EL PAíS
El casi motín del bloque justicialista por la “inoponibilidad” de las leyes
Díaz Bancalari tuvo una semana durísima, domando a los díscolos que no querían oír hablar ni de “inoponibilidad”. Los duhaldistas duros que sólo calmó el jefe, y el problemas con los “perros de todos los colores”.
› Por Felipe Yapur
Desde que asumió la conducción del bloque de diputados oficialista, José María Díaz Bancalari manejó con cierta facilidad el intrincado mapa justicialista. Sin embargo, el miércoles y jueves pasados vivió su peor momento, cuando sus viejos colegas duhaldistas se negaron a acompañar cualquier proyecto de anulación de las leyes de Punto Final y Obediencia Debida. Necesitó “letra y apoyo externo”, que provino tanto de la Rosada como del propio Eduardo Duhalde. Fueron dos días aciagos para Díaz Bancalari, 48 horas donde para algunos miembros del bloque su conducción tambaleó. Todo indica que las resistencias se han desactivado. Sin embargo, la suerte que corran las leyes de impunidad mucho tendrán que ver con el futuro de este duhaldista cada día más kirchnerista.
Desde que el PJ comenzó a hablar de la posibilidad de darle un corte a las leyes del perdón, hace poco más de una semana, se escucharon en el bloque oficialista voces a favor y en contra. Bancalari estaba al tanto de ellas pero creyó que con su convicción y la fuerza de las declaraciones del presidente Néstor Kirchner al respecto era suficientes como para silenciar cualquier ruido molesto. Pero se equivocó.
La ausencia de una clara definición sobre estas leyes por parte de Duhalde permitió la aparición de los libre interpretadores del pensamiento del cacique bonaerense. A esto se le sumó la inoportuna declaración de Hilda “Chiche” Duhalde, quien dijo que “creo que el Congreso no está facultado para anular, sino para derogar”.
Esta frase fue suficiente como para que el sector más conservador y retrógrado del duhaldismo, encabezado por los bonaerenses Jorge Casanova, Jorge Villaverde y Daniel Basile, atacaran con dureza la intención de Bancalari de anular las normas. Los dos primeros con argumentos jurídicos y políticos, el tercero sólo con chicanas grotescas, como decir que detrás de esta iniciativa se esconde un millonario negocio judicial a partir de los juicios por indemnización.
Así, el miércoles, cuando Díaz Bancalari pretendió “bajarle línea” al bloque sobre este proyecto, se encontró con una fuerte resistencia que incluía, además de a los menemistas, a sus compañeros duhaldistas. Los argumentos políticos esgrimidos por el conductor del bloque y de otros miembros de la bancada, como Oraldo Britos, Ricardo Falú y Juan Urtubey, no lograron desbaratar la resistencia. Y todo se complicó.
“Perdemos, Mono, perdemos. Hay que levantar la reunión ya”, le escucharon a Britos susurrar al oído de Bancalari. El puntano tenía en sus manos un listado de los presentes y la columna de los que se oponían a la anulación se alargaba cada vez más. Bancalari dudó un instante y fue ese momento que Britos pidió casi a los gritos un minuto de silencio “por los compañeros desaparecidos”. Sesenta segundos para calmar los ánimos, desorientar a los opositores y también para que Díaz Bancalari anuncie el paso a un cuarto intermedio hasta el jueves a las 14.
“Hubo mucha mala leche”, se quejó el bonaerense con amargura ante varios de sus colegas. Desde su despacho, el bonaerense ordenó a Falú, Urtubey y María del Carmen Falbo la redacción del proyecto con el que buscarían taparle la boca a los disidentes. Luego recibió un llamado de la Rosada. El jefe de Gabinete, Alberto Fernández lo convocó de inmediato. No fue el único, también llamaron al titular de la Cámara baja, Eduardo Camaño, quien desde que viajó con Kirchner a los Estados Unidos, regresó –para sorpresa de propios y extraños– bastante más apegado al pensamiento presidencial. En la Rosada le dijeron que la anulación debía salir sí o sí.
El jueves al mediodía, Camaño y Bancalari participaron de una reunión de dirigentes bonaerenses junto a Duhalde. Ambos hicieron un aparte con el ex presidente. “Perdemos la votación y la derrota es de Kirchner. Sería unduro golpe para dos meses de gestión”, le advirtieron. Duhalde recomendó apoyar la iniciativa presidencial y se lo hizo saber al resto. Esto, más la redacción de un proyecto, donde no se incluyó la palabra anulación y la participación de Camaño –como vocero autorizado del pensamiento de Duhalde– logró que en la tarde durante la reunión del bloque, el listado de Britos creciera en la columna de los que apoyan la iniciativa oficial.
Para algunos experimentados miembros del bloque, el error fue de Díaz Bancalari y se animan a decir que esto casi le cuesta el puesto. “El estilo bonaerense lo traicionó. Creyó que con decir lo que había que hacer, como acostumbra hacer Duhalde, era suficiente. Pero acá hay perros de todos los colores y tamaños”, confió a este diario un diputado justicialista. “Debería haber hecho como (Humberto) Roggero. Dejar hablar a todos para luego hacer una síntesis y tirar el proyecto de ley como cierre”, insistió la fuente.
El viernes por la tarde, Camaño y Díaz Bancalari se mostraron distendidos. Había pasado lo peor. Sin embargo, sus colaboradores los escucharon repetir casi a dúo: “Si no hubiera sido por el apoyo externo, perdíamos. Perdíamos todos, nosotros dos, pero sobre todo el Gobierno. Y eso no podía suceder”.
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