Los obispos argentinos remarcaron en sus mensajes de Navidad la necesidad de contribuir a la “amistad social”, a raíz de los hechos de violencia ocurridos tras los levantamientos policiales en las provincias, y reclamaron a la dirigencia política que se deje de “negar los problemas” y se trabaje para crear “condiciones sociales más justas”. El presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, José María Arancedo, pidió desterrar la “magia” de la promesa y asumir un compromiso común para afrontar los problemas, entre ellos la inseguridad, la violencia, el narcotráfico, los niños expuestos a “la moderna esclavitud de la marginalidad” y la “brecha entre ricos y pobres que condiciona un auténtico crecimiento”.

“Es necesario asumir con decisión la defensa de la vida humana, el valor del trabajo y la exigencia moral de la equidad social, como el vivir bajo imperio de la ley junto al pleno ejercicio de la Justicia; asimismo, aspirar a la concordia entre los argentinos como un bien superior a una pertenencia partidaria o ideológica”, señaló Arancedo. Para el arzobispo santafesino, el “desafío” que involucra a todos, “especialmente a la clase dirigente, es el de crear las condiciones de una sociedad más confiable, más honesta y cordial, más justa y solidaria”.

Otros referentes, como el arzobispo de Tucumán, Alfredo Ze-cca, llamaron a tener esperanza, pero también al compromiso “por construir una sociedad más justa, más fraterna y más libre”. Su par de Mendoza, Carlos Franzini, bregó para que en tiempos de “singular turbulencia” en el país se pueda volver a la raíz de la fraternidad y exhortó a “un diálogo que supere miradas estrechas y horizontes mezquinos u oportunistas; que desecha la violencia, la intolerancia y el rechazo del hermano”. Los obispos de Córdoba destacaron que los “dolorosos” acontecimientos vividos en la provincia abren “una nueva oportunidad” para tomar un camino distinto y alentaron “un valiente y humilde diálogo fraterno y ciudadano”.