Imagen: Carlos Muñoz.
Miriam Lewin..

Carlos Muñoz y Miriam Lewin son dos sobrevivientes del mayor centro clandestino de detención de la Armada durante la última dictadura cívico-militar:

la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA). En diálogo con Página/12, se refirieron al debate que despertó la presentación del Plan Estratégico para el período 2012-2015 del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación, encabezado por Julio Alak, realizado en diciembre pasado en lo que es hoy el Espacio para la Memoria y los Derechos Humanos. Ambos coincidieron en reivindicar que se realicen actividades de distinto tipo en la ex ESMA.

“Es obvia la operación política que se desarrolla detrás de esto, porque es una discusión que se puede dar para adentro de los organismos de derechos humanos”, sostuvo Muñoz al referirse a las críticas que surgieron desde la Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos porque en el evento organizado por el Ministerio de Justicia se hubiera realizado un “brindis” y se hubieran comido patys y choripanes. Carlos Lordkipanidse, sobreviviente de la ESMA, comparó el hecho con la quema de cadáveres y dirigentes de la UCR, y del PRO pidieron la renuncia de Alak por haber hecho “un festejo” en el Espacio para la Memoria.

“El debate ya se dio, hablaron los sobrevivientes y los organismos de derechos humanos. Incluso todo el mundo pudo exponer su posición respecto de lo que se haría en la ex ESMA como Espacio para la Memoria. Esto no quiere decir que esté terminado, porque siempre se pueden reconsiderar las cosas”, opinó Lewin al ser consultada. La periodista fue secuestrada a los 19 años, en 1977, y permaneció en el centro de exterminio durante diez meses. El debate al que se refiere fue en 2008, cuando los organismos de derechos humanos consensuaron que el lugar sería “un espacio donde las actividades están relacionadas con la historia y la lucha de los compañeros que fueron torturados y asesinados en el predio”, expresó Muñoz.

Muñoz ingresó en la ex ESMA el 21 de noviembre de 1978, luego de que un grupo comando entrara a su casa en el barrio porteño de Once y lo secuestraran junto a su compañera Ana María Malharro y a su hijo de tres meses. Allí permaneció hasta el 15 de febrero de 1980, cuando salió con libertad vigilada. Cuatro años después, regresó para hacer un reconocimiento, declaró en el Juicio a las Juntas y en ESMA 1. Sobre los sobrevivientes que se manifestaron en contra de las actividades, consideró que su postura es “absolutamente respetable” pero repudió que “terminen siendo instrumento de otros fines de aquellos sectores reaccionarios y que se oponen a la política de derechos humanos del gobierno nacional”.

Lewin, en tanto, también acordó con que “puede abrirse una discusión sobre las actividades” que se hagan dentro del predio “pero de manera honesta y frontal”, tal como lo proponen en una solicitada publicada hoy (ver página 17).

–¿Qué piensa de los políticos que se manifestaron contra el acto que se realizó?

M. L.: –Me siento avergonzada porque muchos de ellos votaron por las leyes de obediencia debida y punto final. Está en el marco de la utilización política, porque que un diputado (Mario Negri, vicepresidente de la Cámara de Diputados de la Nación) haya dicho que la ESMA es un espacio de “recogimiento” quiere decir que ni siquiera leyó las actividades que se hacen en el lugar. Se hizo una utilización política y sesgada de la cuestión y no me parece que actividades artísticas o festivas sean ofensivas en absoluto. No- sotros estábamos conectados con la alegría. Es más, se daban situaciones de humor negro dentro del campo y lo mismo pasaba en los campos durante el nazismo.

C. M.: –Hay un proyecto nacional y del otro lado una cantidad enorme de intereses de partidos políticos, grupos económicos, mediáticos que quieren defenderlos, apoyados por grupos que jamás levantaron su voz por un desaparecido.