EL PAíS › OPINIóN
› Por Luis Bruschtein
La postal más conocida es la que divorcia los llamados símbolos patrios de aquello que representan. Las dictaduras militares exaltaban una forma de patriotismo al tiempo que reprimían al pueblo. O hacían discursos pomposos sobre la bandera mientras se subordinaban a las decisiones e intereses de transnacionales y organismos financieros internacionales. La última dictadura llevó al paroxismo ese antagonismo entre discurso patriótico y actos antipatrióticos. El reflejo que dejó esa práctica mentirosa fue asumir que el discurso patriótico se usaba sólo para esconder exactamente lo opuesto, como lo hacían aquellos militares.
En todo el mundo, las izquierdas y los movimientos populares han tenido y tienen discursos patrióticos en el buen sentido, pero en Argentina esa expresión se fue perdiendo a partir de la experiencia patriotera, nada patriótica, de gobiernos militares y también civiles. En esa pérdida en el lenguaje hay también una pérdida de identidad que es también una forma de incertidumbre e indefensión. Parece absurdo, pero en este sentido, la izquierda y los movimientos populares fueron perdiendo un discurso patriótico genuino mientras el neoliberalismo de-sarrollaba el suyo. Desde los militares en adelante, se generó un discurso patriótico aunque sólo en lo referido a lo simbólico, o sea un discurso artificial.
En cambio, el recibimiento de la Fragata Libertad unió el símbolo configurado por el buque junto con el acto de defensa de la soberanía en la disputa con los fondos buitre. No hubo una disociación entre lo simbólico y el contenido, lo cual recupera un discurso patriótico genuino. No se trataba solamente del arribo del buque escuela de la Armada que había sido retenido en Ghana. Se trataba también de que ese retorno se había logrado sin hacer concesiones a los fondos buitre, que eran los responsables del embargo del navío.
Para discutir la deuda externa, para defender los intereses propios en cualquier diferendo tiene que haber un sentido de identidad y patriotismo que se ponga en juego. La durísima confrontación que plantean los fondos buitre requiere mucha determinación, no sólo a nivel de gobierno, sino también a nivel de la sociedad. Esa determinación se reconstruye en un plano cultural, pero también en el de los hechos concretos. Tiene que haber consonancia entre lo que se dice y lo que se hace.
Hay un sentido de identidad y patriotismo que genera impulsos integradores en un sentido regional, pero también con el mundo. No hay posibilidad de integrarse a nada desde la anomia, porque eso, en el mejor de los casos implica subordinación, que no es lo mismo que integración. En los procesos de integración, los puntos en común pujan por armonizar los puntos diferentes. La integración es en una diversidad asumida.
En el caso del embargo de la Fragata Libertad en Ghana se desplegaron estos dos discursos. Los mismos que generaron la deuda externa fueron los más críticos cuando este Gobierno afrontó una de las consecuencias de ese acto criminal. Con la ayuda de los grandes medios instalaron un discurso que pretendía atribuirle al Gobierno la responsabilidad por actos que son producto de las políticas de endeudamiento que ejercieron ellos y que llevaron a la crisis y al default. Se ensañaron tanto con el Gobierno cuando creyeron que perdía que, cuando eso no sucedió, le habían regalado un triunfo absoluto. Pretendieron hundirlo en la soledad y en cambio le dieron la posibilidad de ser el único que capitalice el retorno de la fragata.
En la reconstrucción de un discurso patriótico genuino, el Gobierno llega a este recibimiento de la Fragata Libertad sin la compañía de la oposición. Cuando la fragata fue retenida en Ghana, los medios opositores plantearon el viejo discurso patriotero y arrastraron a varios dirigentes de la oposición, incluso alguno del progresismo: para rescatar a la fragata había que pagar a los fondos buitre. O sea: se valoriza el objeto símbolo, pero para conceder soberanía. Era el mismo antagonismo entre discurso y acción que planteaba la dictadura militar cuando exaltaba a la bandera y reprimía al pueblo.
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