EL PAíS › LA MAYORíA APRUEBA AL NUEVO PAPA, PERO LE PIDE QUE MODIFIQUE LA DOCTRINA DE LA IGLESIA, SOBRE TODO EN LOS TEMAS SEXUALES
› Por Raúl Kollmann
Un toque de argentinidad y el ingrediente de que los primeros gestos del papa Francisco cayeron muy bien. La conclusión: ocho de cada diez habitantes de Capital Federal y Gran Buenos Aires manifestaron su orgullo o alegría por la elección del cardenal Jorge Bergoglio como papa Francisco. Además, también una mayoría amplísima cree que el nuevo pontífice encabezará una etapa de cambios significativos y positivos en la Iglesia Católica y lo que se le pide, en primer lugar, es que pelee por un mundo más justo y que la Iglesia se acerque más a la gente. No todas son rosas: entre los reclamos de cambios doctrinarios, lo que aparece como prioritario es que la Iglesia acepte el uso de preservativo y hay una mayoría que considera que debe cambiar su actitud respecto de los homosexuales, que se permita que las mujeres ejerzan el sacerdocio y que sea suspendido el celibato de los clérigos.
Las conclusiones surgen de la encuesta exclusiva, realizada para Página/12 en los últimos días. El estudio fue hecho por la consultora Ibarómetro, que encabeza Doris Capurro, aunque este sondeo estuvo a cargo del sociólogo Ignacio Ramírez. En total fueron entrevistados, a través del teléfono, mil ciudadanos de Capital Federal y el primer y segundo cordón del Gran Buenos Aires. Se respetaron las proporciones por edad, sexo y nivel económico social. Los sociólogos consideran que en el interior del país la devoción religiosa es mayor, por lo cual la población encuestada es la que tiene una mayor proporción de personas indiferentes (19 por ciento) a lo religioso, como surgió del estudio que encabezaron en 2008 el Conicet y el profesor Fortunato Mallimaci.
“El impacto positivo provocado por la elección de Jorge Bergoglio como nuevo papa no debe leerse como el signo de una fiebre religiosa –señala Ramírez–, sino que deriva de la convergencia de dos elementos: en primer lugar, la pertenencia y orgullo relativo a la argentinidad puesta en valor y, en segundo lugar, la gestualidad reformista exhibida por Francisco en las primeras horas de su papado. Con relación al primer aspecto, el hecho constituye un fenómeno de identidad nacional, es decir transversal a las diversas identificaciones religiosas, orientaciones políticas o extracciones sociales.” En otras palabras, hubo un ingrediente de orgullo nacionalista y, al mismo tiempo, los primeros gestos sintonizan con los cambios que la mayoría plantea deben hacerse en la Iglesia y a nivel internacional. Son pocos los que conocen el debate sobre su relación con la dictadura y, en especial, sobre la suerte corrida por los dos jesuitas, Francisco Jalics y Orlando Yorio.
Además del orgullo y la alegría, la designación de Francisco puso en marcha también un sentimiento de optimismo, incluso respecto del país. Siete de cada diez personas dicen que la llegada de Bergoglio al pontificado va a tener un impacto positivo en el país, y muy pocos, apenas el cuatro por ciento, creen que habrá un impacto negativo.
El responsable de Ibarómetro considera que ese optimismo ya está hoy presente en los países de esta región: “La reacción favorable despertada en torno de Francisco obedece, entre otras causas, a que entronca con los procesos de cambio que se vienen dando en la región. En el Informe del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), difundido por estos días, se habla de ‘El ascenso del Sur’, para describir el mejoramiento de los índices de desarrollo humano que vienen experimentando las sociedades latinoamericanas. El ascenso del Sur tiene, también, un componente político y simbólico, en una región cuyas mayorías vienen convalidando experiencias de gobierno que consideran reparadoras de históricas injusticias. Ese es el marco histórico, el clima político y cultural, de una región que reacciona con optimismo ante la elección de un papa latinoamericano, como episodio potencial para seguir apalancando transformaciones y ganando protagonismo”.
Buena parte de las opiniones van en el sentido de los procesos de los últimos años en nuestros países. Se le plantea a la Iglesia Católica que esté más cerca de la gente (86 por ciento), que sea menos conservadora (72 por ciento) y que se ponga más del lado de los países del Tercer Mundo (60 por ciento). Es decir posturas nítidamente progresistas formuladas por los encuestados como reclamos al nuevo papado.
Ramírez sostiene además que “las primeras señales emitidas sintonizan bien con las generalizadas expectativas de reformas que existen entre los argentinos en torno de la Iglesia Católica. Al respecto, un reciente estudio de Ibarómetro revelaba el extendido deseo de que la Iglesia Católica revise sus posturas frente a la ordenación de mujeres, a la homosexualidad, al celibato y al uso de preservativos. En este sentido, existe en la Argentina una atmósfera cultural desde la cual muchas actitudes y posiciones de la Iglesia resultan conservadoras”.
Es en este terreno en donde el nuevo pontífice parece muy lejano a cumplir con los reclamos de renovación doctrinaria: Francisco es considerado un conservador respecto de las posturas tradicionales de la Iglesia:
- Respecto del matrimonio igualitario dio una batalla significativa y calificó la iniciativa como “un plan del demonio”.
- También planteó un serio enfrentamiento con las iniciativas de educación sexual. Cuestionaba, por ejemplo, la intromisión del Estado en algo que, según sostuvo, debía estar en manos de los padres. Justamente la postura de la mayoría de los partidos políticos es que el Estado debe intervenir para evitar los embarazos no deseados y una vida más sana y plena.
- No hubo nunca declaraciones de Bergoglio respecto de temas urticantes como el celibato de los clérigos y el veto a que la mujer tenga posiciones de relevancia en la Iglesia. De hecho, no pueden ejercer el sacerdocio.
Sea como fuere, lo que prima inicialmente es el impacto producido después de que el cardenal Jean Louis Touran hiciera un enorme esfuerzo para anunciar que el nuevo pontífice era Jorge Mario Bergoglio. Hay algo de nacionalismo, del hecho de que un compatriota haya sido designado a cargo de una institución que siguen 1200 millones de personas. Y a eso se agrega, a los ojos de la mayoría, que el nuevo papa metió varios goles en los primeros minutos del partido.
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