Mar 04.06.2013

EL PAíS  › REPORTAJE AL CANCILLER TIMERMAN POR EL TRATADO SOBRE COMERCIO DE ARMAS

“Los países en desarrollo ponen los muertos”

Desde Nueva York, el ministro de Relaciones Exteriores dijo a este diario por qué la Argentina es uno de los impulsores del nuevo tratado sobre armas y sostuvo que servirá para monitorear el flujo hacia delincuentes y formas de crimen organizado.

› Por Martín Granovsky

“Los países desarrollados ponen las armas y los países en desarrollo ponen los muertos”, dijo a Página/12 el canciller Héctor Timerman luego de convertir a la Argentina en el primer país firmante del Tratado sobre el Comercio de Armas, TCA en su sigla en español y ATT en su sigla en inglés. Ni Venezuela ni Irán figuran entre los signatarios. Tampoco la poderosa Asociación Nacional del Rifle de los Estados Unidos, con gran peso en el Senado, mostró precisamente su euforia. Brasil no revistaba en la vanguardia original, pero ya anunció su compromiso con el Tratado.

En diálogo telefónico entre Nueva York y Buenos Aires, Timerman opinó que el tratado “permite controlar que las armas que se comercien en el mundo no terminen por los circuitos ilegales en manos de delincuentes comunes, carteles organizados como el narcotráfico u organizaciones terroristas”. Dijo que “hasta hoy todos estos sectores de benefician por la falta de controles en el comercio internacional de armas, que termina por ser una fuente permanente de generación de violencia social y política”. El canciller dijo mostrarse impresionado por un dato: las armas producen en el mundo un muerto por minuto. Y obviamente quedan excluidas las atómicas, amenaza permanente pero no utilizada desde Hiroshima y Nagasaki.

El TCA abarca desde tanques y otros vehículos artillados hasta rifles y armas de puño. En la conferencia relacionada con el Tratado sobre el Comercio de Armas de julio de 2012 el secretario general de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, dijo que sólo poniendo el foco en Africa entre 1990 y 2005 veintitrés países de ese continente “perdieron un estimado de 284 mil millones de dólares como resultado de los conflictos armados, alimentados por la transferencia de municiones y armas, 95 por ciento de los cuales procedían de fuera de Africa”. Dijo estar azorado por el hecho de que “existen normas internacionales para regular todo, desde camisetas a juguetes o tomates y muebles, pero no para comerciar armas cuando la violencia armada mata a más de medio millón de personas cada año, incluyendo 66 mil mujeres y niñas”. Sobre América latina dijo el secretario general de la ONU que “algunos carteles de la droga superan en armas a ejércitos de países enteros”. Según el TCA, debería ser más difícil “obtener armas porque todos los Estados partes deberán establecer sistemas adecuados para el control del comercio”.

–Cuando el tratado entre en vigencia plena por la ratificación que le corresponda a cada país, ¿cuál será el efecto en la Argentina? –preguntó este diario a Timerman.

–El desvío de armas hacia el mercado ilícito es una de las principales fuentes de inestabilidad política y violencia en la región de la que la Argentina es parte, incluyendo países como Honduras o Haití, en los que el Estado participó de esfuerzos colectivos para reducir la violencia. También, obviamente, en México, Colombia, El Salvador y Guatemala, una región en la que la violencia se ve acrecentada por la disponibilidad de armas convencionales. Eso deterioró la vida ciudadana y las instituciones políticas. En línea con el informe que elaboró la Comisión Interamericana de Derechos Humanos en 2011, la reducción del tráfico de armas es una forma más efectiva de atacar el problema de la inseguridad desde sus raíces y no sólo desde sus emergentes, porque limita todo lo posible el acceso indiscriminado a las armas con las que luego se cometen los delitos que buscamos combatir en la calle.

–¿El ámbito multilateral de la ONU marca una señal específica?

–Sí. Y dentro de la ONU los gobiernos de América latina, a diferencia de cómo son descriptos muchas veces, siguen siendo un actor excluyente en todo lo relacionado con pacificación, soluciones multilaterales y esfuerzos de los Estados y de las organizaciones internacionales para reducir la violencia social y la inestabilidad política. Nuestra región es receptora de los problemas, como el tráfico de armas, pero en cambio se muestra responsable a la hora de proveer soluciones. En el caso de la Argentina, el papel destacado del país como uno de los primeros impulsores mundiales, hasta llegar a esta instancia decisiva, muestra hasta qué punto es infundada la idea de que el país vive aislado o es innecesariamente intransigente en el mundo. Llevamos ocho años liderando negociaciones multilaterales entre los Estados, e integramos junto con el Reino Unido, Finlandia, Costa Rica, Kenia, Japón y Australia el grupo de ocho Estados que llevaron adelante la elaboración del tratado. Las organizaciones no gubernamentales vinculadas con la lucha contra el comercio y el tráfico de armas trabajaron junto con la Argentina desde un comienzo y siguieron haciéndolo. Ya firmaron o comprometieron su firma más de 60 países, lo cual está por encima del mínimo de 50 requerido. Cuando pasen los 90 días y entre en vigor, y cuando sea ratificado según cada legislación, servirá para monitorear el comercio de armas incluso relacionado con países que elijan quedar afuera del nuevo sistema.

–El TCA no crea un organismo especial de sanciones.

–No, pero como dije antes, delincuentes comunes, carteles o el narcotráfico se benefician hoy con la falta de controles. Con el TCA una operación podrá ser denunciada internacionalmente por la ONU y el Consejo de Seguridad puede ejercer sanciones mediante embargos o castigos económicos. Es el primer acuerdo en la historia para combatir el tráfico de armas convencionales.

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