Vie 30.11.2012

EL PAíS  › OPINION

Un horizonte diplomático

› Por Martín Granovsky

Hace 65 años, cumplidos con exactitud ayer, las Naciones Unidas decidieron partir la tierra palestina bajo dominio inglés y diseñar un plan para crear dos Estados: uno judío y otro árabe. Habían pasado sólo dos años del fin de la Segunda Guerra Mundial y el Holocausto. Votaron a favor de la partición 33 países, entre ellos los Estados Unidos, la Unión Soviética y Brasil. Se opusieron 13, entre ellos los árabes y la India. Y se abstuvieron 10. La Argentina y el Reino Unido revistaron juntos en el último grupo.

Tras una guerra de guerrillas, el Estado de Israel fue constituido en 1948. En cambio, el Estado árabe en tierra palestina quedó entre las asignaturas pendientes del sistema internacional.

Ayer, una Asamblea General mucho más representativa que la del ’47 reconoció en carácter de Estado observador a la actual Autoridad Palestina. Israel votó en contra. Los Estados Unidos también.

Crear un Estado o reconocer a otro nuevo, incluso en la categoría de observador y no de miembro pleno, dista de ser un seguro contra las guerras. Tampoco garantiza la paz. Pero la mayor institucionalidad sí puede convertirse en un modo de ayudar a las negociaciones diplomáticas.

El gobierno israelí, a cargo del derechista Bibi Netanyahu, viene atizando a la opinión pública internacional con una amenaza. Sostiene que, como Estado observador de la ONU, lo primero que hará Palestina es llevar las acciones militares israelíes a la Corte Penal Internacional para pedir su juzgamiento como crímenes de lesa humanidad. Argumenta el gobierno de Israel que esa movida dejará a los israelíes en un estado de completa indefensión.

Afortunadamente, Netanhayu no expresa a todos sus ciudadanos. Un editorial publicado ayer en el diario Haaretz señaló que el reconocimiento a un Estado palestino “no es un obstáculo para la paz”. Recordó el editorial que el presidente palestino Mahmoud Abbas se comprometió a retomar conversaciones con Israel inmediatamente después del reconocimiento. La recomendación de Haaretz a Bibi es sencilla: que el primer ministro sea el primero en felicitar a Abbas “por el logro” y que acuerde “una fecha pronta para las tratativas”. Termina así el texto: “No sólo los palestinos se merecen un horizonte diplomático. También los israelíes”.

Quienes están en contra de la mayoría de la ONU, dentro y fuera de Israel, omiten que el compromiso de los palestinos con el propio reconocimiento del Estado israelí puede ser mayor tras el voto en la Asamblea General. Soslayan la posibilidad de que el doble negacionismo iraní –negacionismo activo del Holocausto, negacionismo de la existencia del Estado de Israel– pierda legitimidad en lugar de ganarla, como lo viene haciendo entre sectores musulmanes.

La Argentina, esta vez, votó con la mayoría. La posición oficial combina el reconocimiento a Israel con el apoyo a una institucionalidad palestina de mayor calidad. Esa postura admite la complejidad y elude opiniones dogmáticas que, con frecuencia, coquetean con el antisemitismo. Amos Oz, el gran escritor israelí, dijo en una entrevista con Letras Libres en 2004: “Ambos, palestinos e israelíes, están viviendo ahí y ninguno tiene otro lugar al que ir. Ninguno. Es la única patria para los palestinos y la única patria para los judíos israelíes. Tienen que llegar a un compromiso. Y no hay un final feliz para nadie. Puede haber un compromiso pragmático”.

Otra respuesta de Amos Oz se aplica al futuro que comenzó luego del voto de ayer: “Los intelectuales progresistas europeos odian Hollywood porque ahí sólo se representa el blanco y el negro, los buenos y los malos de la película. Pero cuando esto se refiere a Oriente Medio quieren saber inmediatamente dónde están los chicos buenos y los malos: firman una petición a favor de los chicos buenos, odian a los chicos malos y se van a dormir. Mi modo de estar en la izquierda y mi actitud son muy diferentes: no estoy en el negocio de recogida de firmas, ni en el de impresionar a la gente. Sé que en Oriente Medio los israelíes y los palestinos viven una tragedia, no una película del Oeste. Los palestinos llevan adelante una causa muy dura, y lo mismo pasa con los israelíes. No es nada simple y no se puede mirar en términos de blanco y negro”.

Los padres de Amos Oz huyeron de Europa y llegaron al territorio palestino bajo mandato británico en 1933, el mismo año del ascenso de Adolf Hitler. El escritor nació en 1939, año del comienzo de la Segunda Guerra. Peleó en la Guerra de los Seis Días de 1967 y en la de Yom Kipur de 1973. Después fundó el movimiento Paz Ahora.

Por lo visto, nada es simple.

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