EL PAíS
› SE INCREMENTA LA PRESION SOBRE LA
CORTE MIENTRAS SE VIENEN LAS ELECCIONES
Sobre Cortes Supremas y cortes de luz
Todos los caminos conducen a Tribunales, el Gobierno quiere llegar rápido. Las extradiciones, un atajo posible. La revisión de los indultos, un debate que se viene. Duhalde juega cerca del Gobierno en varios frentes. Las elecciones porteñas, una cuestión capital. ¿Quién apagó la luz? La inminencia de escenarios nuevos. Lucubraciones sobre un match point.
› Por Mario Wainfeld
”Fayt dice que la Corte cogobierna. Bueno, si cogobierna, tiene que hacerse de este fardo y resolver cuanto antes.” “Este fardo”, en la jerga coloquial del ministro, es la intrincada cuestión de la constitucionalidad de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final. Esas que Página/12 designa como “leyes de la impunidad” y otros medios apodan “leyes del perdón”. Por algo será.
Por razones prolijamente distintas, todos los sectores concernidos consideran, a esta altura de la soirée, que es preferible que los represores sean juzgados acá y no extraditados. Los organismos de derechos humanos, el Gobierno, los propios represores y la oficialidad activa de las Fuerzas Armadas. Cada cual atiende su juego, sus valores, sus ideas. Algunos piensan en su pellejo, también. Pero una enmarañada cuestión legal no se define en una improbable mesa de concertación entre sectores, sino que debe ser saldada por la Justicia de los hombres. A eso se ha llegado por un curioso camino. Sucesivos gobiernos, y éste es la excepción, urdieron mil añagazas legales para que los delitos no fueran investigados ni juzgados. Las víctimas, los organismos de derechos humanos y sectores siempre crecientes del conjunto de la sociedad procuraron verdad y justicia, trabajando con consistencia y creatividad en los resquicios que dejaba la tarea obstruccionista del poder político. Los reclamos de argentinos ante tribunales ubicados fuera del aguantadero que construyeron Raúl Alfonsín y Carlos Menem fueron uno de esos caminos. La pulseada desembocó en la actual situación, que exige una decisión judicial. Un tribunal desacreditado y en crisis tiene tamaña responsabilidad.
El Gobierno, el primer gobierno dispuesto a que los genocidas sean juzgados desde que Alfonsín se dejó quebrar la muñeca, espera que los criminales sean juzgados en el suelo que asolaron con sus tropelías. Néstor Kirchner no deja de emitir mensajes en ese sentido, en estos días repitió ante la Comisión de la Memoria de la provincia de Buenos Aires algo que ya había pronunciado en la intimidad de la Casa Rosada, “si esto se demora no me va a temblar la mano en firmar una extradición”.
–¿A quién se extraditaría en tal caso? –interroga Página/12 a alguien que siempre expresa el pensar del Presidente.
–Alfredo Astiz es el principal candidato. Lo reclama Jacques Chirac en persona, la medida tendría afuera un aval fenomenal. Y el ex marino es una figura emblemática acá.
Vaya si lo es, ese asesino frío y entregador de mujeres que, dicen los que saben, sus compañeros de armas admiran como si fuera el almirante Brown (ver asimismo páginas 2 y 3 de esta edición).
El oficialismo intentará, si cuadra, una carambola a dos bandas. La lucha contra la corrupción y en pro de los derechos humanos son los dos puntos más fuertes que ha sumado Kirchner en el exterior. Sus posturas económicas, el reclamo por las Malvinas, sus desafíos a los empresariosson más controversiales. Pero sus luchas por la justicia y la transparencia (reconocen hasta sus adversarios) lo califican extramuros y el Gobierno no dudaría en doblar la apuesta, si fuera necesario, si la Corte no fallara en tiempo y forma.
Los cruzados, los soldados
–¿Alguien del Gobierno habla con la Corte? –indaga este diario, en sendas charlas con dos ministros.
–No, Beliz no habla con nadie y eso es un problema –replican los dos integrantes del ala política–. Gustavo se explaya sólo ante los micrófonos, aumenta su prestigio pero no le construye política al Gobierno –rezongan.
