EL PAíS › SE REALIZAN HOY LAS PRIMARIAS ABIERTAS SIMULTANEAS Y OBLIGATORIAS (PASO) PARA LA ELECCION DE SENADORES Y DIPUTADOS
Qué se define hoy, qué queda para octubre. Qué hay en juego. Las bancas en el Congreso, el impacto posible de los totales nacionales. Protagonistas que están en las listas y otros que juegan. Pantallazo sobre varias provincias. Las ambiciones y divisiones de las vertientes de la oposición. El mapa nacional. Otra jornada con voto popular.
› Por Mario Wainfeld
Más de 30.500.000 argentinos están en condiciones de votar hoy. Se pronunciarán en 24 distritos, sin que haya candidaturas nacionales. O sea, habrá otras tantas competencias diferentes. La sumatoria total será, de cualquier modo, un dato político de gran relevancia. Por segunda vez se realizan las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO), prerrequisito forzoso para la elección de senadores y diputados prevista para el 27 de octubre.
En todas las provincias habrá listas de diputados, pues cada una renueva la mitad de su plantel. Los senadores se cambian en su totalidad (dos por mayoría y uno por minoría) en ocho: Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA), Chaco, Entre Ríos, Neuquén, Río Negro, Salta, Santiago del Estero y Tierra del Fuego. El régimen federal determina que todas las provincias tengan la misma cantidad de representantes.
En la Cámara baja, la gravitación es muy diferente, en proporción (no estricta pero cercana) a la cantidad de habitantes.
Tres provincias aplican mecanismos similares a las PASO para sus legislativos locales: Buenos Aires, Santa Fe y San Luis. Es factible que sus cómputos demoren más que la media.
Los electores encontrarán, pues, una sola clase de boletas en la mayoría de las provincias, con una oferta vasta de alternativas partidarias.
La decisión coincidente (mas no pactada) de muchos contendientes ha sido presentar listas únicas, sin valerse del mecanismo de las Primarias. Eso limita la importancia y el atractivo de las PASO. De cualquier modo, hay internas en casi todas las provincias, acaso las más potentes conciernen al radicalismo. En Córdoba y Río Negro es una primaria partidaria estricta. La UCR también es parte integrante de la Unen porteña, un salpicón de partidos y referentes, cuyo espectro ideológico es difícil de sintetizar y hasta de narrar.
Para quienes disputen internas, el veredicto de hoy causa consecuencias definitivas: quedarse con toda la lista, resignarse a entrar como minoría... o game over. Claro que nadie se llevará ni media banca esta noche, por más apoyos que congregue.
Las PASO también son eliminatorias para las fuerzas que no consigan el piso legal del 1,5 por ciento de los votos válidamente emitidos en el distrito.
Para los demás, el conjunto más vasto, la de hoy es una instancia preliminar que servirá para medir fuerzas y flaquezas. Un reto a develar en los análisis (y a emprender por los participantes) es cuánto quedarán fijadas las preferencias que se cuenten hoy. En 2011 las PASO cristalizaron el escenario. El precedente único interesa pero las condiciones son distintas. Es factible que en 2013 haya más desplazamientos, crecimientos o repliegues en la elección definitiva. Por cierto, cada provincia es un mundo particular, detalle que conviene subrayar.
Toda proyección se refiere al veredicto de octubre, lo que se señala una vez pero vale para todo este artículo. Lo que se dirima este domingo es una base, no se sabe cuán rígida o mutable.
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El Congreso que viene: La elección de medio término será relevante en varios aspectos. Los dos más gravitantes en la mirada del cronista son la composición del Congreso nacional y los posicionamientos de partidos o referentes para las presidenciales de 2015. La reforma constitucional, con re-re incluida no está en juego, a su ver por ser inalcanzables las mayorías legislativas que podrían viabilizarla.
Vamos por partes, entonces.
Conservar las mayorías apretadas y trabajosas que consiguió en las dos Cámaras desde 2011 sería un logro crucial para el FpV. El kirchnerismo sustenta su continuidad record en la aprobación popular a la gestión pública: conservar el timón de la gobernabilidad institucional le valdría de mucho. Dispondría de herramientas básicas para gobernar, mantener su legitimidad de ejercicio. Lo apuntalaría para llegar del mejor modo a manejar su propia transición para el recambio presidencial.
La tarea es ardua, ni está garantizada ni parece imposible. En Diputados el kirchnerismo compite contra su peor elección legislativa, la de 2009. En senadores el cuadro luce más difícil (son menos provincias en las que les fue bien en 2007), aunque su mayoría actual es más desahogada que en Diputados.
Para el abanico opositor la necesidad bascula entre conservar bancas o ascender un cachito (UCR y PRO), conseguir un bloque poderoso (Sergio Massa), mejorar desde un piso bajo (socialismo) o llegar después de años de ausencia (el Frente de Izquierda y los Trabajadores).
