Sáb 26.10.2013

EL PAíS  › PANORAMA POLITICO

Expectativas en las vísperas

› Por Luis Bruschtein

Desde las encuestas previas, atravesando los resultados de las PASO, hasta las encuestas posteriores, las expectativas de las fuerzas que participan en estas elecciones fueron cambiando. En el caso de Sergio Massa, desde un escenario de paridad con el oficialismo, pasando por los cinco puntos de diferencia en las PASO, hasta los más de diez puntos de diferencia de las encuestas posteriores, hicieron que sus expectativas se estiraran y achicaran como si fueran de goma. Al compás de las expectativas va la calificación del resultado. En esas expectativas cambiantes, cuál sería el resultado que le otorgara un triunfo absoluto para ponerlo en carrera con claridad hacia el 2015. La de máxima para el intendente de Tigre sería atravesar el techo de los 40 puntos sacándole más de diez puntos de diferencia al Frente para la Victoria. Sin embargo, aun cuando pudiera alcanzar esa performance relevante, el 2015 tampoco se le presentaría con facilidad. Lo saben los intendentes que han quedado firmes como rulo de estatua junto a la candidatura de Martín Insaurralde.

Cualquiera sea el porcentaje que obtenga Massa, estaría incluyendo en esa cantidad dos fenómenos al mismo tiempo. El voto disidente del peronismo por un lado. Y por el otro, el contagio del voto macrista porteño hacia el conurbano bonaerense, un fenómeno que ya tuvo su expresión con el triunfo de Jorge Macri en Vicente López. Este voto del conurbano no peronista es muy fuerte sobre todo en el corredor Norte, desde Vicente López hasta Tigre, pero tiene expresiones en todos los distritos. Por lo menos diez o quince por ciento del total de votos que obtenga Massa serán prestados por ese fenómeno que es paralelo a su candidatura. Ese porcentaje lo pierde en una disputa electoral con Mauricio Macri. Los intendentes hacen esa cuenta de cuántos votos propios reales tiene Massa, aun en el mejor resultado. La diferencia con el oficialismo es que los votos que obtenga Insaurralde son propios del FpV en una elección que no será la mejor. A diferencia de los de Massa, el oficialismo no tiene votos prestados que puedan emigrar hacia otra boleta.

El resultado de las PASO preocupó a Mauricio Macri, a quien le hubiera caído mejor una paridad de Massa con Insaurralde. La diferencia que logró el intendente de Tigre descolocó la estrategia del jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires para instalar su futura candidatura presidencial. El equipo asesor de Macri convirtió entonces su campaña porteña en una herramienta para el 2015. Una de sus consignas fue “estamos construyendo la verdadera alternativa”. La idea que promovió el bunker macrista es que el voto en estas legislativas tiene que tener una proyección para el 2015. Macri se quedó dormido en las PASO y dio ventaja a los candidatos de Unen y a Massa. Muchos de sus votos alimentaron la interna porteña de Unen y la candidatura bonaerense del Frente Renovador. Su imagen quedó deslucida con esa sangría. No tuvo estrategia para evitarla y está obligado a recuperar el espacio que cedió. Para eso tiene que confrontar con el Gobierno pero también con sus competidores, tanto los de Unen como Massa. Si quiere recuperar el voto bonaerense que vaya con Massa en esta oportunidad, está obligado a trazar una separación clara. En la Ciudad su problema es menor, pero en el conurbano tiene que construir para ese voto una opción que todavía no existe.

En la Ciudad, la incógnita será por dónde cortará boleta el voto no kirchnerista. Gabriela Michetti tiene una intención de voto alta para senadora por el macrismo. Pero también la tiene Elisa Carrió para diputada. Es el mismo voto con dos opciones. El que elija a una no lo hará por la otra. A no ser que corte boleta y en ese caso los perjudicados serían Pino Solanas y Sergio Bergman (si se vota Michetti-Carrió). Los sondeos mostraron que la candidatura de Solanas no es muy digerida por este sector, pese a que el candidato dejó de lado su discurso sobre nacionalizaciones o sus posiciones históricas tercermundistas, temas a los que mencionó solamente para criticar las nacionalizaciones que hizo el Gobierno y cuestionar el alineamiento internacional del kirchnerismo. Aunque este Solanas aguado tampoco convence del todo a su electorado, su candidatura puede ser traccionada por la de Carrió para disputarle el tercer senador porteño al Frente para la Victoria.

