EL PAíS › LA CELEBRACIóN QUE PREPARA EL KIRCHNERISMO PARA EL DOMINGO 9 DE DICIEMBRE
› Por Nora Veiras
“La alegría en la calle es una de nuestras marcas”, repiten desde Unidos y Organizados. Esperan el segundo fin de semana de diciembre para festejar los cinco años de la asunción de Cristina Fernández de Kirchner. Se preparan para hacerle una gambeta al almanaque: no será el 10, porque cae lunes, ni el 7, el día en que vence la medida cautelar que le permitió al Grupo Clarín eludir durante tres años la ley de medios. El domingo 9 de diciembre se desplegará la fiesta por la democracia en la Plaza de Mayo. La idea es habilitar el espacio para reivindicar el proyecto kirchnerista y el objetivo: una movilización popular con la impronta del Bicentenario.
“Más democracia” es el paraguas conceptual que se desplegará entre la Avenida de Mayo y Diagonal Sur para confluir en un gran escenario frente a la Casa Rosada. La palabra de la Presidenta coronaría la jornada, cuya puesta en escena es coordinada por Javier Grossman desde la Unidad Bicentenario. La presencia del equipo de trabajo de Grossman, uno de los factótum de las actividades artísticas y culturales que sorprendieron a propios y ajenos en mayo de 2010, apuesta a armonizar impacto y contenido en un megafestejo.
El aniversario del retorno a la democracia el 10 de diciembre de 1983, Día Universal de los Derechos Humanos, es un mojón que se ha visto alterado por más de una crisis en los veintinueve años de continuidad institucional. Con la sucesión kirchnerista se recuperó la convocatoria popular y se resignificó la participación.
Este año, el festejo cobra otra relevancia. Desde que grupos de caceroleros salieron a la calle en septiembre y renovaron bríos con otro gran cacerolazo en el Obelisco el pasado 8N, se especula con la reacción del oficialismo en un escenario en el que, a lo largo de ocho años y medio en el poder, está acostumbrado a jugar de local: la calle.
La decisión del oficialismo es no propiciar una disputa sino garantizar un territorio de fiesta. El acoso de los fondos buitre que primero consiguieron la retención de la Fragata Libertad en Ghana y luego el fallo favorable del juez Thomas Griesa que pretende cuestionar la política de desendeudamiento externo, sumado a la puja judicial con el Grupo Clarín por la resistencia de la empresa a adecuarse a la ley de medios audiovisuales y a la beligerancia de un sector del gremialismo son los desafíos que afronta el kirchnerismo.
Desde Unidos y Organizados, la plataforma de consolidación de la gestión presidencial, mantienen el misterio sobre los detalles de la movida del 9 de diciembre. La sorpresa es el comodín con el que suele jugar el oficialismo. Primero el Bicentenario y después Tecnópolis son las experiencias que se enorgullecen en describir –con razón– quienes fueron elegidos para idear la fiesta.
La Plaza de Mayo será el centro, pero no el único lugar donde se propiciará la movilización. Con la misma idea que vertebró el recuerdo por los dos años de la muerte de Néstor Kirchner, en distintos lugares del país se replicarán los actos por la democracia.
La comunión con los gobiernos latinoamericanos se renovará en los días previos y será uno de los logros destacados por el gobierno. Esta semana, antes de que la Presidenta viaje el jueves a Lima a la Cumbre de la Unasur, llegarán a Buenos Aires Ollanta Humala (Perú) y Dilma Rousseff (Brasil). La semana siguiente llegará Rafael Correa (Ecuador) y, entre el 6 y el 7 de diciembre, serán los presidentes del Mercosur quienes se encuentren en Brasilia. El 7D, la fecha tope para la adecuación de los distintos grupos empresarios al límite de licencias que prevé la ley de medios, Cristina Fernández estará en la capital de Brasil. Dos días más tarde tiene cita en la fiesta de la democracia.
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