No todos en la Rosada piensan así. Kirchner suele elogiar a quienes apoda “cruzados”, por ejemplo al mentado Beliz y el interventor del PAMI Juan José “Juancho” González Gaviola. Dos de sus hombres que han arremetido sin mirar mucho al costado y sin atender muchas llamadas telefónicas.
–Ojo con los cruzados. ¿Vos sabés cómo terminaron las Cruzadas? Acordate de la Cruzada de los niños, que acabó con todos muertos –lo chuceó, socarrón, un ministro de cuño duhaldista al propio Presidente.
Pero Kirchner, que acepta y hasta estimula esas discusiones (aunque recela mucho de que se conozcan), parece convencido de que la táctica elegida por Beliz, esto es, cercar a la Corte, arrinconarla, es el mejor camino. Y que todo diálogo, aún aquellos que otros políticos considerarían propios (si no ineludibles) del arte de gobernar, encierra el peligro de la transa o la abdicación. Por eso la táctica oficial, que encabeza el Presidente, que el ministro de Justicia apuntala y de la que ahora forma parte el bloque de diputados es apurar los tiempos del perezoso tribunal metiéndole presión, a pura política.
El flamante proyecto de ley del bloque de diputados del PJ integra esa estrategia. La norma, que es casi ininteligible y de improbable legalidad, revela que los compañeros legisladores se han puesto en línea con el Ejecutivo. El titular del bloque, José María Díaz Bancalari, sudó la gota gorda para convencer a sus pares. Lo logró merced a su muñeca y su predicamento pero muy especialmente por otro dato que es (desde su regreso) el activo alineamiento de Eduardo Duhalde con el Presidente. Duhalde en persona se movilizó para influir sobre sus legisladores. Nadie puede sospechar de que el ex presidente y varios de sus soldados se conmuevan especialmente por ventilar o juzgar las pasadas violaciones de derechos humanos: el móvil central de su obrar es el apoyo al Gobierno. Los duhaldistas no son, precisamente, cruzados, pero los políticos decididos y organizados pueden ser más duros y eficaces que los cruzados cuando deciden algo.
Lo que se busca con la eventual anulación-inconstitucionalidadinoponibilidad parlamentaria es acortar los tiempos de la Corte toda vez que es palmario que, sea cual fuera el proyecto que se haga ley, ésta terminará con su constitucionalidad sujeta a revisión por el alto tribunal.
Indultos en capilla
Una aparición pública de Aníbal Fernández hablando de la posibilidad de revisar, esto es revocar, los indultos a Enrique Gorriarán Merlo y Mohamed Alí Seineldín es toda una novedad de la semana. El ministro del Interior es acaso el único funcionario que anticipa medidas o lanza “globos de ensayo”, misión que obviamente cuenta con la anuencia de Kirchner. La perspectiva de cuestionar legal o judicialmente los indultos interesa al Gobierno. “Dese cuenta, si se anulan las leyes y se mantienen los indultos, los reales genocidas, los que lo decidieron e implementaron verán por televisión cómo se juzga a oficiales de rango inferior. Una solución odiosa e injusta”, explica un ministro concernido por el intríngulis. Y agrega: “Kirchner al principio pensaba que eso era imposible. Y lo cierto es que no hay antecedentes históricos de anulación de indultos. Pero estudiando a fondo y consultando vamos llegando a la conclusión de que es posible. Es más, hemos consultado juristas que piensan que estos indultos son revocables y anulables por inconstitucionales. Hasta un par de especialistas que usted calificaría como ‘de derecha’ opinan así. No, no me pregunte quiénes son”.
Página/12 le pregunta y el hombre, claro, no contesta.
Pero la perspectiva de atacar la validez de los indultos está en carpeta.
Una apostilla lateral. El ministro del Interior es también un duhaldista de ley y es sabido que Duhalde, ya de salida, dictó los indultos a Seineldín y Gorriarán para dejar sentada una opinión sobre “la pacificación”. Pero Kirchner no aceptó la sugerencia y la aparición de Fernández sugiere que en este punto también el ex presidente está dispuesto a jugar con su sucesor.
