Vie 11.07.2003

EL PAíS  › ¿HAY O NO HAY MODELO?

Jugada de pizarrón

› Por Alfredo Zaiat

Si un grupo de empresarios y banqueros, identificados con la política de los ‘90, estaba desorientando porque Néstor Kirchner no se dignó todavía a recibirlos en la Casa Rosada, morada a la que se habían acostumbrado a transitar como propia, los anuncios de ayer terminarán por ponerles los pelos de punta. Inhibidos, por ahora, de manifestar en público lo que dicen en privado, apelan a sus tradicionales voceros para cuestionar el rumbo económico. El caballito de batalla que han montado, corriendo por el andarivel de la pista pegado a los palos, es alentado desde el palco con el grito “no hay un programa económico global”. Juan Luis Bour, economista jefe de Fiel, en un artículo publicado ayer en El Cronista, ha precisado ese clamor: “... revelan más la ausencia de ideas que una concepción precisa de cómo encarar los problemas”; “Eventualmente en algunos meses se develará la incógnita del rumbo de la política económica, pues finalmente la acción o la inacción traducirá el sentido elegido”; “medidas aisladas están lejos de sustituir un programa consistente bien diseñado”; “... las escasas decisiones anunciadas parecen sugerir que más que revelar de a poco su modelo, el Ejecutivo aún se encuentra en la búsqueda de algún modelo”. ¿De qué hablan cuando hablan de modelo?
Ricardo López Murphy, que es la expresión política de esa tribuna, en una reciente entrevista por televisión, aclaró esa duda. El programa económico “consistente” tiene que ver con la resolución de las tarifas (aumento) de las privatizadas, la definición de las compensaciones (unos 10 mil millones de pesos) a los bancos, la reformulación de la relación (ajuste fiscal) Nación-provincia y la determinación de ordenar el sistema de seguridad social (ofrendas a las AFJP). Así, los reclamos de los sectores más concentrados, beneficiarios del plan económico global de los ‘90, consistiría en el eje de ese modelo hoy ausente.
A poco más de un mes y medio de la gestión Kirchner, quien no quiera ver que no se repetirá el modelo de la década pasada se enfrenta a un conflicto, que un profesional del diván señalaría de negación. En realidad, con idas y vueltas, en un camino sinuoso, la ruptura de la convertibilidad con Eduardo Duhalde en la Presidencia implicó el entierro del plan que tanto anhelan ciertos hombres de negocios. La legitimidad política obtenida en las urnas por Kirchner, además de su propia vocación, le permite avanzar y profundizar esa ruta que incomoda a muchos que ayer lo escucharon en la Bolsa de Comercio. A esta altura, ya se debería estar acostumbrado, aunque no deja de sorprender la mediocridad de ideas que acompañan a lo que en Argentina se ha dado en denominar poder económico. Si después del colapso económico y social, con la consiguiente explosión de desocupación y pobreza, todavía siguen insistiendo con un modelo que ha fracasado, es que no aprendieron nada. O, como piensan otros, que la voracidad por rentas extraordinarias, tallada a fuego en sus bolsillos por años de subordinación del poder político a sus intereses, forma parte de su propia identidad.
Las medidas informadas por la troika Tomada-Lavagna-Filmus referidas a la política de ingresos son un evidente cambio de tendencia, por su intención más que por su magnitud. Ante la destrucción del poder de compra de asalariados y jubilados, con una canasta básica de alimentos que ha trepado un 70 por ciento desde la devaluación, los ajustes anunciados parecen poco. Lo que no significa nada y mucho menos que sea lo mismo que ignorar la situación de desesperación de millones de hogares que no les alcanza la plata para llenar la olla.
Los síntomas de agotamiento que estaba emitiendo la estrategia de crecer vía exportaciones y sustitución de importaciones con un tipo de cambio alto explican esa cuota de oxígeno al consumo doméstico. Ante la indiferencia de la inversión privada, el rezago de su derrame sobre el nivel de actividad de la inversión pública, la demanda tenía que necesariamente ser bombeada por el lado del consumo. No se trata delretorno del populismo ni que la izquierda ha copado el poder. Simplemente, es lo que mandan hacer los manuales básicos de economía, que no definen modelo como la acción de defender los intereses del poder económico. En definitiva, para incredulidad de algunos y nerviosismo de otros, en los próximos meses se definirá si ese nuevo camino ha sido una sobreactuación o si, en realidad, se trata de una etapa novedosa en el trayecto para recuperar a un país en ruinas.

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