EL PAíS › COMO INTERPELA LA MUERTE DE CHAVEZ A GOBIERNO Y OPOSICION
La eclosión masiva de dolor ante la muerte de Chávez, comparable con lo que sucedió aquí con Evita, Perón y Kirchner, arroja luz sobre los respectivos procesos políticos. Una docena de elecciones ganadas en 14 años recompensan una transformación impresionante de los indicadores socioeconómicos, como en Ecuador, Brasil, Bolivia y la Argentina. La incongruencia de llorar a Chávez y denigrar a Cristina. Las dos versiones de un documento crítico de la Iglesia Católica, sumada a la oposición.
› Por Horacio Verbitsky
La prensa y los partidos de oposición desde hace años asimilan los procesos políticos de Venezuela y la Argentina o, con más precisión, al chavismo y el kirchnerismo, aunque les cuesta deducir las consecuencias de ese parangón y se pierden en un laberinto de ficciones. Al aproximarse la muerte anunciada de Hugo Chávez Frías pasaron a una etapa superior del espejismo: Cristina estaba tratando de ocupar el liderazgo que quedaría vacante, repitieron. Es cierto que CFK sabía que el pronóstico era sombrío porque lo escuchó de boca del propio ex presidente Fidel Castro, quien le dijo que la situación era irreversible. Pero la hipótesis sobre el operativo relevo de Chávez por Cristina sólo se basa en los prejuicios de quienes la instalaron, por incomprensión de los respectivos procesos políticos.
Por eso las abrumadoras manifestaciones de dolor en la despedida de Chávez los tomaron por sorpresa, como un espejo del azoramiento que mostraron el día en que murió Néstor Kirchner. Dos grandes damas del espectáculo llegaron a denunciar que no había sido un sentimiento espontáneo sino una escenificación de Fuerza Bruta y que Kirchner era demasiado alto para ese ataúd. El diario español ABC afirmó ahora que el féretro que cubrió un trayecto de ocho kilómetros de calles y avenidas de Caracas acompañado por dos millones de personas no contenía el cuerpo de Chávez, cuando el único fraude probado fue la foto falsa en la tapa de su colega El País. El cuadro que acompaña esta nota muestra el impacto extraordinario de los catorce años de Chávez en la presidencia de Venezuela. Por legítimo que sea cuestionar la inflación, la corrupción, las interminables cadenas nacionales, la manipulación de la Justicia, los conflictos con la prensa, la fuga de capitales, el raquitismo de la industria, la dependencia alimentaria de las importaciones desde Estados Unidos, quien ignore la transformación social producida y su impacto profundo y duradero sobre la conciencia social de las masas venezolanas, se condena a la incomprensión y la inoperancia. Y esto sí vale también para la Argentina de los Kirchner y los demás procesos populares de la región. La oposición venezolana reaccionó esta vez con una cautela aprendida a fuerza de reveses. Este proceso autocrítico comenzó el año pasado con la designación como candidato presidencial del empresario y abogado Henrique Capriles Radonski, quien como Chávez comenzó a vestirse con los colores de la bandera y abandonó la diatriba desestabilizadora por un discurso moderado, de sensibilidad social e impostación bolivariana. La recompensa fue una alta votación, próxima al 45 por ciento, aunque la denuncia de un fraude constitucional por la asunción de Nicolás Maduro recuerda que siempre es posible una recaída. Cristina y Chávez fueron reelectos con el 54 por ciento y el 57 por ciento premió al presidente ecuatoriano Rafael Correa por la reducción de la pobreza y de las desigualdades, el aumento del empleo, la transferencia directa de ingresos a los más necesitados, la inversión sostenida en vivienda, salud, educación e infraestructura. En Ecuador el segundo candidato más votado, que fue un banquero, apenas superó el 20 por ciento, mucho más cerca del 17 por ciento de Hermes Binner en la Argentina que del 45 por ciento de Capriles Radonski en Venezuela. “Millones que fueron alfabetizados, millones que tuvieron por primera vez salud, educación, vivienda, porvenir, ejemplifican la vida y la militancia de Chávez. Fue un liberador de mentes y rompió una estructura cultural y mental de muchísimos compatriotas que creían que no era posible otra Venezuela”, dijo Cristina. “Chávez sabía que las razones para estar en el gobierno eran hacer que el pueblo de Venezuela se sintiese orgulloso, que pasase a tener derechos, trabajo, salud y la posibilidad de estudiar. Obviamente, enfrentó una oposición muy férrea, como todos los gobiernos progresistas enfrentamos en América latina”, completó Lula. Hasta el ex presidente estadounidense Jimmy Carter destacó que “la tasa de pobreza en Venezuela se redujo dramáticamente”, como consecuencia del “profundo cambio” impulsado por Chávez “para favorecer a aquellos sectores que se sentían ignorados o marginados”, a “quienes transmitió esperanza y poder”, además de unirse “a otros líderes de América Latina y el Caribe para establecer nuevas formas de integración”.
