EL PAíS › DEBATE SOBRE LA FERTILIZACIóN ASISTIDA EN EL NUEVO CóDIGO
Los especialistas en medicina reproductiva explican por qué sostienen que el embrión sin implantar no puede ser considerado una persona. Cómo es el método, por qué es necesario generar más embriones de los que se implantan. Críticas al cambio en el proyecto.
› Por Pedro Lipcovich
“En la fertilización humana asistida, el embrión, antes de ser implantado, no es una persona, y así lo plantea el Código de Etica de nuestra especialidad: considerarlo como tal impediría de hecho nuestra práctica, ya que no permitiría los procedimientos necesarios para prevenir embarazos múltiples y evitar enfermedades genéticas”, sostuvo un ex presidente de las sociedades argentina y latinoamericana de Medicina Reproductiva. El especialista apoyó la versión inicial del proyecto para el nuevo Código Civil y Comercial, y sostuvo que su modificación en la comisión bicameral “obedece a la presión de la Iglesia Católica: ellos son los únicos para quienes un embrión no implantado es una persona”. Además, un actual directivo de la entidad argentina sostuvo que “el anteproyecto de Código Civil tenía lógica al considerar distinta la figura del embrión antes y después de ser transferido, ya que esto corresponde al proceso natural de fecundación, donde sólo una minoría de embriones llega a implantarse”.
Claudio Chillik, quien fue titular de la Sociedad Argentina de Medicina Reproductiva (Samer) y de la correspondiente entidad latinoamericana, destacó que “nuestro Código de Etica, redactado el año pasado, define claramente una posición: consideramos que el embrión producto de una fecundación in vitro no debe ser considerado como una persona. Merece, sí, un respeto y tiene un status bioético que no permite utilizarlo para fines de investigación ni de experimentación, ni crear un embrión con otro objeto que no sea el nacimiento de un bebé sano. Pero de ninguna manera debe considerarse una persona. En esto acordamos todos los integrantes de la Samer y el 99 por ciento de los científicos que hacen reproducción humana asistida en el mundo”.
Para el especialista, “la Iglesia Católica es la única entidad que, en contra de normativas internacionales, considera al embrión humano como una persona antes de ser implantado. La reforma que la comisión bicameral plantea para el artículo 19 de la propuesta inicial del nuevo Código Civil obedece simplemente a la presión de la Iglesia Católica. Claro que la Iglesia no está en condiciones de prohibir taxativamente la fecundación in vitro, pero no la admite como método para lograr un embarazo. Y otorgar el status de persona a un embrión no implantado implica por ejemplo que no se puede congelar, porque no se puede congelar personas. En rigor, directamente no se podría hacer fecundación in vitro porque se crearían ‘personas’ de las cuales muchas no van a llegar a nacer”.
–¿Por qué para la fertilización in vitro es necesaria la congelación de embriones?
–Sin congelación de embriones, no se puede evitar el embarazo múltiple, que fue una de las grandes complicaciones de la fecundación in vitro –contestó Chillik–. Si hoy eso no sucede es gracias a la congelación de embriones: normalmente, de los embriones que se producen en una fecundación in vitro, sólo uno de cada cuatro logra transformarse en un bebé sano. Entonces, para que una mujer tenga una buena chance de embarazo y no corra riesgo de embarazo múltiple, tengo que colocarle dos embriones que tengan buena chance de implantar. Para esto, tengo que formar un mínimo de cinco embriones: le coloco dos a esa mujer y los demás los congelo. Si no puedo congelar, debería colocarle los cinco, pero esto sería un mal acto médico porque podría quedar embarazada de quintillizos. Si formo sólo dos embriones en vez de cinco, lo más probable estadísticamente es que no tenga ninguno bueno para implantar: la chance de embarazo sería muy baja. De uno u otro modo perjudicaría a la paciente.
Y “otra razón para congelar es el diagnóstico de enfermedades en el embrión –agregó el ex titular de la Samer–, que se hace como rutina en todo el mundo para impedir el nacimiento de chicos con enfermedades genéticas: para esto hay que estudiar al embrión antes de colocarlo, en los casos en que está indicado, y esto tampoco podría seguir haciéndose: si diagnostico que un embrión es portador de una enfermedad genética severa y la ley lo define como una persona, no puedo congelarlo ni tampoco descartarlo; por más que tenga una enfermedad incluso incompatible con la vida, tendría que implantarlo porque, si no, según la interpretación que hace la Iglesia, estaría asesinando a un niño”.
Gastón Rey Valzacchi, actual miembro de la comisión directiva de Samer, agregó que, “si bien la constitución de la vida humana es un proceso continuo, lo cierto es que el embrión o, como también se lo llama, preembrión, antes de implantarse en el seno materno, tiene una potencialidad diferente de la del embrión ya implantado. El anteproyecto de Código Civil tenía lógica al considerar distinta la figura del embrión antes y después de ser transferido. Por lo demás, esto corresponde al proceso natural de fecundación: la gran mayoría de los embriones que se forman naturalmente no evolucionan. Si uno toma a las parejas humanas que tienen relaciones en el momento de ovulación de la mujer, el 70 o 75 por ciento de estas relaciones forman embriones; pero sólo se generan embarazos evolutivos en un 25 por ciento: hay una gran pérdida de embriones”.
Rey Valzacchi sostuvo que “las legislaciones más avanzadas, como la británica, toman, como criterio para definir el comienzo de la vida humana, el mismo que se toma para definir su final, es decir, la presencia o no de actividad cerebral: cuando cesa la actividad cerebral, se considera que la persona está muerta y por eso se permite la ablación de órganos para trasplante; en el caso del embrión, el inicio del sistema nervioso tiene lugar en el día 14”.
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