial, que la Presidenta anhela promulgar antes de fin de año y que posiblemente sea tratada en sesiones extraordinarias. Otras normas, como el nuevo régimen de accidentes de trabajo, son retrocesos en la trayectoria del kirchnerismo. Y las hay más tácticas, como la reglamentación del per saltum, que la Cámara baja intentará transformar en ley el miércoles 14.
Las Cámaras son también caja de resonancia del aumento del encono entre oficialismo y oposición, en un contexto connotado por la inminencia de la movilización del 8N y el cambio institucional que debe significar el 7D.
El Congreso, pues, existe. Su dinámica traduce los más y los menos del sistema político. El oficialismo funciona abroquelado y se vale para superar sobresaltos como los que se suscitaron en la sesión sobre el voto joven.
La oposición es más errática. Sus lógicas divisiones partidarias se acentúan por la carencia de liderazgos o referencias sólidas al interior de cada fuerza. Sólo el PRO conserva la jefatura indisputada de Mauricio Macri. Los radicales no atisban un líder. El Frente Amplio Progresista (FAP) está más fragmentado de lo que sincera su discurso. Los peronistas federales son, en promedio, un conjunto de minicaciques sin alguien en el vértice superior y sin tribu, que se sepa.
Lo mejor de la semana, entonces, fue la ampliación del derecho electoral a más ciudadanos. Un salto de calidad institucional que se añade a otras amojonadas desde 2007, como la Asignación Universal por Hijo y el matrimonio igualitario. Si se encarrila la propuesta de extender el sufragio a extranjeros con años de residencia estable en el país, que el Senado considerará en comisión, se cerrará un círculo virtuoso.
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Más divididos que unidos: La oposición produjo tres hechos diferentes el miércoles. Uno fue consensuar en el Senado con el oficialismo una resolución unánime al rechazo del embargo de la Fragata Libertad. Una dichosa excepción acuerdista al clima dominante, justificable dado que se defiende la soberanía nacional frente a los fondos buitre, la peor calaña del deplorable sistema financiero mundial.
El segundo (el orden es sencillamente enumerativo, no jerárquico) fue el pronunciamiento de todos sus senadores contra una reforma constitucional. Es una movida astuta y lícita, aunque opinable como todo.
Agitar la virtualidad de la re-reelección de la presidenta Cristina Fernández Kirchner les pinta mejor a sus adversarios que al Gobierno. Esa es una de las razones esenciales que explica por qué aquéllos hablan todo el tiempo del tópico mientras el oficialismo ahorra saliva al respecto. Es también una consigna unificadora para la movilización del jueves próximo.
La aritmética parlamentaria actual impediría al oficialismo soñar con los dos tercios en ambas cámaras necesarios para convocar a una Constituyente. Las proyecciones ulteriores a las elecciones en 2013 tampoco son propicias. La propia Presidenta señaló el dato en alguno de sus discursos. El FpV tiene buenas perspectivas de mejorar el número de bancas en Diputados, donde se relevan la mitad, elegida en 2009. En Senadores se elige el tercio y se compite con el 2007. Mejorar es complicado, llegar a los dos tercios parece utópico. Cabe añadir que las tácticas del Gobierno en 2012 han propendido más a centrarse en la fuerza propia y alejarse de ciertos aliados. Entre ellos, la CGT de Hugo Moyano y el gobernador santacruceño Daniel Peralta.
Con las coordenadas de hoy la reforma que prohíje entre otros cambios la re-re suena muy improbable. Claro que las circunstancias pueden variar en un año, en cualquier comarca y en la Argentina más. En la coyuntura, claramente, es una polémica más funcional a la oposición (le suministra un ersatz de unidad) y a los medios dominantes.
