EL PAíS › LA PRESIDENTA INTERCAMBIó SALUDOS CON JORGE BERGOGLIO TRAS LA CEREMONIA DE INICIO DE SU PAPADO
Tras participar de la celebración en el Vaticano, Cristina Kirchner se reunió con Dilma Rousseff e intercambió opiniones sobre el escenario que abre en la región el hecho de que el Papa sea latinoamericano. También se reunió con el titular del Episcopado, José María Arancedo.
› Por Nicolás Lantos
–Le pido a Dios que lo bendiga, Francisco.
–Gracias por venir, Cristina.
Menos de veinticuatro horas después de compartir un almuerzo durante más de dos horas y media, la presidenta argentina y el flamante papa volvieron a mostrar en público que ambos están dispuestos a relanzar la relación que comparten, en buenos términos. Ayer al mediodía, luego de que Francisco diera su misa de iniciación ante representantes de 132 países, la mandataria argentina, que había presenciado la ceremonia desde un asiento en la primera fila, fue la primera en saludar al pontífice, con quien –aseguraron testigos a Página/12– mantuvo el breve intercambio de palabras que se reproduce al comienzo de esta nota. Luego de concluida la actividad en la Basílica de San Pedro, CFK recibió al titular de la Conferencia Episcopal Argentina, José María Arancedo, y visitó en su hotel a su par brasileña, Dilma Rousseff. Finalmente, a las ocho de la noche italiana, abordó un charter privado en el aeropuerto de Roma para emprender su regreso a la Argentina.
Vestida de negro, la Presidenta arribó al templo poco antes de las nueve de la mañana y se ubicó en su lugar, encabezando una numerosa comitiva oficial. Junto a ella se ubicaron el canciller Héctor Timerman; el titular de Diputados, Julián Domínguez, y el de la Corte Suprema de Justicia, Ricardo Lorenzetti; en los asientos posteriores, el senador bonaerense Aníbal Fernández; el secretario de Culto, Guillermo Oliveri; tres representantes de la CGT; el número uno de la Unión Industrial Argentina; dos intendentes afines al Frente para la Victoria (Julio Pereyra, de Florencio Varela, y Carlos Espínola, de Corrientes); el legislador radical Ricardo Alfonsín y algunos miembros del equipo presidencial, como el vocero Alfredo Scoccimarro, un secretario y el fotógrafo.
Otros asistentes argentinos, que viajaron por su propia cuenta, tuvieron que conformarse con ubicaciones menos privilegiadas, no ya como parte de la comitiva oficial del país, sino entre los invitados. Algunos, incluso, siguieron las alternativas de la ceremonia desde la parte posterior de la Plaza San Pedro. La mandataria argentina se encontró con la princesa Máxima, futura reina de Holanda, con quien dialogó durante unos segundos, afectuosamente, ante la mirada de su marido, Guillermo. Fernández de Kirchner también saludó brevemente al presidente italiano, Giorgio Napolitano; a la canciller alemana, Angela Merkel, y a Rousseff, con quien acordó un breve encuentro para la tarde.
Una vez finalizada la misa de iniciación de Francisco, CFK regresó al Hotel Edén de la capital italiana, donde estaba alojada. Luego de un almuerzo frugal, la jefa de Estado recibió allí a Arancedo, arzobispo de Santa Fe, además de sucesor de Jorge Mario Bergoglio al frente del Episcopado. El encuentro, del que participaron Timerman y Oliveri, se extendió 50 minutos y habrían hablado sobre cómo reconducir la relación entre la Casa Rosada y el Episcopado ante esta “nueva etapa”.
La última actividad de la Presidenta en suelo italiano fue su visita al Westin Excelsior, el hotel donde estaba instalada su par brasileña. Por la mañana, Fernández de Kirchner y Rousseff se habían visto en la Basílica de San Pedro, pero no pudieron permanecer juntas más que unos pocos segundos, motivo por el cual acordaron el encuentro vespertino, en el que, según dejaron saber fuentes de ambos gobiernos, “hablaron de sus impresiones” tras la ceremonia y “el nuevo escenario” para la región a partir de la unción del papa latinoamericano. No hubo, aseguran en el entorno presidencial, mención a otros temas de la agenda bilateral, como la situación de la minera Vale en la provincia de Mendoza.
Alrededor de las siete de la tarde local (cuatro horas menos en Argentina), la mandataria dejó la ciudad rumbo al aeropuerto de Fiumicino, donde poco después despegó a bordo de un charter rumbo a Marruecos para hacer allí el trasbordo con el Tango 01 y regresar a Buenos Aires.
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