BAJÁ UN CAMBIO

› Por Lohana Berkins

De cómo Alessandra Rampolla consigue que nada cambie en Quiero un cambio. La diversidad atrapada en un programa equivocado.

Detrás de cámara

› Por Dolores Curia

Quiero un cambio convoca así a sus invitados: “Si padecés de alguna fobia que te impide realizarte, si no sabés cómo manejarte con tus vínculos, vos también podés participar”. Aparte de interrogatorios y testimonios recortados, el programa incluye terapia de shock para los que allí ponen el cuerpo. El televidente, después de varios estados, podrá llegar a perdonar las malformaciones de la mente y de su envase y la falta de coincidencia entre los dos. Santhiago Coceres, de 24 años, es el chico trans que participó del programa a cambio de la promesa de un tratamiento para adelgazar que le permitiría hacerse la mastectomía. Lo del tratamiento de cortesía por parte de Fox todavía lo está esperando.

Otro programa

› Por Diana Sacayán

Brindis, medalla y besos en el curso de operadorxs de PC para personas trans en La Matanza.

Divina comedia

› Por Clara Laura Gualano

Por qué Pokémon es un dibujito dañino para la salud de nuestrxs hijxs, cómo darse cuenta si su hija es lesbiana y cómo evitar el infierno. Todas estas incógnitas y muchas más son respondidas en clave paródica en iglesianuevaera.blogspot, un sitio uruguayo que viene prendiendo fuego el contador de visitas. Los reverendos Gonzalito y Daniel llevan al absurdo el discurso religioso y no admiten ningún perdón.

Raros peinados nuevos

› Por Diego Trerotola

Una discreta tumba de dos peluqueros de la época faraónica se convirtió hace poco en una de las atracciones necrológicas más fashion de Egipto. La asociación entre peinado, el coiffeur y la cultura gay es patrimonio tanto de la humanidad homofóbica como del resto. Casa Brandon se hace cargo de este linaje tan gay y tan queer y una vez por mes abre sus puertas para un espectáculo de corte gratis apto para todas las cabezas: el pelukerismo.

Tekis, te quiero

Nuestrx cronista honró la tierra como los pueblos originarios, honró la vida como mandaba Eladia y como un pachá se hizo cantar serenatas por media docena de tekis.

Trabestias

› Por Gustavo Pecoraro

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