A dos meses de asumir como funcionaria del gobierno de Mauricio Macri, la ex diputada radical Silvana Giúdici fue finalmente expulsada de las filas de la UCR. La resolución fue tomada por unanimidad por el Tribunal de Conducta y ratificada la semana pasada por la mesa de conducción del Comité Capital por ocho votos contra uno. “Cumplimos los pasos que habíamos planteado cuando surgió esta situación. No hemos hecho nada persecutorio. Es lo que establece nuestra Carta Orgánica. Silvana es alguien que ha transgredido la norma partidaria”, explicó a Página/12 Rubén Gabriele, titular de la UCR porteña. Según el estatuto radical, un afiliado pierde su condición automáticamente si acepta un cargo, sin autorización de la Convención, en un gobierno del cual el partido no es aliado. De esta manera, la UCR porteña dejó también una señal para aquellos correligionarios que ven con buenos ojos un acuerdo con el PRO.

Fue un inicio de año convulsionado para los radicales porteños. Su candidata a jefa de Gobierno en la última elección había pegado el salto a las filas del macrismo, en medio del operativo de seducción por parte del PRO. Si bien la buena relación de Giúdici con el macrismo ya venía desde hace tiempo, la definición cayó muy mal en las filas partidarias. Un grupo de militantes radicales pidió la expulsión de acuerdo al artículo 9 de la Carta Orgánica, que establece que “será automática la extinción de la afiliación para aquellos que ocupen cargos de gestión política en el Gobierno nacional, gobiernos provinciales y/o Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, que no fueran integrados por el partido”. Como excepción se encuentran los cargos “técnicos o por concurso” o aquellos que tengan “expresa autorización de la Convención de la Ciudad”.

El tribunal de conducta entendió que se cumplía con lo fijado en la Carta Magna, ya que se trata de un cargo político y Giúdici no consultó su decisión, ni mucho menos pidió autorización. El 28 de febrero el Comité capital ratificó lo planteado por el tribunal y ahora sólo resta un trámite burocrático para formalizar la expulsión. Hay que pasarlo al libro de actas y enviarlo a la Justicia electoral. Esto podría demorar aproximadamente una semana.

La ex diputada es hoy titular de la Unidad de Coordinación del Plan Estratégico de la Ciudad, un cargo utilizado habitualmente para colocar extrapartidarios o dirigentes aliados. Sumar a la radical fue una forma de mostrar “volumen” político en el armado macrista con vistas a las elecciones presidenciales de 2015 y también para las legislativas de octubre.

“Creemos que la conducta debe ser uno de los pilares que lleve al radicalismo a fortalecerse y posicionarse nuevamente como opción para todos los porteños. Lejos de los desviamientos ideológicos a los que algunos dirigentes nos quieren llevar, el radicalismo debe tener claro su rumbo”, expresaron desde las agrupaciones La Amaya, La 3 Radical, Militando Ideas, Radicales en Movimiento y Militancia y Acción 2.0, que solicitaron la expulsión. Estas agrupaciones afirmaron que el radicalismo debe tener un “verdadero tinte progresista” y debe estar “con la gente, no priorizando un cargo político en un gobierno que nada tiene que ver con nuestra historia partidaria”.

Fuentes del radicalismo porteño interpretaron la situación como un mensaje político tanto interno como hacia afuera. “Ha quedado claro que el sentimiento mayoritario del partido es no ir con Macri”, sintetizaron.