EL PAíS › PIDEN LA REMOCIóN DE UN ANCIANO CAMARISTA TOQUETEADOR
La Cámara Federal de Mendoza pidió la remoción de su presidente, Alfredo López Cuitiño, acusado por un numeroso grupo de empleados de acoso sexual y laboral, con apretones, besuqueos, toqueteos y palmadas donde no se debe.
› Por Horacio Verbitsky
El presidente de la Cámara Federal de Mendoza, Alfredo López Cuitiño, será recibido hoy por el ministro de Justicia, Julio Alak, ante quien intentará desacreditar las denuncias por acoso sexual y laboral formuladas en su contra por un numeroso grupo de empleados y empleadas del tribunal. El despacho del magistrado, quien tiene más de 80 años, está acondicionado para la realización de actividades extrajudiciales, con una heladera para las bebidas alcohólicas y un sistema audiovisual para la reproducción de películas pornográficas, dice la denuncia de los empleados. La mayor ironía es que López Cuitiño tiene a su cargo la oficina de la mujer en la Justicia federal de Mendoza, creada por la Corte Suprema de Justicia para supervisar la aplicación en ese ámbito de ley contra la violencia de género. El resto de los jueces de la Cámara Federal (Roberto Nacif, Hugo Echegaray, Pedro Humberto González h., Carlos Alfredo Parra y Héctor Cortés) remitieron la denuncia al fiscal federal de turno para que investigara los posibles delitos cometidos; al Consejo de la Magistratura, que es el órgano responsable de la promoción del juicio político, y a la Corte Suprema de Justicia. En este caso, solicitaron al máximo tribunal que reasuma la superintendencia originaria sobre la Cámara y “adopte las medidas necesarias y urgentes, a fin de resolver sobre autoridades, regularidad de los actos administrativos y sobre la preservación y protección de la integridad y dignidad del personal denunciante”. También dispusieron mantener la confidencialidad sobre los denunciantes para sustraerlos de represalias”. López Cuitiño ya había sido denunciado por abuso sexual en dependencias de la Justicia federal mendocina, pero aquella causa fue archivada sin consecuencias.
“Lo más grave y repudiable son las actitudes y actos de connotación sexual (besos al saludar por demás efusivos, abrazos excesivos, búsqueda permanente de contacto físico, acercamiento de las partes pudendas). Es tristemente famoso por sus saludos eufóricamente afectivos, los besos, las miradas, los roces y los comentarios con intenciones sexuales. Cualquier mujer que haya tenido algún tipo de contacto con él puede dar fe de ello”, comienza la denuncia del personal judicial. López Cuitiño encarga a sus relatoras que reciban los pedidos a la farmacia, de “medicamentos o elementos de índole sexual, como Viagra, bomba de vacío, profilácticos”. Una abogada que trabaja en la Cámara contó que López Cuitiño “puso su mano derecha sobre mi espalda apretando fuertemente mi pecho con el suyo, lo que repulsé al instante, ya que me sentí invadida por completo”. A raíz de su denuncia se inició una causa judicial, a partir de la que el camarista comenzó a amenazar a la abogada. Una escribiente narró “conductas extralimitadas hacia mi persona: saludos que excedían lo permitido y comentarios insinuantes. Le dije varias veces que me sentía incómoda o me retiré de su despacho”. La jefa de despacho de otra vocalía agregó que a raíz del acoso sufrido pidió ser trasladada lejos de López Cuitiño, luego de soportar “chistes y/o comentarios de índole sexual” y de presenciar “intentos de propasarse con una compañera, quien me pedía que no la dejara sola con él; también de tratos despectivos hacia personal de mantenimiento y ordenanzas”. Un relator de Cámara contó que varias veces vio a empleadas que salían llorando del despacho de López Cuitiño, en especial a una que encontró llorando en una escalera. Una jefa de despacho añadió que esa mujer, víctima de insultos y agravios, padecía un “estado permanente de nerviosismo y delgadez extrema”, por lo que debió iniciar un tratamiento psicológico. Otra jefa de despacho recordó que cada vez que se cruzaba en un pasillo, López Cuitiño “me obstaculizaba el paso para que lo saludara con un beso”. También consta en el expediente que cuando el camarista convocaba a una empleada para trabajar por la tarde “para evitar los manoseos del viejo violín llevaba a sus hijos y los dejaba sentados al lado”. Otro testimonio afirma que “el más brutal acoso que sentí fue en una oportunidad en que después de besarme, me confesó que él seguiría haciendo lo mismo por todo mi cuerpo y bajó las manos y los ojos, siempre mirando mi cuerpo”. Una empleada convocada a su despacho dijo que “aprovechó la oportunidad para darme palmadas en mis glúteos, hecho que me hizo reaccionar en forma violenta, lo insulté amenazándolo y me respondió ‘está bien muñeca, andá’”. Otra vez le pasó una lapicera y le retuvo la mano. “Me liberé y di un fuerte puñetazo en el escritorio y le dije ‘esta vez la piña se la doy al escritorio, la próxima te rompo la cara’; y me contestó ‘esto lo vas a pagar caro’.” Una empleada le comentó a otra en un pasillo: “Me tocó las tetas”. El magistrado “tenía actitudes, como miradas hacia sus pechos, en forma fija, besos apretados y prolongados”. Una fiscal federal dijo que en un ágape de fin de año López Cuitiño “giró intempestivamente la cabeza y la besó en la boca”, y una auxiliar de Cámara comentó que “era objeto permanente de insinuaciones libidinosas, acercamientos y actitudes que la sumían en una situación de absoluta impotencia y humillación”. Añadió que “tiene instalado en su despacho una suerte de infraestructura pensada para su complacencia personal, y que también apunta a elementos que facilitarían las artes seductoras que ha pretendido practicar con varias víctimas. Caben destacar la heladera donde guarda bebidas alcohólicas, un televisor y video que utiliza en ocasiones para ver películas pornográficas”. López Cuitiño fue designado en la Justicia federal por recomendación del ex secretario general de la presidencia Eduardo Bauzá, una vez que como director de la filial mendocina del Registro Nacional de las Personas otorgó la ciudadanía argentina al primo del entonces presidente Carlos Menem, Monzer al Kassar.
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