EL PAíS
› EL CONTEO DE VOTOS EN EL SENADO POR EL JUICIO AL CORTESANO
“No tenga duda de que Moliné pierde”
Sólo un milagro podría salvarle el puesto al ministro de la Corte Suprema Eduardo Moliné O’Connor. Excepto por el menemismo, la amplia bancada del PJ en el Senado parece decidida, a lo que se suman los adicales y los provinciales.
› Por Eduardo Tagliaferro
Aunque los cargos contra el fugaz titular de la Corte Suprema Eduardo Moliné O’Connor llegarán al recinto de la Cámara de Diputados recién el próximo miércoles, esta semana se pudo ver al titular del bloque peronista en el Senado, el rionegrino Miguel Angel Pichetto, junto a un activo legislador del oficialismo en la Cámara alta, contar los posibles votos que podría cosechar el juicio político contra el magistrado. Si es que la Cámara baja finalmente lo aprueba. “No tenga dudas de que la acusación contra Moliné cuenta con los votos necesarios para destituirlo”, dice a este diario un reconocido senador de la bancada justicialista, luego de pedir reserva de su nombre para evitar cualquier recusación posterior. Entusiasmado, intenta dejar en claro la voluntad de los senadores para renovar al alto tribunal y acota que “también le diría que tendría el respaldo necesario una acusación contra Guillermo López y quizá también una contra Adolfo Vázquez”, los dos restantes jueces de la Corte que supieron integrar la tristemente famosa “mayoría automática” del menemismo.
Aunque la totalidad de los senadores consultados por este diario repiten que “antes de dar una opinión contundente preferiría conocer los cargos y los casos por los que se acusa a Moliné”, muchos de ellos, si no la mayoría, ya tiene posición tomada.
Sabido es que el bloque del PJ tiene amplia mayoría en el cuerpo. Cuenta con 40 de las 70 bancas que el Senado tiene ocupadas en este momento. Precisamente un senador del peronismo que conoce el paño de la interna partidaria como pocos se anima a hacer un mapa del bloque. “Si la acusación contra Moliné llegara hoy al cuerpo”, explica, “le diría que los únicos que se mostrarían a realizar una defensa cerrada serían los menemistas”. Una primera mirada sobre este sector incluiría entre 6 y 8 parlamentarios. El núcleo más duro del menemismo lo forman por cierto los riojanos Eduardo Menem y Ada Maza. A ellos podrían sumarse, si es que el gobernador Rubén Marín no modifica su actual alineamiento con Carlos Menem, los dos senadores pampeanos, Carlos Verna y Carmen Gómez de Bertone. En esta suma también habría que computar a dos senadores por Tierra del Fuego, Mario Daniele y Mabel Caparros.
Aunque el salteño Juan Carlos Romero aparece en la política nacional como un firme aliado del ex presidente, un dirigente del menemismo en el Senado no se anima a sumar a este grupo de legisladores a los dos senadores salteños. “La que ha sido más orgánica durante toda la campaña electoral fue Sonia Escudero”, confía a este diario un hombre cercano al menemismo en la Cámara alta. La definición resalta que, por trayectoria y por su cargo institucional en el Senado, el vicepresidente Marcelo López Arias suele exhibir mayor independencia de criterio que su coprovinciana. Quien aparece difícil de encuadrar es el gastronómico representante de Catamarca, Luis Barrionuevo.
En un comienzo ese sería el escollo más duro que el oficialismo tendría que sortear dentro de su propio bloque para que prospere la acusación contra Moliné. El resto de los miembros de la bancada aparecen partidarios de respaldar la destitución del magistrado.
Con escisiones y con legisladores que accedieron a sus bancas en nombre de frentes provinciales, los radicales sientan en el Senado a unos 22 senadores. A primera impresión, en esta bancada las cosas aparecen como más previsibles. “No estamos reticentes a la renovación de la Corte Suprema”, afirma a Página/12 un importante senador de la UCR, quizás uno de los más brillantes que tiene el radicalismo al momento de los argumentos jurídicos. Prefiere mantener el anonimato aunque no deja de señalar que, según su criterio, en los casos de juicio político “no hay razones para la recusación ya que no se le pueden coartar al legislador las facultades de opinión dado que no se trata de un proceso penal sinoque se está analizando el desempeño de un funcionario”. Igualmente, para no dar lugar a chicanas reglamentarias, se inclina por realizar su comentario pidiendo reserva de su nombre.
“Nuestro Comité Nacional ya manifestó su opinión en la anterior ocasión que se pretendió impulsar el juicio político. Luego lo reiteró en plena campaña electoral”, arremete el radical para dejar en claro que a primera vista no habría disidencias dentro de la bancada de la UCR. Para que no queden dudas agrega que “las actuaciones y conclusiones de los diputados radicales en la Comisión de Juicio Político no tienen ninguna interferencia con lo que pensamos aquí en el Senado”.
Así las cosas, los números parecen casi definidos. Dentro de los bloques unipersonales se ubican la porteña del Frente Grande, Vilma Ibarra, entusiasta partidaria de la renovación y recambios en la Justicia y en la Corte Suprema, y la frepasista Diana Conti. Los referentes provinciales no son un bloque único. De los dos del Movimiento Popular Neuquino, es conocido que Luz Sapag también suele identificarse con posiciones sensibles a la renovación en la Justicia. Los restantes provinciales son el liberal correntino Lázaro Chiappe, el tucumano Pablo Walter, recientemente incorporado a las huestes de Ricardo López Murphy, y el renovador salteño Ricardo Gómez Diez. “Moliné no debió llegar nunca a la Corte”, dice precisamente uno de los parlamentarios del grupo de partidos provinciales. A pesar de ello se muestra partidario de revisar en detalle las actuaciones, ya que asegura que “los indicios de prevaricato (fallar contrario a derecho) deben ser certeros”.
Salvo un milagro, el juez que ingresó a la Corte de la mano de su cuñado Hugo Anzorreguy, jefe de los espías de Menem, luego del Pacto de Olivos, podrá volver a dedicarse tiempo completo al country Tortugas, a la Asociación Argentina de Tenis de la cual es vicepresidente y a alguno que otro hobby de esos con los que suelen llenar su aburrimiento las clases acomodadas.
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