En la provincia de Buenos Aires, las candidaturas que se asumen como peronistas involucran a casi el 80 por ciento de los votos en juego. La disputa panperonista es tan fuerte que arrastra una gran cantidad de votos no peronistas. El Frente Progresista Cívico y Social, la propuesta que aparece con más claridad por fuera de esta disputa, también fue perjudicada por ella. Le sacó algunos votos, pero lo más importante es que le puso un techo bajo, lo cual obstaculiza la candidatura de Hermes Binner para el 2015, que había quedado claramente instalada en las elecciones del 2011. La reconstrucción de este acuerdo de partidos políticos, similar a la Alianza que gobernó hasta la crisis del 2001, no tiene un punto fuerte en el distrito bonaerense, pero se consolidaría con los resultados de Unen-Carrió en la CABA y de Binner en Santa Fe. De esta manera se mantendría como la segunda fuerza a nivel nacional. Carrió ya anunció que estaba dispuesta a hacer una alianza con Binner para el 2015. Quedarían en ese espacio entonces tres candidatos presidenciales declarados: Solanas, Binner y Carrió. Y seguramente habrá más aspirantes, como Julio Cobos o Ernesto Sanz, por parte del radicalismo.

Las PASO mostraron que constituyen la modalidad de elección con más dispersión del voto, lo que tomó por sorpresa al oficialismo. En el distrito más importante, el Frente para la Victoria se confió en la imagen positiva de Cristina Kirchner. Y empezó tarde la campaña con la candidatura del intendente de Lomas de Zamora, Martín Insaurralde, que no era muy conocido más allá de sus pagos. El tiempo no le alcanzó para instalar y hacer conocer a su candidato, por lo que el resultado fue por debajo de lo que esperaba.

Con ese antecedente, para el oficialismo, las metas son mantenerse como la primera fuerza a nivel nacional y conservar la actual relación de fuerzas en el Congreso para garantizarles gobernabilidad a los dos años que restan de la gestión de Cristina Kirchner. Para eso necesita volver a tener mayoría de votos en San Juan y La Rioja, disputar Catamarca y ganar más votos que los de las PASO, en general. En el distrito bonaerense necesita traspasar la línea de los 30 puntos, tratando de que la diferencia con el Frente Renovador sea menor a los diez puntos. Con esa marca queda en posición de disputar la próxima elección con un Sergio Massa que ya no tendría el respaldo de los votos macristas.

En el acto de cierre de campaña del Frente para la Victoria estuvieron presentes 75 intendentes bonaerenses. No se produjo una de las principales expectativas del massismo, que era una eventual corrida en masa de intendentes peronistas. El mito de jugar a dos puntas es muy difícil de concretar cuando Massa les está poniendo competidores que los pueden desplazar en el 2015. Los intendentes que ganaron no tienen razón para pasarse. Y los que perdieron en sus territorios se juegan la cabeza, ya no hay mucho espacio para el doble juego, salvo para los que se pasen ya. La corrida no se produjo y el efecto fue al revés, los intendentes se abroquelaron con el Gobierno y con el gobernador Daniel Scioli tras la candidatura de Insaurralde. La cuenta que hacen es la misma que hacen Massa y Macri. Sin los votos de Macri, Massa queda muy a tiro del FpV. Y sin el viento de cola por la dispersión de votos, el peronismo oficialista sigue teniendo mayores posibilidades en una elección presidencial y para cargos de gestión. Ellos también fueron sorprendidos por las PASO y para esta campaña han redoblado un trabajo con sus bases que no hicieron antes. Si la candidatura de Insaurralde logra una diferencia importante con lo que obtuvo en las PASO, la figura de los intendentes recuperará espacio en la interna oficialista frente a los movimientos sociales y la militancia juvenil. De esa manera estas elecciones conformarían el nuevo cuadro de situación dentro del Frente para la Victoria con vistas a la puja que seguramente se abrirá en estos dos años –al igual que en las demás fuerzas– por los posicionamientos internos para el 2015.

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