Duhalde se mueve en pos de la presidencia del PJ y quiere llegar a ella con su base territorial asegurada. Por ahora, viene bien. “La provincia de Buenos Aires ya está ganada. Vamos a sacar el 50 por ciento de los votos, si no más. En Diputados habrá alrededor de 42 diputados de la provincia, algo así como un tercio del bloque peronista, para ‘jugar’ con Kirchner”, contea, se ufana, predice un operador de primera línea del duhaldismo que tiene añejas buenas migas con Kirchner. La sola cuota de disidencia es la elección de Misiones, redondea, hasta en la Capital están de acuerdo.
Ojo con Berlusconi
“Macri es un potencial (Silvio) Berlusconi. Es un hombre de la derecha, tiene fuertes lazos con el establishment económico, maneja un club de fútbol. Si no gana será el eje de la oposición, toda la derecha, incluido el menemismo, lo rodearán. Hay que enfrentarlo”, cuenta el mismo relator que les dijo Duhalde a sus hombres en el Gobierno. Y augura algún gesto fuerte de Duhalde en estos días. El bonaerense, asegura su allegado, cree que Kirchner dio en el clavo cuando se jugó por Aníbal Ibarra. El santacruceño no sólo apuesta a ampliar su base política sino también a minar que despunte una eventual oposición que resucite a lo que queda del esperpento menemista.
En la Rosada no titubean en lo atinente en la apuesta a favor de Ibarra pero sí hacen audible, aun al aliado, cierta disconformidad con el tono de su campaña. “Lupín le dijo a Aníbal que hay que ser más duro con Macri. Que tiene que darle más duro, como hizo Kirchner con Menem, denunciarlo, historizarlo. Macri se autoexhibe como lo nuevo pero tiene una larga historia que hay que enrostrarle”, reflexiona uno de los hombres más cercanos al jefe de Gobierno porteño.
A dos semanas de la primera vuelta electoral las encuestas revelan que hay final abierto. El voto al empresario tiene un corte social muy parecido al que obtenía el menemismo en Capital: fuerte en los sectores más humildes y en los más altos. Y, como novedad, una implantación llamativa en los jóvenes. Algo que induce a pensar que el consejo de “historizarlo” ante el electorado es todo un acierto.
Ibarra tiene su mayor arraigo en los sectores medios y en las mujeres. Los sondeos revelan que, pese a la consistente y amplia coalición que ha formado, aún no ha capturado todo el voto del centroizquierda y del kirchnerismo. Algo que sus estrategas tratarán de lograr en los próximos días remarcando la confluencia entre Ibarra, Kirchner y Elisa Carrió. Tal como se ha planteado, la contienda será un test de fuego para el Gobierno y una sorpresiva segunda oportunidad para la derecha argentina que, fugado Menem y desaparecido en acción Ricardo López Murphy, busca un referente político. Quienquiera que aspire a ese lugar tiene un adversario atento en Kirchner, ese sayo les cabe a Macri y a Ramón Puerta. Y, como reveló ayer en este diario el periodista Martín Piqué, el cordobés José Manuel de la Sota es, para el Gobierno, sospechoso de querer liderar una corriente “neomenemista” en el peronismo.
El Gobierno puntea afanoso el resto del mapa electoral. Catamarca tiene todo el peso de un símbolo. Seguramente hará campaña Cristina Fernández de Kirchner, abanderada de la lucha contra Luis Barrionuevo, quien ya bregó por allá en la compulsa que el gastronómico de Chacarita purificó mediante el fuego.
Santa Fe inquieta menos al oficialismo. “Kirchner tiene un pie y medio en la candidatura de Jorge Obeid pero tiene medio con Hermes Binner. Ahí ningún resultado es letal para nosotros”, maquina un operador del Gobierno, eterno contador de porotos.
A salirse del libreto
“La foto no la tenemos. Pero estamos convencidos de que lo de las torres de Edesur no fue un robo.” Quien sospecha de los concesionarios está muy cerca del Presidente y alude a una sorpresiva, inédita denuncia lanzada por Kirchner fuera de todo libreto. El Presidente receló del apagón del miércoles y salió fuerte a cruzar a los concesionarios. En la Rosada temen que pululen aprietes en medio de la discusión con el FMI, que tiene como uno de los principales item el aumento de tarifas. Las encuestas requeridas horas después de que Kirchner sugiriera un autoatentado demostraron que una mayoría aplastante lo acompañaba en sus suspicacias. El oficialismo no ceja en su posición y seguirá muy de cerca las investigaciones.
