EL PAíS › EL GUARDABARRERAS FRANCISCO SALVADOR PIPITO, ACUSADO DE INTEGRAR LA PATOTA FERROVIARIA
En su descargo ante el tribunal que juzga a los acusados por el asesinato de Mariano Ferreyra, Pipito dijo no entender por qué está preso y, al igual que Guillermo Uño, negó toda participación en los hechos de violencia del 20 de octubre de 2010.
› Por Ailín Bullentini
“Yo no. Yo nunca. Yo nada.” Así podría resumirse la versión que el guardabarreras Francisco Salvador Pipito dio sobre los hechos ocurridos el 20 de octubre de 2010, en las inmediaciones de la estación de trenes de Avellaneda, cuando fue asesinado el militante del Partido Obrero Mariano Ferreyra y sus compañeros Elsa Rodríguez, Ariel Pintos y Nelson Aguirre fueron heridos. Pipito, acusado como partícipe necesario en los hechos por su aporte violento para evitar que un equipo de C5N filmara las corridas de un grupo de ferroviarios –él incluido– a los militantes de izquierda y trabajadores tercerizados que esa mañana habían intentado cortar sin éxito las vías del ferrocarril en protesta por condiciones laborales, negó todo: “En ningún momento agredí a la periodista (de C5N, Gabriela Carchak). Hace dos años y medio que estoy detenido y no sé por qué, porque no le hice nada a nadie, no lastimé a nadie. Me bajé del tren solo, no me llevó nadie. Yo estoy acá por una mentira”, remarcó, con sollozos similares a los que combinó Guillermo Uño, otro de los acusados, con su propia negación de los cargos que se le imputan en la causa.
Pipito es el tercer acusado que decide declarar ante el Tribunal Oral en lo Criminal número 21, que lleva adelante el juicio oral por la causa. Sólo dejó que su abogado defensor, Claudio Armando, le hiciera preguntas. Claramente, fueron pocas. “Cuéntenos qué hizo el 20 de octubre de 2010”, rompió el hielo el defensor oficial. “El 20 de octubre de 2010 –repitió Pipito– estaba de licencia.” En la última mañana en la vida de Ferreyra, el guardabarrera tenía que ir al “médico” en Plaza Constitución, contó. “Ese día me levanto, paso por Lomas y retiro una carta que tenía que hacer llegar a la Comisión de Reclamos de un chico que quería hacer prácticas para guarda, y me voy para Constitución”, enumeró. No explicó por qué esa mañana había oficiado de cartero o si eso formaba parte de las tareas de un guardabarrera. Su defensor no se lo preguntó.
En la oficina de la Comisión de Reclamos de la estación central, allí donde “pregunto por Pablo Díaz para entregarle la carta”, apuntó que se enteró de que “iba a haber un corte de vías”. Díaz no estaba en su despacho. Dejó el sobre y se fue al médico, según su relato, y luego a su casa. Pero algo desvió su camino.
“Me tomo el tren y cuando paso por Avellaneda veo un par de gente que conozco de vista y bajo. Veo gente al costado de las vías, a un ferroviario y le pregunto qué pasa”, repitió. Respondió negativamente a su abogado, que le pidió si podía identificar a las personas con las que se cruzó en el lugar. No pudo mencionar con nombre y apellido más que a Díaz y a Daniel González, a quien ubicó en el momento de las agresiones al equipo de C5N.
El guardabarrera relató que mientras él y un grupo de ferroviarios avanzaban sobre las vías, los militantes del PO lo hacían desde la calle y que “de repente se ve que suben por donde está el Puente Bosch y empiezan a tirar piedras. Tiran piedras de un lado, tiramos piedras del otro”, contó acerca del primer “enfrentamiento”, que duró “cinco, diez minutos” y en el que intervinieron, dijo, la Policía y la Infantería.
Súbitamente ubicó a los grupos en la calle. “Nos quedamos ahí, charlando con la gente un rato, tomamos gaseosa” cuando “comienzan a decir ‘Ahí vienen, ahí vienen, vamos a correr’.” La falta de precisiones y el silencio del defensor solo permitieron llegar más rápido al objetivo real de la declaración de Pipito: la negación de las amenazas por las que se lo acusa. Para eso, describió lo que se ve en las imágenes que logró capturar la cámara de C5N y desmintió los cargos que la movilera del canal y el asistente de cámara testimoniaron ante el TOC en audiencias pasadas.
“El grupo empezó a correr y yo me sumé a la corrida. Me canso porque fumo mucho, entonces paro y empecé a caminar. De pronto veo que hay una cámara y me sorprendo. Me corro porque no me gusta salir en cámara y sigo caminando lo más lindo por la calle. Entonces veo a González que estaba recriminándole al camarógrafo. Después aparece la periodista y se pone a hablarnos. Yo sigo caminando, en ningún momento paré”, narró. Luego, desmintió haber obligado a Carchak a dirigirse al playón de Chevallier, como ella testimonió: “La periodista camina al lado mío, me decía que tenía un micrófono, que si quería podía hablar. Le dije que yo no tengo ni cargo ni voz ni voto en la UF, así que le dije que no”, se excusó.
“En ningún momento agredí a la periodista, en ningún momento la agarré, la insulté, le falté el respeto”, aseguró. “El 24 a la noche (de octubre de 2010) veo el especial que hacen donde la periodista dice que la lastimé y le agarré el brazo y es todo mentira. Se ve en los videos, está documentado. es todo mentira.” Pipito dijo que recién se enteró de la existencia de heridos de regreso, cuando escuchó a Díaz contárselo a un notero de TN. También negó haber visto armas “ni de nuestro lado ni del lado del PO”.
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