EL PAíS › OPINION
El Mundial marca una pausa pero no detiene la historia. Memoria de hechos históricos del pasado. La agenda de junio y julio, lo que va a venir. Fallos inminentes, en Estados Unidos y por acá. Un aniversario del adiós de Perón. Y algo sobre suspender la incredulidad.
› Por Mario Wainfeld
El presidente Arturo Frondizi fue derrocado en marzo de 1962, su mandato terminaba en 1964. Le correspondía estar en la Casa Rosada durante Chile ’62 pero no pudo ser.
Arturo Illia fue elegido presidente en otros comicios con proscripciones, debía gobernar hasta 1970. Pero fue destituido por un golpe cívico-militar en junio del ’66, pocos días antes de que comenzara el torneo en Inglaterra, aquel en que un gozoso Rattin profanó la alfombra de la reina. México ’70, sin Selección Argentina y con el mejor Brasil de la historia, comenzó en simultáneo con el secuestro y posterior asesinato de Pedro Eugenio Aramburu.
Juan Domingo Perón falleció, en ejercicio de su tercera presidencia, durante Alemania ’74.
Corea-Japón coincidió con la peor crisis económica de la historia y casi en paralelo con los asesinatos de Maximiliano Kosteki y Darío Santillán.
Los grandes hechos históricos no se suspenden. No sabemos si acontecerá alguno de acá a la final. Lo que sí podemos predecir es que la agenda cotidiana admitirá pausas y recreos pero no dejará de rodar. Nadie puede augurar los resultados de acá a mediados de julio. Pero sí hacer un leve inventario de algunas cuestiones relevantes que ya están por venir. Vamos a por ellas, rapidito, antes de que empiece el partido contra Bosnia.
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Un mes, medio año, lo que viene: Cuando termine la fiesta del fútbol, seamos un cachito obvios, habrá transcurrido la primera mitad del año. Ya se habrá conocido (y lo que es más importante, sentido en el bolsillo) la inflación del semestre. La proyección irá dando una noción sobre lo que puede esperarse para el resto del año. En el Gobierno dicen confiar en rondar un 30 por ciento, un guarismo altísimo aunque menos que el que podía temerse en marzo. El consultor Miguel Bein pondera que serán algunos puntos más.
Con esas cifras, aun las oficiales, los incrementos de salarios pactados por convenio (asumiendo que no son uniformes ni del todo homogéneos) andarán empardando con la inflación. Las jubilaciones, da la impresión, quedarán por debajo.
La suerte del importante universo de los trabajadores informales dependerá, en buena fracción, del devenir general de la economía. Son los más vulnerables a las fluctuaciones en materia de empleo y de nivel salarial. En Economía se espera un segundo semestre de recuperación, Bein pondera algo similar. El saldo sería uno de los años menos propicios de la era kirchnerista. Mejorar el desempeño en 2015 será determinante para mejorar la prospectiva electoral.
Las paritarias estarán cerrando su ciclo ya rutinario, claro que sin precedentes en la historia nacional. Faltan terminar, entre un puñado, las de gremios enfrentados al Gobierno. Los camioneros, cuyas acciones impactan mucho en la escena pública. Y los gastronómicos, que pegan más en la mediática. Estos sindicatos, se presupone, superarán la relativa marca media del 30 por ciento sin alterar mucho el cuadro general: hubo subas parangonables con la inflación prevista. El poder adquisitivo de la mayoría de la clase trabajadora se mantendrá, en trazos gruesos.
Si no adviene un desbarajuste, quedarán desfasados los pronósticos de descontrol de las demandas sindicales o de fin de la puja distributiva. Desde ya, el futuro no está escrito en tinta indeleble, hablamos de tendencias posibles.
Con las últimas convenciones colectivas se irá activando la convocatoria al Consejo del Salario que cumple en julio o agosto diez años de continuidad, perduración record de otra institución.
Cuando se sepa quién salió campeón, los trabajadores formalizados habrán cobrado el medio aguinaldo. Muchos ciudadanos estarán atisbando las vacaciones de invierno. Y cada cual hará su cuenta acerca de cómo le está yendo, comparando con el pasado cercano, entre otras variables. Un porcentaje minoritario pero no irrisorio de trabajadores vería con agrado un aumento del mínimo no imponible de ganancias. El Gobierno debe cruzar esas cuentas con elementos surtidos, financieros y políticos.