En la UCR se alzan algunas voces, por ahora aisladas, que también intentan modificar aquí la práctica suicida que minimizó a la oposición venezolana. Provienen de un representante de la burocracia partidaria como Leopoldo Moreau, y de un recién llegado como el humorista Nito Artaza, quien ingresó al Congreso empujado por los martillazos de los ahorristas contra los bancos en 2001/2002. Ambos objetan el antikirchnerismo ciego que practican las corrientes dominantes en el partido y reconocen las transformaciones producidas en la última década, como un piso a partir del cual construir algo mejor. Parecido fue el planteo de Martín Sabbatella antes de incorporarse con bandera y banda al kirchnerismo. Si hay margen para una propuesta alternativa que parta de lo ya hecho en vez de negarlo en bloque o si la fuerza de la gravedad del planeta K será irresistible para cualquier asteroide que se le aproxime es algo abierto a debate y experimentación. Pero cualquier otra alternativa lleva al extravío en el espacio sideral. El astro errante más notable es Binner, quien puso en crisis su inestable coalición al anunciar que en Venezuela hubiera votado por Capriles Radonski. Por ello recibió la reprobación de algunos sectores propios menos coherentes, que no ven contradicción entre lagrimear por Chávez e insultar a Cristina, como la fracción de la CTA que responde a Pablo Micheli y a los diputados Víctor De Gennaro y Claudio Lozano. En un alarde expresivo, Micheli dijo: “Lloremos, putiémos, guerriemos pero jamás traicionemos. Chávez vivirá en cada lucha”, mientras Lozano partió a Venezuela. Junto a él viajó Fernando Ezequiel Solanas Pacheco, el diputado de Proyecto Sur que el 1º de marzo se levantó de su banca en la Asamblea Legislativa “harto de tantas mentiras”. Solanas analiza posibles alianzas electorales con el FAP y con el sector de la Coalición Cívica Libertadora que responde a la diputada Elisa Carrió, quien explicó la lógica del acercamiento: “Los pinos son honestos”. Para Hugo Moyano y Julio Piumato, en Venezuela “se ha afianzado la justicia social” y “al bravo pueblo de Venezuela ya no hay obstáculo que pueda desviarlo del camino” porque “bajo el liderazgo clave del Comandante Hugo Chávez Frías se ha consolidado la conciencia y la voluntad popular”. En la misma semana, Moyano también encomió a Maurizio Macrì. “Hemos tenido muchas respuestas del gobierno de la Ciudad en beneficio de los trabajadores. Siempre que realizamos algún reclamo nos han dado respuesta”, dijo. Macrì le retribuyó con otra alabanza durante su visita a Expoagro: “Moyano es un dirigente siempre activo e inteligente que compara y ve cómo el relato se va topando con la realidad, quiénes se ocupan de verdad de los trabajadores y quiénes no”. En ese lugar de cita de todas las oposiciones se habló de la propuesta de la Sociedad Rural de no vender la cosecha de soja para escasear recursos a las arcas oficiales y de la crisis interna en la Federación Agraria, cuyo Consejo Directivo aprobó el diálogo por separado con el gobierno nacional, que el presidente Eduardo Buzzi desoyó. El boicot granario se choca con las leyes del mercado. Con la tonelada a un precio de sueños, aún los pocos que tienen espalda financiera para aguantar lo pensarán cien veces: una baja de esos precios entra en el plano de la posible y aún de lo probable dada la crisis global en plena evolución. Organizada por Clarín y La Nación, esa feria rural fue inaugurada por los gobernadores de Buenos Aires y Santa Fe, Daniel Scioli y Antonio Bonfatti, y allí se encontraron Maurizio Macrì con Alfredo De Angelis, Marcela Noble Herrera, Roberto Lavagna, Claudio Escribano y Jerónimo Venegas. Tanto Moyano como Venegas están organizando estructuras partidarias con la ilusión de ofrecérselas a Scioli, si rompe con la presidente a la que jura lealtad una vez por semana, o a Sergio Massa. Como se ve, cualquier combinación de superestructura es posible, tras las huellas de la ídola de los camaleones, Patricia Bullrich.
Dentro del espectro opositor sólo la ensayista Beatriz Sarlo demostró que no lleva la cabeza de adorno, por decirlo con una metáfora juanperonista, el 2 y el 6 de marzo. Desde el título, son artículos gemelos: “No sólo plata, ni sólo militancia” y “Algo más que un líder autoritario”. Luego de constatar la presencia en las calles de una multitud que se extendió compacta desde el Congreso hasta la avenida 9 de Julio, con columnas de sindicatos, movimientos sociales, intendencias del Gran Buenos Aires, organizaciones políticas cristinistas y residentes de los barrios más pobres, la autora de “La audacia y el cálculo” advierte: “No se gana una elección sólo con movilizaciones. Pero ese territorio, ocupado por estos manifestantes, donde viven en condiciones seguramente malas, aunque sienten que sus vidas han mejorado, ese territorio es una pieza fundamental”. En el mismo tono, dice que durante los años de Chávez la oposición venezolana “no estuvo a su altura” porque careció de “un gran potencial político que incluya el reconocimiento inteligente de las causas que lo han sostenido allí”, entre las que enumera el pasado político y una hegemonía cultural y política “que cambió, probablemente para siempre, la relación de los sectores populares con los gobiernos”. Su opinión es que “la democracia no ha persuadido de que es un régimen capaz de superar los límites que le plantean la pobreza y la injusta distribución del ingreso”. Ambos artículos son más extensos y críticos, de Cristina y de Chávez, pero parten de un poco frecuente reconocimiento de la realidad social, sin la cual, de Caracas a Buenos Aires, la oposición seguirá penando, en cada contienda de esa democracia que de palabra reverencia. La participación y la organización popular que impresionaron a Sarlo y que con bases distintas en cada caso sostienen los procesos de la Argentina, Brasil, Bolivia, Ecuador y Venezuela, son la única garantía de no reversión, como se comprueba por la negativa en el único país en que se impuso la desestabilización, Paraguay, donde Fernando Lugo ganó los comicios y se echó a dormir.
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