EL PAíS › LA PRESIDENTA HABLó DE LA DISPUTA COMERCIAL CON EUROPA Y DEL PROBLEMA CON LOS BONISTAS
El 7D apareció porque se lo preguntaron y se limitó a esa sola frase en referencia al fallo de la Cámara Civil. En la Cumbre del Mercosur, sin embargo, se instó a que los socios adopten medidas similares a la ley de medios audiovisuales.
› Por Fernando Cibeira
Desde Brasilia
La presidenta Cristina Kirchner no había hecho ninguna referencia al 7D ni a la decisión de la Cámara Civil y Comercial de prorrogar la medida cautelar solicitada por el Grupo Clarín para evitar la aplicación de la ley de medios. Pero mientras esperaba que llegara el auto que la llevaría del Palacio Itamaraty luego de la sesión de la Cumbre, escuchó a los periodistas que le pedían que hablara sobre el tema, que se habían producido novedades. “No, es más de lo mismo”, respondió entonces en su única frase sobre la cuestión. El eje de su discurso ante los jefes de Estado había pasado por el reclamo de igualdad de trato a la Unión Europea, con quien Argentina cruzó denuncias en la OMC por excesos en el proteccionismo de sus productos. “Estamos cansados de que se nos tilde de proteccionistas cuando en realidad Europa tiene décadas de proteccionismo”, lanzó.
El tema de la ley de medios, obviamente, había estado rondando. Se conversó en la amplia comitiva que llegó en dos aviones consecutivos bien avanzada la noche del jueves a Brasilia. También podía intuirse en el grupo de militantes de La Cámpora que la esperó a puro cantito –“con la Jefa los soldados de Perón”– en la entrada del Hotel Meliá luego de haber participado en la Cumbre Social y a quienes ella se encargó de saludar uno por uno. Esa cumbre –que a partir de ahora será menos “paralela” y estará más formalmente integrada al encuentro de los presidentes– en una de sus veinte resoluciones apoyó la pelea del gobierno argentino por la aplicación de la ley e instó al resto de los países del bloque a adoptar normas por el estilo que garanticen “la pluralidad de voces”. También se refirió a la cuestión el presidente de Ecuador, Rafael Correa, aunque, por cierto, fue a raíz de una pregunta puntual (ver aparte).
Sin embargo, Cristina Kirchner no lo había hecho, ni en su discurso, ni luego en su breve aparición frente a los periodistas. Fue unos minutos después, cuando esperaba el auto junto al canciller Héctor Timerman; el secretario de Comunicación Pública, Alfredo Scoccimarro, y el embajador Luis María Kreckler. Por delante tenía la larguísima alfombra roja cubriendo la explanada del Palacio Itamaraty y la guardia militar. El coche la llevaría al hotel para refrescarse y luego a la bilateral con Dilma Rousseff antes de emprender el retorno a Buenos Aires. Los periodistas le tiraban preguntas desde el corralito destinado a la prensa. Le recordaban que había hablado mucho tiempo del 7D. “Por eso, ya hablé mucho”, respondió. Entonces le retrucaron que se habían producido novedades. “No, es más de lo mismo”, dijo. No hubo más. Al ratito llegó el auto y siguió con su agenda. Se la veía de buen humor.
Por otro carril había circulado su mensaje en la cumbre. “Es un momento muy especial del Mercosur porque es un momento muy especial del mundo”, sostuvo allí. Su argumento fue que debido a la incapacidad de los líderes de los países en desarrollo para resolver su crisis, intentan trasladar los costos a “no-
sotros”, los países emergentes. Pero la Presidenta indicó que no quería hablar de cuestiones ideológicas sino de “hechos concretos”. Que a varios de los que estaban allí reunidos los habían acusado cuando eran jóvenes de exceso de ideología y que ahora ya estaban grandes. “Se nos pasó la juventud a todos, ahora queremos hablar de números”, insistió.
En el documento de la cumbre se destacaron las conversaciones en marcha con la Unión Europea en pos de un postergadísimo acuerdo de libre comercio, pero CFK sostuvo que “tenemos que preguntarles qué es lo que quieren y qué es lo que ofrecen”. Y añadió, también hablando de Estados Unidos, “estamos dispuestos a ser socios, pero no depositarios de las mercaderías que les sobran en el continente”.
Cristina Kirchner comentó algunos casos de superaranceles, como el de la manteca francesa –dijo que era de 120 o 130 por ciento– o del arroz japonés –300 por ciento– frente al de los productos argentinos, que eran muy bajos. Más tarde, la Presidenta comentaría que al término de su discurso se acercó a hablarle la titular de la Cepal, Alicia Barcena, quien le adelantó que le había dado datos como para iniciar un estudio comparativo sobre los aranceles.
También describió el “asedio” de los fondos buitre. “Quieren perjudicar al 93 por ciento de los tenedores de bonos legítimos”, avisó. Les apuntó a las calificadoras de riesgo e insistió en que la región tiene que crear sus propios instrumentos, sus propios organismos multilaterales, algo que también rescataría Correa. La preocupación argentina quedó plasmada en el documento final. “Los presidentes reiteraron la necesidad de limitar las acciones de los Fondos de Situaciones Especiales (fondos buitre), a fin de que el comportamiento de esos agentes especulativos no afecte la obtención de acuerdos entre deudores y acreedores ni ponga en riesgo la estabilidad financiera de los países de la región”, indicó el comunicado.
Pero el párrafo colorido de la Presidenta fue al retomar una metáfora “acuática” que había hecho Pepe Mujica cuando comentó que había que ser rápidos como las sardinas para evitar que las coman tiburones y ballenas. CFK habló del salmón patagónico, que nada contra la corriente para desovar río arriba. “Es cierto, es tal el esfuerzo que muere en el desove, pero desova, deja hijos, deja ideas, deja ejemplos”, marcó. “No digo, por favor, porque mañana seguro algún titular de mi país dirá que la Presidenta propone que todos se suiciden. No tengo vocación suicida, quédense tranquilos”, aclaró. Dilma Rousseff festejó con una carcajada.
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