En un mes no se sabrá del todo cómo evolucionaran los niveles de empleo. Ni, en particular, si se atenuaron las suspensiones en el sector automotor. Pero habrá algunas pistas para evaluarlo. El Gobierno confía en que el acuerdo con Brasil, un pacto con las empresas productoras y un cierto respingo de la demanda pintarán un escenario menos preocupante. El activismo oficial no se circunscribe a la negociación de los conflictos ni a los programas Repro, que maneja el Ministerio de Trabajo. También se ocupa de cambiar, con medidas de corto plazo, el cuadro productivo general.
Vamos a una conexión en otra cancha... perdón, en otro país.
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Que la corten con los buitres: La severa Corte Suprema de los Estados Unidos dará a conocer mañana qué decidió respecto del reclamo de los fondos buitre contra el Estado argentino. La nueva caerá mientras las tertulias de café sigan diseccionando el partido de hoy, la táctica de Sabella, el debut de Messi. Hay un abanico de posibilidades que se han descrito ya en este diario y no se detallarán acá. Baste con decir que es muy improbable que la Corte acepte analizar la apelación. Ese Tribunal, a diferencia de su par argentino, restringe mucho sus intervenciones. No pinta que éste sea el caso. Otra diferencia entre ese poder del Norte y el de este Sur: no se vislumbran filtraciones del fallo a los medios.
El peor desenlace sería el rechazo absoluto del recurso. Cualquier medida que dilatara el proceso favorece al Estado nacional. El óptimo sería que esas postergaciones fueran más allá del 31 de diciembre, fecha en que cesa el derecho de los acreedores que aceptaron el canje a reclamar cualquier mejora concedida a otros. O sea, tocaría a su fin la perspectiva de reclamos en cascada, de un efecto dominó.
El gobierno de Estados Unidos acompaña, cada vez con más vigor, la tesitura argentina. Es un poco exótico para aquellos que pregonan que nuestro país se cayó del mundo. Lo que viene intentando es defender el patrimonio nacional, conseguir relevantes quitas de la deuda y pagarla.
Otras fuerzas políticas, que sólo la engordaron sin mérito ni provecho para la población, tienen una chance única para después de 2015. Podrían, si se dan maña para ganar, gobernar un país en el que la ratio deuda-producto es mucho menos gravosa que en 2003 y que en la mayoría de los países vecinos. Acaso, un país gobernable y sustentable con mayor inversión extranjera, recurriendo algo al crédito internacional. El kirchnerismo New Age también analiza ese porvenir que se redondearía si baja el déficit energético y se comprueba la productividad de Vaca Muerta. El gobierno actual se va internando en ese futuro, claro que con ideas fuerza que muchos de sus rivales no tienen o, cuanto menos, no explicitan. Mantener altos los niveles de autonomía nacional, los niveles de empleo, la inversión pública y de protección social.
El cónclave VIP promovido por el Multimedios Clarín, amén de revuelo político, acaso exponga el grado de profundidad del pensamiento opositor, de momento muy circunscripto a describir al kirchnerismo y a ceñirse al menú que propone el Grupo y en especial su ariete ofensivo, Jorge Lanata. Hasta ahora al granado elenco corporativo-opositor no se le ha caído una idea novedosa o creativa, salvo que bajar las retenciones lo sea.
Vamos a otra cancha... o a otros tribunales.
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El book del fiscal: Antes de que lleguen las semifinales se conocerá el veredicto del Tribunal del Ministerio Público contra el fiscal José María Campagnoli.
Fiscal de territorio, de rango menor, Campagnoli se desempeña hace años sin que los radares de la gran prensa y “la opo” lo hubieran registrado. Se activó, como debía ser, con una denuncia de Lanata. Hasta entonces había acumulado una cifra record de denuncias, para nada provenientes del kirchnerismo, por su peculiar modo de investigar. Eligió un perfil caro a los adversarios del Gobierno y se lanzó a la arena política. Una candidatura “ética” está en su firmamento, siempre hay un lugarcito en las listas para esos perfiles. No es la primera incursión de Campagnoli en los otros poderes. Colaboró con Norberto Quantín, un funcionario moralista de derechas que fue designado y luego removido durante la presidencia de Néstor Kirchner. Se lo promovió por su fama de honesto, se lo dio de baja por devaneos represores.