La invectiva presidencial tuvo la curiosa virtud de poner a los concesionarios a la defensiva en la arena pública, un territorio favorable al mandatario. En la mesa de negociación con el FMI la correlación de fuerzas no es tan propicia. Roberto Lavagna tiene un par de demandas que parecen centrales para sellar el acuerdo: la compensación a los bancos y el aumento tarifario. El Gobierno sabe que allí algo tendrá que ceder, pero quiere predisponer todo lo que puede el terreno y también eso explica la denuncia presidencial.
El Gobierno sabe que en algún momento deberá anunciar medidas antipáticas y las permanentes apelaciones al pueblo de Kirchner buscan reforzar un lazo de confianza y de respeto de cara a esos momentos duros. En un discurso pronunciado el martes en Florencio Varela Kirchner le avisó a la gente que alguna vez tendrá que pedirle su ayuda y recibió una ovación que, dicen los suyos, lo conmovió. Lo más peliagudo para un gobernante surgido del voto popular que ha crecido en legitimidad no es pedir ayuda virtual ante adversarios que todos rechazan sino comprensión ante decisiones que afectan los intereses de sus representados. Cerrar las tratativas con el Fondo es una necesidad para el Gobierno que debe relanzar (o si es un poco más exigente) lanzar su prometida política neokeynesiana, aún pendiente.
La incertidumbre acerca del futuro es un buen motivo para diferir ese momento, pero esa instancia obligará a Argentina a ceder, con consiguientes sacrificios inmediatos para la población. Conseguir crédito político a futuro será en ese instante más difícil que lo que fue hasta ahora. De cara a ese escenario inminente, la decisión política oficial es insistir en diferenciarse del establishment económico, del sector financiero y de las privatizadas. Por ahora, duro con ellos...
...con los tapones de punta
“Kirchner salió con los tapones de punta contra Edesur”, tipea en su compu el politólogo sueco que escribe su tesis de posgrado sobre la Argentina. Arrobado, redondea su mensaje a su padrino de tesis, el decano de la Facultad de Sociales de Estocolmo: “¿Se da cuenta qué buena metáfora, profesor? Con los tapones de punta, en doble sentido, por los tapones de los botines de fútbol y los de la luz”. Y envía el correo electrónico.
La respuesta llega al toque. El decano está furioso, en parte porque no entiende del todo el mensaje: en sueco los tapones de la luz y los de los botines de fútbol se dejan designar con dos palabras distintas.
“No me joda, amigo. Estoy hasta acá de sus metáforas políticoperiodístico deportivas. Pero, además no entiendo por qué habla de tapones de punta si Kirchner no cometió ninguna infracción. Usted debería decir ‘jugó fuerte, pero leal’ ‘metió pierna’ o algo así. Finishela”, responde el decano, entrando, sin percatarse en el juego de su discípulo.
“Va a tener que bancársela, profesor. Ahora se sumó a la política Macri, que es presidente de Boquita y estimulará la imaginación creativa de políticos, operadores y reporteros”, se entusiasma el politólogo, fiel a su cruzada de enriquecer con argentinismos la adusta jerga de las ciencias sociales escandinavas. Y en un plan casi orgásmico remata: “y encima en estos días gana centralidad Eduardo Moliné O’ Connor, el tenista de la Corte que hoy por hoy está match point”. Y envía su segundo correo del día.
El decano recibe el mensaje y reconoce cierta sana envidia por su discípulo que estudia ese país tan vivaracho, tan rompedor de reglas, que está en default y crece, que tiene una política tan provocativa y llena de sorpresas. Reconoce, para sus adentros, que le gustaría ser más joven y poder internarse en ese suelo fértil, hablar con sus protagonistas, alternar con sus mujeres y atosigarse de carne asada y vino del bueno. ¿Por qué no contemporizar, por una vez, con su enviado, se pregunta. Y, de buen grado, comparte sus códigos y su léxico, así sea por un ratito.
“Sea más preciso, mi amigo. ¿Match point a favor o en contra?”