EL PAíS › ABUELAS DE PLAZA DE MAYO ANUNCIO LA RESTITUCION DE LA NIETA 110
La nieta recuperada, cuyo nombre aún no se dio a conocer, es hija de Oscar Rómulo Gutiérrez y Liliana Isabel Acuña, ambos desaparecidos desde 1976. “Queremos conocerte, verte, abrazarte, contarte historias de tus padres”, dijo el tío de la joven.
A pocas horas de tener los resultados de los exámenes de ADN, la hija biológica de los desaparecidos Oscar Rómulo Gutiérrez y Liliana Isabel Acuña necesita tiempo para dar a conocer su nombre. “Pidió un tiempo mínimo, aunque hay en ella una enorme disposición por conocer a su familia”, contó Estela de Carlotto, presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo. En el primer piso de la sede de Abuelas había una enorme alegría, que contrastaba con el escenario ofrecido a dos cuadras de ahí, donde se velaban los restos de los bomberos fallecidos en la tragedia de Barracas. Fueron dedicadas a ellos las primeras palabras de Carlotto: “El país está de duelo y las Abuelas somos parte de este país, así que rendimos nuestro homenaje y les decimos que la vida continúa; sus compañeros esconden un poco el dolor, que es lo que venimos haciendo las Abuelas desde hace 36 años, pero con la alegría de estar vivas y seguir luchando”.
Acompañada por el secretario de Derechos Humanos, Martín Fresneda; el jurista español Baltasar Garzón; Rosa Roisinblit, vicepresidenta de Abuelas, y Rodolfo Gutiérrez, tío de la nieta recuperada, junto a otros nietos y familiares de detenidos desaparecidos durante la última dictadura, Carlotto hizo oficial ayer, a las 13, la restitución de la identidad de la nieta número 110. Ella se acercó voluntariamente a Abuelas el 31 de octubre de 2013 a manifestar las dudas sobre su origen. Allí fue recibida por el equipo de Presentación Espontánea, el cual la derivó a la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad, para que se le hicieran los exámenes de ADN en el Banco Nacional de Datos Genéticos, el 8 de noviembre pasado.
“Queremos agradecer a todo el pueblo argentino que nos ha acompañado y a la prensa por ayudarnos a difundir algo que todavía no está resuelto, que es la identidad de alrededor de 400 nietos”, remarcó la presidenta de Abuelas antes de leer el comunicado oficial. Allí se señala que los padres de la joven restituida, Oscar Rómulo Gutiérrez y Liliana Isabel Acuña, militaban en Montoneros y fueron secuestrados el 26 de agosto de 1976, aproximadamente a las 6.30 de la mañana de su vivienda en San Justo. Liliana transitaba su quinto mes de embarazo cuando doce hombres de civil, portando armas largas y bajo amenazas de muerte, la metieron a ella y a su marido en un auto. En el mismo operativo fue secuestrada la hermana de Liliana, Elba Eva Acuña, y también su esposo, Hugo Alberto Sáez.
Oscar Gutiérrez había nacido en La Tablada el 17 de abril de 1951. Sociólogo e hincha de Independiente, se había anotado en Ciencias Económicas a la vez que trabajaba en una empresa metalúrgica. Liliana Acuña había nacido el 30 de mayo de 1952 en la ciudad de Buenos Aires y estudió Veterinaria por unos años para luego pasarse a Agronomía. Trabajaba dando clases particulares de matemática. Luego de ser secuestrados de su vivienda, fueron conducidos a la comisaría 4ª de San Isidro, conocida bajo el nombre de “Las Barrancas”. Cuando ingresaron, ya mostraban señales de haber sido torturados. Compartían con otras doce personas el sótano de la comisaría. Mientras estuvieron detenidos allí, sus familiares pudieron saber que se encontraban con vida, aunque en pésimas condiciones, y que el embarazo de Liliana seguía en curso. La información se las brindaba un agente, el mismo que les anunció que Liliana había dado a luz a una nena en San Martín, en diciembre del ’76 o enero del ’77. Cuando en la comisaría se enteraron del contacto de la familia con el agente, todos los detenidos fueron trasladados y ya no se volvieron a tener noticias de ellos. Desde entonces permanecen desaparecidos.
Aun así, las abuelas de esa nena no cesaron en la búsqueda. Vilma Delinda Sesarego de Gutiérrez, madre de Oscar, fue una de las fundadoras de Abuelas de Plaza de Mayo. Sus compañeras la recuerdan como “muy lúcida y suspicaz, dicen que era difícil engañarla con datos o denuncias falsas”, afirmó Carlotto. Su marido, el médico boliviano Oscar Rómulo Gutiérrez, llegó incluso a entrevistarse con el dictador Jorge Rafael Videla en Bolivia. Rosa González, madre de Liliana, se unió a Vilma en la búsqueda de sus hijos y su nieta. Lamentablemente, ambas fallecieron antes de poder reencontrarse con ella.
La familia con la que se crió le contó a la nieta número 110 que ella había sido entregada por miembros de la Policía Federal, quienes aseguraban haberla encontrado abandonada en la Ruta 2, en Florencio Varela. “A pesar del tiempo transcurrido y las huellas que quisieron borrar, la verdad triunfa sobre la mentira”, dijo Carlotto.
Antes de cerrar la conferencia, la presidenta de Abuelas le pasó el micrófono a Fresneda. “Este compromiso que tiene el Estado argentino es el compromiso de la lucha de organismos de derechos humanos, que hoy se han cristalizado en un Estado presente y en un Estado absolutamente dispuesto a realizar las políticas necesarias para recuperar hasta el último de nuestros nietos”, dijo el secretario de Derechos Humanos. A su turno, Baltasar Garzón afirmó que la recuperación de la nieta 110 es “ver que el trabajo tiene su recompensa ante la irracionalidad de quienes todavía siguen impidiendo que esa identidad se recupere”. Denunció que en España “los pasos se están dando a la inversa”, y llamó la atención a que en su país “se ablanden las conciencias de quienes tienen la responsabilidad de dar justicia y reparación”.
Casi al final habló Rodolfo Gutiérrez, quien emocionado se dirigió a su sobrina: “Queremos conocerte, verte, abrazarte, contarte historias de tus padres. Es una lucha de casi 37 años, una lucha de mis padres, de tu abuela Vilma, de todas las Abuelas, a las que quiero agradecer, como también al Gobierno, que desde hace diez años se dedica a tener políticas públicas para que puedan ocurrir acontecimientos fabulosos como éste, que no es un hecho individual sino un hecho social, porque una sociedad mejora cuando empieza a conocerse la verdad”, dijo y destacó el gesto de su sobrina de acercarse por su propia voluntad a las Abuelas.
“Encontramos un papelito en el archivo de los primeros tiempos donde decía ‘la abuela tiene un lunar acá y la mamá también, entonces si era una nena ella lo debe tener’, claro, eso era cuando no teníamos el ADN”, se sonrió Estela de Carlotto. En la misma línea, Roisinblit agregó que “37 años atrás no sabíamos si nuestros nietos habían nacido, no sabíamos el sexo, nada, y no había ningún texto donde aprender todo eso”, remarcó con su nieto recuperado, Guillermo, parado detrás de ella.
Hacia el cierre, Carlotto invitó a todos los jóvenes que tengan dudas sobre su identidad a que “se animen a confrontarse con su historia: les ofrecemos certezas, respeto a sus necesidades, les repetimos que no están solos, que los espera la libertad”.
Informe: Cecilia Camarano.
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