El Poder Judicial está compuesto por gentes de pensamiento diferente, lo que es natural y hasta deseable. Es natural, aunque no tan deseable, que primen el centroderecha y sus gratas escalas. Campagnoli revista en el ala dura, con aristas de facho que le cuesta disimular. La nota de tapa de Página/12 del viernes recoge una grave denuncia en su contra, que lo pinta de cuerpo entero. Es la confección de un (pongámosle) book de fotos de jóvenes y hasta chicos de Barrio Mitre. Se usaba para, eventualmente, inducir a víctimas de delitos a “identificar” a sospechosos. O sea, un álbum de pibes de carne y hueso hechos estereotipos para lubricar estigmatizaciones y conductas punitivas criticables.
Con muchos cargos por mal desempeño, con pocos logros en su labor, Campagnoli tendrá su día en el tribunal. Hasta ahora, la mayoría de sus reclamos en el Foro han sido rechazados por jueces de primera instancia y Cámaras. Y sus denuncias, rechazadas por otro fiscal.
La oposición mediática lo victimiza de antemano. El portal Infobae acusa a uno de los miembros del tribunal de enjuiciamiento de ser Montonero, a otro de integrar la agrupación Justicia Legítima (que es lícita, aunque usted no lo crea). Y se alarma porque una magistrada ejemplar, la defensora oficial Stella María Martínez, estará entre quienes se pronuncien.
Los cargos contra Campagnoli no importan a sus apologistas. Lo embellece su Cruzada.
Salvando distancias, el juez federal Ariel Lijo también quedó blindado ante dos decisiones muy discutibles de esos días. Las propagó en medio del fragor que produce el caso Ciccone. Fueron la concesión de personería al partido del neonazi Alejandro Biondini y el sobreseimiento del ex ministro Carlos Corach en la causa AMIA. Las entidades representativas de la colectividad judía pusieron el grito en el cielo. También lo hizo Memoria Activa con mejores pergaminos y recorrido histórico. Las sentencias se ocultaron tras el expediente Ciccone, remedando “La carta robada” de Edgar Allan Poe, no escondida pero camuflada entre otras. Las quejas justificadas no encontraron eco en los diarios hegemónicos, que esperan (e instan a) que Lijo procese al vicepresidente, Amado Boudou. Mientras Su Señoría sostenga esa postura, estará blindado de cuestionamientos ideológicos sobre dos fallos muy discutibles.
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El mundo sigue andando: Los colombianos habrán disfrutado masiva y transversalmente la goleada inicial de sus muchachos. Hoy irán a votar y dividirán sus preferencias, determinando parte de su futuro. Las dos opciones son de derecha. Pinta como favorito el peor de ambos (aunque nada es certero hasta que termine el escrutinio). El más sectario, el más derechoso, el belicista.
En Estados Unidos una peripecia electoral permitió que el Tea Party, que venía un poco aletargado, recuperara un sitial de privilegio en el Parlamento.
Jean-Marie Le Pen mostró la cara más torva y xenófoba (¿la real?) de la derecha francesa contrariando a su hija Marine, conductora actual del espacio. Papá, qué te cuesta ser un poquito hipócrita.
En Brasil la fiesta y la protesta social juegan su propio partido. Las elecciones están ahí nomás.
En Argentina los mundiales no caen en años electorales, ahora que casi todos los presidentes llegan al final de sus mandatos. De cualquier forma, la pelota seguirá rodando, manchándose eventualmente. Se cantará el himno y ojalá que haya muchos gritos compartidos en todos los rincones del país y en todos los estratos sociales. Esa mayoría fervorosa y coral no equivaldrá a unanimidad política ni a la suspensión de los conflictos. Nadie olvidará sus intereses y derechos. Sólo existirá (ojalá que dure siete partidos) una suspensión colectiva de la incredulidad por lapsos de dos horas. Un rato de esparcimiento para compartir, gozar o sufrir, que eso es parte de la diversión.
A pasarla bien, todo lo que se pueda y lo mejor acompañado que se pueda. La historia no se detendrá ni sufrirá mutaciones relevantes. Cuando alguien alce la Copa, eso sí, las campañas presidenciales arrancarán del todo. ¿O ya arrancaron? Ni se lo pregunte ahora, lectora o lector. Vaya prendiendo la tele.
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