En el plano de la virtualidad, si no cambia el contexto, puede acontecer que la Presidenta deba comenzar a pensar en cómo sustanciar la continuidad del proyecto político. El ex presidente brasileño Lula da Silva encontró el modo de hacerlo, de transmitir su carisma o al menos la bruta adhesión popular que concita. Lo probó con su sucesora Dilma Rousseff y el domingo pasado con el alcalde de San Pablo, Fernando Haddad. En Argentina la hipótesis de un sucesor o sucesora está afuera del radar aún, pero puede cobrar vigor, salvo que el panorama vire en gran medida. Desde luego, el oficialismo no resignará la posibilidad de ir por la re–re, si Cristina Kirchner así lo indica (cosa que no ha hecho en modo alguno hasta hoy) y si cuenta con el plafond que ahora le falta. La bandera, de por sí, es factor de unidad del kirchnerismo y sosiega al resto del peronismo, referencia no menor,
El tercer momento de unidad opositora en el Congreso va en el párrafo siguiente.
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Narcosocialismo y después: Fue la retirada colectiva de la sesión en Diputados. Los relatos de oficialistas y opositores son muy discrepantes, aunque concuerdan en que el debate fue muy largo, con una inusual lista de oradores. El ambiente se fue caldeando por reproches recíprocos, muy tangenciales al relevante proyecto. Casi fastidia tener que mencionar a la diputada Elisa Carrió, cuyo discurso linda siempre con lo destituyente y con gestualidades impropias de una representante del pueblo. Pero su alusión a que el oficialismo podría distribuir droga para ganar el favor de los jóvenes fue un momento central, imbancable. Los kirchneristas rezongan, con razón, por la aquiescencia del resto de la oposición con tal desmesura.
Los opositores, según cuentan, se enardecieron con el chuceo de las barras juveniles que poblaron las bandejas superiores. El desenlace llegó cuando habló el diputado Andrés Larroque e hizo pico cuando mentó al “narcosocialismo”. Los bloques opositores hicieron mutis no sin tironeos internos que reconocen testigos presenciales, incluyendo diputados del FpV. Entre los más reacios estuvieron Claudio Lozano (del FAP) y Felipe Solá. Pero primó el espíritu de cuerpo.
La sesión estuvo a punto de zozobrar, el oficialismo precisaba 129 votos y cuando se desató el huracán ocupaba 102 bancas. El titular del bloque, Agustín Rossi, y la diputada Teresa García (que suele llevar las cuentas de presentes y ausentes) fatigaron celulares. Algunos casos eran sencillos: legisladores que estaban cenando cerca descontando que faltaba un buen rato para la votación, toda vez que todavía no habían expuesto los jefes de bloque. Otros insumieron más trabajo: compañeros díscolos como Facundo Moyano, Omar Plaini y Jorge Yoma acompañaron en esta ocasión al bloque. Hubo otros casos que enfadaron al Chivo Rossi, tal el de Mabel Muller, que se hizo perdiz y restó un voto. Muller es una ex duhaldista paladar negro, pero ahora revista en el kirchnerismo. El sistema político es generoso con esas transiciones y el peronismo magnánimo.
Como fuera, se llegó a 131 votos, sin cooperación opositora que seguramente hubiera aportado una veintena más.
Acá, como en la película Rashomon, hay muchas versiones divergentes sobre el mismo sucedido. Las más dispares: los dos bandos se acusan de haber inducido que el oficialismo votara sólo la nueva ley.
Los opositores acusan al “Cuervo” Larroque de haber provocado adrede su retirada. El argumento tiene una falla de origen. Larroque no controla a sus contrincantes: éstos podían haber permanecido, reaccionando de otro modo. No fueron abducidos: decidieron. La conducta de quienes estaban dispuestos a votar a favor no es excusable: priorizaron mostrar su desacuerdo con un discurso a cumplir su deber de representantes del pueblo.
El oficialismo, a su turno, argumenta que la jugada opositora estaba pactada de antemano y que se valieron del discurso de Larroque como excusa. El cronista cree que, así dicho, es inexacto. Que es real que la oposición tiene un síndrome de “retirada veloz” y que apeló a ella contra la ley de medios y la que restó recursos al Banco Ciudad. Pero en esos asuntos había sentado su posición contraria a la ley. El miércoles estaba dividida al respecto.
