Fui varias veces a las distintas instalaciones de la ex ESMA... La primera vez entré con el corazón en un puño y un hondo temblor.

Si bien a mi primer marido, Hugo Federico González, se lo vio por última vez en el Campo El Vesubio, al entrar en la ex ESMA tuve la sensación de entrar al lugar donde él había pasado sus momentos finales.

Con esa emoción continué yendo otras veces para encontrarme con Víctor Basterra y sus fotos robadas a los genocidas cuando estuvo detenido desaparecido allí mismo.

(¿Quién no se sintió morir al ver la foto de Fernando Brodsky después de ser torturado?)

Fui también para llevarme un libro de Pilar Calveiro. O para reunirme con Hijos o con Ana María Careaga, la hija de Esther Ballestrino, arrojada al mar, que programó Los pasos de Paloma, el estremecedor relato acerca de la desaparición de Paloma Alonso interpretado por su hermana Mercedes.

Allí leí los escritos de Haroldo Conti, invitada por el Centro Cultural que lleva su nombre.

Allí volví a cantar el mes pasado con Paco Ibáñez.

Supongo que seguiré asistiendo para ser parte de esa resignificación con la misma emoción y con la misma alegría de reencontrarme con la solidaridad de tantos compañeros y brindar por los que no están y cantar y reír y sentirme viva para ellos.

“No sé si tiene sentido, pero me digo cada vez: contá la historia de la gente como si cantaras en medio de un camino, despojate de toda pretensión y cantá, simplemente cantá con todo tu corazón.”

Haroldo Conti

* Actriz.