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Para subir al escenario: Toda elección es un plebiscito sobre el gobierno nacional. La presidenta Cristina Fernández de Kirchner lo leyó así y se colocó como centro de la campaña. No solo admitió lo evidente, el debate sobre su liderazgo, el único de magnitud nacional. Le puso el cuerpo a la competencia, en parte para compensar el bajo conocimiento público de varios de sus candidatos pero no solo por eso. Los líderes del kirchnerismo siempre se alinearon en la primera fila en las votaciones de medio término, es su ley. Cristina misma fue candidata contra la senadora Hilda “Chiche” Duhalde en 2005, Néstor Kirchner se expuso en 2009 contra el diputado Francisco de Narváez. Jamás resignaron el centro del ring, ni siquiera ahora, aunque el apellido no encabece lista alguna.
Cotejar el resultado de hoy con el de dos años atrás será un rebusque opositor. Cualquier interpretación es lícita, en el terreno de la libertad de expresión. Como análisis político, resulta muy forzado. Los presidentes Raúl Alfonsín, Carlos Menem y Fernando de la Rúa lograron su mejor cosecha de votos cuando el pueblo los colocó en la Casa Rosada. El caso de Néstor Kirchner rompe la regla porque fue anómala la adelantada compulsa de 2003, que salió muy pareja entre cinco candidatos. Ningún mandatario superó el 50 por ciento de los votos en “medio término”, ni le pasó cerca.
La referencia de 2009, más adecuada, es magra ambición para el oficialismo: repetirla le dejaría un piso muy bajo. Intérpretes de variados palos coinciden que un 35 por ciento de los votos en el plano nacional, consistentes con una suma parecida en la provincia de Buenos Aires, podría ser un resultado aceptable a diez años de vigencia. El guarismo podría permitir el quórum propio o rondarlo. Y resaltaría las diferencias con el acumulado de cualquier partido o referente opositor. Si el FpV superara la valla del 35 por ciento empezaría a tener un resultado muy bueno. A medida que bajara, la performance sería más gris.
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Gobernadores en vigilia: Carlos Menem, Fernando de la Rúa, Néstor Kirchner: los presidentes electos a partir de 1989 ascendieron desde sendas gobernaciones. También lo hicieron los interinos Adolfo Rodríguez Saá y Eduardo Duhalde. Muchos de sus competidores más cercanos (Eduardo Angeloz, José Octavio Bordón, por ejemplo) muestran similar currículum. Cristina Kirchner hace excepción, por motivos patentes. Los ejecutivos provinciales son, en el sistema político actual, una cantera de presidenciables o primeras figuras.
Algunos intérpretes ven a los “gobernas” de capa caída, cediendo espacio a los intendentes. Por ahí, pecan de unitarismo, extrapolando demasiado la competencia bonaerense. Scioli, Macri, De la Sota siguen siendo posibles presidenciables aunque no jueguen personalmente ahora. Binner y Cobos sí lo hacen. Otro “ex”, el santafesino peronista Jorge Obeid, volvió al redil del FpV y pretende un segundo puesto con buenas chances.
Insaurralde y Massa cuentan con sus ligas de intendentes, cierto es. Los alcaldes conurbanos metieron mucha baza en las listas provinciales del FpV. Fue una excepción, resonante por su porte, en el armado del FpV. Los gobernadores de otros territorios concertaron con la Casa Rosada, garantizando lealtades sólidas, dejando un espacio a kirchneristas puros y duros pero también colocando candidatos de su propio “palo”.
Los gobernadores siguen en gateras y en carrera, muchos de ellos “medirán” sus terruños y mantendrán expectativas.
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Un bosquejo del mapa: Se vota de 8 a 18. El escrutinio comenzará a develarse a las 21. Hasta entonces hay veda para la difusión de bocas de urna, que podrá ser burlada en las redes sociales, no alcanzadas por la respectiva regulación.
Cuando se conozcan resultados certeros, las miradas se desplazarán a distintos ámbitos. Todos los concernidos pasarán de la tensión al festejo, a las explicaciones, a disimular la decepción, según los casos.
El FpV se congregará en un solo espacio, porque es una fuerza nacional. Y la Presidenta será el centro de atención porque su liderazgo es indisputable.
La UCR podrá ensayar algo similar sin un líder o referente nacional consagrado.
Las restantes vertientes opositoras se expresarán diseminadas.
Esa geografía trasunta el mapa político. Los competidores acaso calculen un total opositor, podrán hasta mentarlo. Pero no actuarán en consecuencia porque seguirán porfiando entre ellos por el favor popular. Sin agotar la lista es inverosímil suponer que Macri y Carrió se abracen o que lo hagan De la Sota y Aguad. Ni Massa y Stolbizer. Las polémicas de la Unen indicaron el nivel de empatía real, aun dentro de una coalición recién formada.
Nadie sabrá qué futuro demarcan las PASO, todos retomarán la competencia mañana mismo.
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Treinta años ya: Las elecciones generales de octubre coincidirán casi matemáticamente con los treinta años de la recuperación democrática. Un lapso incomparable en la dura historia argentina. El cronista, cuyos hijos nacieron entre la dictadura y los albores de esta etapa y son adultos criados en democracia, cree que es más necesario que válido celebrar lo transcurrido. Las rutinas acostumbran y hasta pueden aburrir, es impropio olvidar que son gozosas siempre. Máxime si se las compara con un pasado no tan remoto.
Una jornada en la que se patentiza la soberanía popular es una fiesta, más allá de los resultados, que aunque no definitivos serán esbozo del porvenir. De eso se hablará mañana.
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