También es cabal que hay diputados siempre dispuestos a romper, como los peronistas disidentes Graciela Camaño (la más ducha y taimada en estas lides), Enrique Thomas, Eduardo Amadeo y la monobloquista Patricia Bullrich. Camaño, en especial, lleva la cuenta de los porotos como casi nadie. Los socialistas, seguramente, se dejaron llevar por la rabia. Y todos, en suma, fueron funcionales cediendo a un reflejo poco sistémico antes que a lo que cabía hacer. Para los que querían que no hubiera quórum era un rebusque. Pero no se sostiene la retirada de los que habían comprometido empoderar a los jóvenes. La salida, acaso, fue un subterfugio por las diferencias internas que se habrían sincerado con el voto.
Larroque, estima el cronista, incurrió en un exabrupto cuando habló de “narcosocialismo”. Tales acusaciones, en boca de un diputado, deben sostenerse con pruebas contundentes. El gobierno santafesino está en grave falta con su política de seguridad, pero el mote es desmesurado. Las provocaciones de Carrió, a fuer de repudiables, no justifican actuar en espejo.
Es bien posible que los opositores hayan redoblado su encono contra Larroque para castigar a La Cámpora, un sector emergente dentro del oficialismo. La filmación de la sesión demuestra que la grita en su contra había comenzado antes, en medio de chicanas admisibles en el fragor del debate parlamentario, de las que pululan todos los días. Por eso mismo, por el poder y la representación que tiene, el joven diputado debe regular sus manejos. Su intervención pudo ser funcional al fracaso de la sesión, lo que habría sido deplorable, aunque distaba mucho de ser la intención.
El cronista suele valorar que haya apoyo muy amplio y pluripartidista a normas como la LdSCA, la estatización del sistema jubilatorio, Aerolíneas e YPF o el matrimonio igualitario. Es del caso recordar que los socialistas acompañaron en esas instancias cruciales. No cree, en consecuencia, que el desenlace haya sido el mejor dentro de lo disponible.
El derecho ampliado es ley, tal el saldo esencial. El escandalete será olvidado, pero los actores podrían reflexionar sobre si acertaron en todo.
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El futuro cercano: Rossi lleva una calculadora o un ábaco en la cabeza. Computa 116 “propios” y 25 aliados, aunque las mayorías se construyen en cada sesión. Se han perdido apoyos, Martín Sabbatella está con licencia, Blanca Blanco de Peralta (santacruceña y esposa del gobernador) acompaña de modo tan intermitente como enfadado. Yoma, Moyano y Plaini tienen juego propio. El Movimiento Popular Neuquino, ironiza el Chivo, se ingenia para no acompañar unánimemente las propuestas del Gobierno: esta vuelta hubo votos a favor y una extraña abstención, que funcionaba como rechazo.
El tratamiento del per saltum llegará en un medio ambiente caldeado y no es descartable que la oposición sacuda su modorra y garantice más presentismo que el habitual. De todas maneras, el oficialismo lleva las de ganar si se arremanga en la previa. La ley es tachada de inconstitucional, lo que no se sostiene. Y de estar muy determinada por la causa judicial de inconstitucionalidad de la LdSCA promovida por Clarín, lo que el kirchnerismo no niega ni oculta.
El marco general, mientras se avecinan fechas que se hicieron emblema, es la primacía neta de un oficialismo que se consagra en la acción. Que comete errores, pero que tiene capacidad de rectificar y evitar (o paliar) sus consecuencias. En su frente, lo más poderoso es el multimedios embravecido, cuyo CEO Héctor Magnetto salió a la palestra pública, contra lo que es su regla.
La oposición busca su rumbo, sin mayor brújula. El FAP debe levantar el pagaré que significó la detención y posible juzgamiento del (ahora) ex jefe de Policía de Santa Fe, Hugo Tognoli, contra quien abundan pruebas comprometedoras (ver nota de página 16). Seguramente lo suyo fue un clásico de otros tantos gobiernos provinciales: ceder el manejo político de la seguridad a la Policía, un error garrafal que pagan caro los ciudadanos y, a su vera, los mandatarios. Pero su carencia de reflejos, su ansia de victimizarse en vez de tomar el toro por las astas, le hacen poco favor al gobernador Antonio Bonfati y al presidenciable Hermes Binner.
Faltan dos meses para que termine el año, serán ardientes en política. Y lluviosos en lo estrictamente climático, dato que puede impactar en la economía y al que también están atentos tirios y troyanos.
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