EL PAíS
› KIRCHNER VOLVIO A MOSTRARSE DURO CON EL VISITANTE
Zumbaron oídos en la Rosada
En su segundo encuentro con Köhler, el Presidente repitió los argumentos y el estilo de la cena del lunes. Dejó claro que no firmará un acuerdo a cualquier costo. Kirchner también “bajó línea” a los legisladores del PJ, que hasta llevaron un machete a su propio encuentro.
› Por Fernando Cibeira
El director del FMI, Horst Köhler, se debe haber ido del país con la certeza de que mucho de lo que había escuchado sobre el presidente Néstor Kirchner era verdad. Sobre todo acerca de la frontalidad del estilo K, con el que debió lidiar dos veces consecutivas: el lunes a la noche en Olivos y ayer en el encuentro que mantuvieron en la Casa Rosada. En su despacho, el Presidente insistió en marcarle a Köhler que el modelo económico que durante tanto tiempo propició el Fondo no hizo más que generar concentración económica, marginalidad social y falta de transparencia en la función pública. En ese sentido, le aclaró que el objetivo excluyente de su gestión será reducir la exclusión social, por lo que la firma de un eventual acuerdo a mediano plazo deberá tener en cuenta esa definición. Köhler, convencido de que el organismo debe mostrar un rostro más humano, elogió la “actitud racional” del Presidente.
No se detuvieron en detalles –que dejaron para el encuentro que luego mantendrían los funcionarios del Fondo con el equipo económico– y se dedicaron a ampliar los términos que se habían planteado en la cena en la Quinta de Olivos. Pese a las reglas del protocolo que marcaba la presencia de las esposas, Kirchner no aguantó limitarse al lenguaje diplomático ante Köhler y le adelantó varias cuestiones que quería decirle desde hacía tiempo, como por ejemplo que el FMI era “gran responsable” de la crisis que sufría la Argentina. También la preferencia que siempre habían mostrado por Carlos Menem y su modelo.
El encuentro de ayer comenzó a las 12.15 y terminó una hora y cuarto después, cuando Köhler se subió a su automóvil para que lo transportara un par de cuadras hasta el Ministerio de Economía, en donde lo esperaban los gobernadores. Lo acompañaron el director del Hemisferio Occidental, Anoop Singh, y el representante del organismo ante la Argentina, John Dodsworth. Del lado oficial se sentaron junto a Kirchner el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, el ministro de Economía, Roberto Lavagna, el secretario de Finanzas, Guillermo Nielsen, y el representante argentino en el FMI, Guillermo Zocalli. Cuando se iban, a los funcionarios del Fondo les zumbaban un poco los oídos.
Kirchner los esperó con un mensaje preparado. Les aclaró que su deseo era que llegaran a un rápido acuerdo, pero que no firmaría a cualquier costo: colocó el equilibrio de las cuentas, la estabilidad y el desarrollo como condiciones previas al compromiso. “El Presidente siempre dice que tenemos que ser capaces de buscar para la Argentina una solución que de ningún modo signifique la postergación de los argentinos y que la única posibilidad de encarar un proceso de negociación supone previamente garantizar un proceso de desarrollo en la economía”, explicó luego el jefe de Gabinete, presente en los dos encuentros entre Kirchner y Köhler.
El Presidente insistió en que cuando en el pasado se firmaron acuerdos sin que se tuvieran en cuenta las posibilidades de desarrollo económico terminaron resultando nefastos para el país y, por añadidura, también para sus acreedores. Una de las estocadas favoritas de Kirchner en sus diálogos con el alemán fue recordarle como al pasar cuán orgullosos de Menem estaban los directivos de los organismos de crédito durante aquellos años que lo presentaban como su mejor alumno.
Kirchner y Lavagna se comprometieron a mantener variables que son del gusto del FMI, como la libre flotación cambiaria, además de mostrarse apurados por la recuperación del sistema financiero. “Queremos alcanzar un plan sustentable, competitivo y con desarrollo a largo plazo”, le remarcó el Presidente a su visitante, que hizo unos cuantos kilómetros para conocerlo y escuchar su propuesta de sus propios labios. El mandamás del Fondo se calificó como “optimista” acerca de la posibilidad de consensuar posiciones y cerrar un acuerdo a mediano plazo a la brevedad.
El alemán incluso fue contemplativo cuando el Presidente le explicó sobre la imposibilidad de dar respuesta a algunos temas que preocupan al FMI pero que hasta ahora han sido postergados en la movida agenda K. Unode ellos fue el de la actualización de las tarifas de los servicios públicos, un punto sensible para los usuarios, que no consiguen reponerse de las consecuencias de la debacle económica. Otro ítem fue el acuerdo fiscal con las provincias y la sanción de una nueva ley de coparticipación federal, que va a llevar más tiempo de lo imaginado.
“Se fue con una visión más realista”, sostenía uno de los participantes locales de la reunión. Debido a la sonrisa petrificada que lo acompañó durante su visita no se pudo saber qué tan satisfecho se fue Köhler, lo que seguro le quedó claro es con qué bueyes deberá lidiar ahora. “Por lo menos se sacó las dudas”, agregaba el funcionario.
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