EL PAíS › OPINIóN
› Por Mario Goloboff *
Un reciente pesquisa literario se explaya, en Clarín del 25 de mayo último, en medio de un apurado desfile de citas y exhibiciones culteranas, no se sabe hasta qué punto bien leídas y bien entendidas, incriminando a Carta Abierta y deslizando estas novedosas informaciones sobre la redacción de la última carta: “La prosa mediocre e intrincada del texto permite adivinar con facilidad que fue escrito por Horacio González”. También me cuentan amigos radioescuchas que, en un programa que el mismo simula dirigir, habló en parecidos términos de la prosa literaria de Vicente Battista, inaugurador de la última Feria Internacional del Libro de Buenos Aires (ganador de varios premios y alguna vez del Premio Planeta, sello en el cual el crítico publicó un casi desconocido librito de cuentos y una novela aún más desconocida) y, por lo que conozco de él (de Battista, digo), propietario de algunos defectos (como todos) menos el de no ser claro y transparente en su escritura. Agregó de éste, según citan, más o menos esto (la memoria suele no ser demasiado fiel): “¿Quién es Battista? ¿Qué es? Un viejo de mierda fracasado, ¿me entendés? Incapaz de comunicarse con la gente, por eso escriben esa mierda que escriben, que no se entiende un carajo, manteniendo lo miserable de su pequeño poder en cuatro, cinco palabras que cambian de lugar, terminan siendo los idiotas útiles de los chorros para justificar una patria socialista que yo no sé de dónde mierda la sacan”. Dejando de lado la abundancia de adjetivación soez (algo inusual en una materia estética y literaria), llaman la atención las afirmaciones del crítico sobre las incapacidades de los escritores para comunicarse con su público, las dificultades de sus prosas y sobre su propia idoneidad para comprenderlas y, especialmente, sobre el hecho de que gente que no trabaja más que con el lenguaje cambie de lugar las palabras (¡qué no podría decirse de don Ferdinand de Saussure o del mismísimo Sigmund Freud, quienes no sólo cambiaban de lugar las palabras sino también las sílabas y los segmentos vocálicos, y revolucionaron, como se sabe, sus disciplinas!). En cuanto a las dificultades de comunicación y comprensión, ¿qué injurias no les habrían cabido, de ser argentinos y kirchneristas, a Roland Barthes por rebuscamiento en la expresión, a Ludwig Wittgenstein por oscuridad, a José Lezama Lima por barroco y hermético?
* Escritor, docente universitario.
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